Cierta persona
me dijo que estaba perdiendo la esperanza ante lo que ocurre. Me era difícil
encontrar las palabras adecuadas. Le dije, entonces, que para mí la esperanza
no es mi reacción ante lo que ocurre, sino una elección personal. En el primer
caso, dependo de eventos que no controlo para sentirme bien o no. Por el
contrario, cuando cultivo la esperanza como una virtud ante la vida, puedo
abordar cualquier reto con más fuerza y decisión. ¿Cómo fortalecer la esperanza?
1.- Elige
enfocarte en lo bueno de la vida. En el mundo existen bondad y maldad, abuso y
ayuda, amor y gente que odia. Tú puedes decidir cuál de esas opciones es la que
quieres para ti. También puedes elegir qué quieres ver. En un principio podrías
decir que no es posible, pero créeme, tú puedes entrenar tu mente para que se
acostumbre a ver toda la bondad y el amor que existe en el mundo.
2.- Cambia tus
pensamientos. Aunque te sea difícil entenderlo, lo que ves en el mundo es un
reflejo de tus pensamientos. Si eliges pensamientos de mejor calidad, podrás
ver un mundo distinto. Por ejemplo, si crees que la vida es injusta, mala o una
lucha, cambia eso. Recuerda que lo que experimentas, primero lo has pensado,
consciente o inconscientemente. Entonces, haz un trabajo de transformación
personal, desmantelando el andamiaje de ideas negativas y perturbadoras.
3.- Aléjate de
personas pesimistas y quejosas. Cuando entramos en la queja y en la crítica a
otros, superficialmente sentimos un «fresquito en el pecho». Es el ego
diciendo: yo tengo razón y el mundo es como yo digo. Pero si sientes con más
profundidad, este tipo de personas hacen que tu esperanza disminuya. Mantenerte
repitiendo la misma conversación pesimista una y otra vez no ayuda a que
alimentes tu esperanza. Así que presérvate y aléjate de quien no suma a tu
vida. Si es un familiar, elige otros temas de conversación.
4.- Medita. Hay
muchos beneficios cuando meditamos: una sensación de paz, profunda relajación y
sentirnos más descansados. “Si rezar es hablar con Dios, meditar es
escucharlo”.
5.- Escucha música
que te alegre o te eleve. Cuando hacemos algo que nos alegra, se producen
químicos en nuestro cuerpo que nos dan felicidad. Además, una música que te
guste eleva tu espíritu.
6.- Elije un
espacio de la naturaleza y disfrútalo. Caminar descalzo en la hierba,
sumergirse en el mar, ver los rayos del sol en la mañana o unas aves volando
pueden conectarte con esa inteligencia infinita que ha creado este hermoso
planeta.
7.- Haz ejercicio.
Mientras estás ocupada(o) en tu actividad física, estás generando endorfinas,
químicos que te dan bienestar. Además, si pones toda la atención de tu mente en
tu cuerpo, no estarás repitiendo pensamientos negativos.
Tal vez no
estés lista(o) para hacer un cambio drástico, pero poco a poco comienza a
fortalecer la esperanza en tu vida cotidiana.
Quiero
regalarte una cita del actor Christopher Reeve: “Una vez que eliges la
esperanza, todo es posible”. JRR
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