Pero esta situación política no apagó el ansia de una auténtica vida cristiana que la familia de Rita experimentaba, en especial sus padres, así como el deseo de comunicarla a los demás. En este ambiente familiar Dios suscitó en Rita la vocación misionera, para liberar la juventud del indiferentismo religioso, y fomentar los valores morales, y así con este apostolado pudo fortalecer la familia. Su celo apostólico hizo de ella una itinerante. Iba de pueblo en pueblo y enseñaba a orar. A través del Santo Rosario y otras oraciones deseaba despertar en los corazones de quienes la escuchaban, la imitación de Nuestra Señora, Madre de Dios. En su apostolado buscaba siempre las personas que llevaban una vida inmoral, y hacía todo lo posible para rescatarlas del mal y conducirlas a Dios. Este estilo radical de apostolado, la hizo objeto de amenazas de muerte. A la oración unió la penitencia. Para llevar a cabo este objetivo, logró conseguir algunos «instrumentos de mortificación», en sus visitas a las Hnas. Benedictinas del Convento de Jesús a Viseu.
En este tiempo, con la ayuda de su confesor, pudo discernir que Dios la llamaba a la vida consagrada. En esta Época no era posible entrar a ningún Instituto, debido a que las leyes masónicas prohibían la entrada de novicias. Por lo tanto, Rita siguió en el ‘mundo’, entregada al apostolado y a las prácticas de mortificación, con la esperanza de poder consagrarse a Dios en el futuro. Durante este tiempo rechazó pretendientes, algunos de ellos ricos, pues según ella ya había hecho su consagración a Dios en lo íntimo de su corazón. Su consagración a Dios la llevó a la práctica frecuente de la Comunión Reparadora, que fomentó su fervor Eucarístico, y a la devoción al Sagrado Corazón. Dios hizo de ella un verdadero apóstol concediéndole pasión por la salvación de las almas.
Colaborando con el apostolado de Rita, sus padres llegaron a albergar en casa mujeres muy deseosas de conversión. Como a los 20 años de edad, su deseo de consagrarse a Dios aumentó considerablemente. Compartió con sus padres este su gran deseo. No obstante la fe y vida ejemplar cristiana de sus padres, sus padres no aprobaron su decisión. Rita no desistió, al contrario, continuó nutriendo la esperanza de realizarlo. Y a la edad de 29 años logró entrar a una congregación. Esta congregación era la única que existía en Portugal porque era extranjera, y se dedicaba solo a ayudar a los pobres. Pero como el carisma de este instituto era diverso del tipo de celo apostólico que ardía en su corazón, Rita no se pudo identificar con él. El director espiritual de la comunidad, en quien Rita confiaba plenamente, vio que la voluntad de Dios para ella, era el recibir y educar niñas pobres y abandonadas. Rita salió de este Instituto, de origen francés, a la edad de 32 años.
De acuerdo con el Rev. P. Francisco Pereira, S.J. buscó los medios para prepararse y realizar su futura y urgente misión. Rita estaba dotada de muchos dones y virtudes y de naturaleza piadosa, y solo deseaba cumplir la voluntad de Dios. Dócil a su Director Espiritual, logró vencer los conflictos políticos y religiosos y fundar un colegio-instituto de Jesús, María y José, en la Parroquia de Ribafeita, con la espiritualidad de la Sagrada Familia, el 24 de Septiembre de 1880. En breve tiempo, este tipo de apostolado se extendió a otras diócesis de Portugal. En las diócesis de Viseu, Lamego y Guarda, las autoridades civiles trataron siempre de suprimirlo. Experimentó dificultades de carácter económico. Aún más, en el año 1910, se desencadenó nuevamente una feroz persecución contra la Iglesia. Todos los institutos fueron suprimidos, sus propiedades fueron expropiadas incluyendo el instituto de Madre Rita, quien consiguió refugiarse en su tierra natal.
Es aquí donde poco a poco logró localizar sus religiosas dispersas debido a la situación política, y reagruparlas en una humilde casa de Ribafeita. Desde este lugar, envió varios grupos de ellas a Brasil, que perpetuaron el Carisma de la Fundadora. En esta forma su instituto pudo sobrevivir. Madre Rita, falleció el 6 de Enero de 1913, en Casalmendinho (Parroquia de Ribafeita), en olor de santidad. Su funeral, fue presidido por el Vicario General de la Diócesis, y fue una acción de gracias a Dios por el don de esta religiosa a la Iglesia y al mundo. Fue beatificada el 28 de mayo de 2006, en Viseu (Portugal).
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