Según narran los evangelios, el ángel Gabriel le dijo a María que así como ella iba a ser la Madre de Jesús, su prima Isabel también estaba encinta de Juan el Bautista, y la Virgen fue en ayuda de su pariente durante tres meses.
Luego que María
Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, se
sintió iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a
aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de
Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio
anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la
Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a
quienes ama.
Por medio de la visita
de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo
a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc., los cuales constituyen los primeros favores que
nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San
Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un ‘Canal
inmenso’ por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las
cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.
Además, nuestra Madre María recibió el mensaje más
importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la Encarnación del Redentor
en el mundo, y en seguida se fue a prestar servicios humildes a
su prima Isabel. No fue como reina y señora sino como sierva humilde y
fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que la necesitan.
Este fue el primero de los numerosos viajes de
María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el mundo, Ella estará
siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo estén necesitando. También
fue la primera marcha misionera de María, ya que ella fue a llevar a Jesús a
que bendijera a otros, obra de amor que sigue realizando a cada día y cada
hora. Finalmente, Jesús empleó a su Madre para santificar a Juan Bautista y
ahora ella sigue siendo el medio por el cual Jesús nos
santifica a cada uno de nosotros que somos también hijos de su Santa Madre. ACI P
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