¿Cuánto vale
una vida? Vale toda nuestra entrega y nuestro esfuerzo. Vale movilizar a toda
la estructura de seguridad y rescate del Estado. Vale nuestra dedicación y
compromiso de todos los días para que las carencias y los sufrimientos no
orillen a nuestros hermanos a salidas desesperadas.
Saliendo de la
santa misa dominical de 11am nos percatamos que un hermano, de aproximadamente
25 años, trepó por las paredes exteriores del templo, con mucha agilidad, para
alcanzar las cúpulas y el techo de la Parroquia de San José, amenazando
arrojarse para quitarse la vida.
Nuestros
feligreses comenzaron a la distancia y desde el atrio parroquial a entrar en
contacto con él para disuadirlo y exhortarlo a reconsiderar las cosas, formando
así el primer equipo de contención.
Gracias a Dios
se hicieron presentes las diversas corporaciones que atienden estos casos
críticos para hacerse cargo de esta contingencia. Después de casi tres horas -y
con un gran profesionalismo- lograron, sin forcejeos, que este hermano bajara
por su propia voluntad.
Bendito Dios se
salvó una vida teniendo presente el desempeño profesional de las distintas
corporaciones y también la oración de tantos hermanos que ya no pudieron entrar
a la Iglesia para la santa misa de la 1pm, y se pusieron a hacer oración.
Queda la
satisfacción y la gratitud a Dios por el resultado de esta operación. Pero al
mismo tiempo queda la sincera preocupación para que nadie más se ponga en
predicamento ante las duras situaciones de soledad, marginación, pobreza y
desempleo que enfrentan en la vida.
Estas
situaciones desesperantes de tantas personas deben llevarnos a hacernos más
humanos y más hermanos, para ser más solidarios y cercanos con las personas que
más están sufriendo en estos tiempos de tribulación. Bastaría que este tipo de
situaciones desesperantes fueran consideradas por nuestras autoridades para que
se toquen el corazón y ofrezcan su mayor esfuerzo para buscar el progreso y la
reconciliación de nuestro pueblo. Basta de enconos, mentiras y polarizaciones
cuando tantos hermanos nos necesitan de manera urgente.
Nuestro
reconocimiento y gratitud a los hermanos y hermanas de las distintas
corporaciones que se hicieron presentes en esta contingencia: Bomberos, Policía
Estatal, Escuadrón de rescate, Seguridad Pública, Policía ministerial,
Protección civil y Guardia Nacional. Ha sido verdaderamente esperanzador verlos
trabajar en equipo y constatar la determinación que tienen para salvar una
vida. Espero no omitir a ninguna de las corporaciones que se hicieron
presentes.
Les encargo una
oración por este hermano que finalmente fue rescatado y por todos los hermanos
que pasan situaciones desesperantes, para que encuentren en nosotros una
comunidad samaritana que se preocupe del que yace en el camino.
Que de esta
forma ofrezcamos lo mejor de nosotros mismos y luchemos desde nuestras propias
trincheras para no dejar que nadie se pierde porque vale toda nuestra
dedicación salvar una vida. JJSJ
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