Ahora
que estamos comenzando este camino cuaresmal, estamos a tiempo de tomar este
pequeño documento en cuenta para ponerlo en práctica en nuestra familia y
disponernos para vivir una Semana Santa más plena.
Pero
¿cómo lograr involucrar a nuestros hijos en esta dinámica cuaresmal? Aquí te
dejo mis 5Tips para lograrlo.
PRIMERO.
Hagamos un plan familiar de cuaresma.
Es
básico tener un plan, pero lo es más que todos los miembros de la familia lo
conozcan para que lo puedan acoger, es decir, para que lo puedan hacer propio y
lo caminemos juntos.
Si
toda la familia entra en esa dinámica cuaresmal se vuelve más fácil todo ya que
nos vamos acompañando y podemos implementar acciones muy concretas en las que
todos podremos participar, cada uno a su nivel y conforme a su madurez, física
y espiritual.
Recordemos
que la cuaresma es un tiempo fuerte en cuanto a lo espiritual porque implica
prepararnos, purificarnos, quitar lo que nos sobra, lo que nos hace pesados y
nos impide caminar acompañando a Jesús en la próxima Semana Santa.
SEGUNDO.
Veamos la Cuaresma como un caminar por el desierto.
De
manera particular la figura del desierto nos ayuda mucho a situarnos en este
ambiente cuaresmal ya que el mismo Jesús fue llevado por el Espíritu al
desierto y ahí pasó cuarenta días en los que no probó alimento y fue tentado
por el diablo.
Esto
nos hace muy gráfico lo que debemos hacer durante la cuaresma, por eso los
viernes de cuaresma se nos invita a hacer ayuno y abstinencia, para mortificar
un poco el espíritu y purificarlo de los apegos materiales y hasta de los
espirituales.
En
la cuaresma podemos sentir desolación, desánimo, tristeza profunda, angustia,
etc. pero no debemos caer ante estas tentaciones que nos invitan a dejar este
camino cuaresmal para volver al mundo y a todo lo que él nos invita, pero
debemos tener fuerza de voluntad para resistir las tentaciones que el enemigo
nos pone, llevando una vida de oración más profunda y ofreciendo todo a Dios.
Esto
también lo pueden hacer nuestros hijos si tenemos un altar familiar con la
Biblia abierta y con un lugar donde pongan un papelito por cada vez que sienten
una tentación, por cada ofrecimiento de sus acciones o sentimientos o por cada
oración realizada. Esto les ayuda mucho, sobre todo a los más pequeños, a darse
cuenta de todo lo que van alcanzando y trabajando en esta cuaresma.
Al
final, podemos llevar todos los papelitos a Misa y ofrecerlos ahí a Dios para
que nuestros hijos vean que todo lo que hacemos y sentimos le puede dar gloria
a Dios.
TERCERO.
Veamos la realidad. Muchos factores nos alejan los unos de los otros.
Es
bueno que comencemos nuestro camino por el desierto cuaresmal desde una
ubicación en la realidad, tanto familiar como personal. ¿A qué me refiero? A
que debemos comenzar haciendo un examen de conciencia para ver en lo que
tenemos que trabajar, lo que tenemos que purificar y poner en las manos de Dios
para que nos ayude a superar en esta cuaresma.
Podemos
también analizar qué tanta esperanza tenemos o si somos de los que creemos que
ya no hay nada que hacer para que el mundo mejore y nos cruzamos de brazos,
derrotados por los problemas actuales.
Es
bueno ubicar nuestros puntos débiles, lo que más trabajo nos cuesta superar, lo
que nos hace falta perdonar, lo que debemos trabajar para no volver a caer en
la tentación, para hacer un plan familiar y personal de trabajo en esta
cuaresma.
CUARTO.
En cuaresma actuar es detenerse.
Debemos
tener en cuenta que en este tiempo las acciones son más interiores, es decir,
que implican detener nuestro ritmo de vida y voltear hacia dentro de nosotros
para ver qué nos duele o incomoda de nuestras acciones, no de las de los demás,
que podamos cambiar para acercarnos más al actuar de Jesús en cada situación.
Podemos
hacer un alto para entrar en oración y estar en comunicación más cercana con
Dios, para contarle nuestras cosas y pedirle las virtudes que nos hacen falta
para acompañarle en la Semana Santa. Y con nuestros hijos podemos hacer una
dinámica para que también ellos, a su nivel, hagan más oración y dialoguen con
Dios.
Podemos
y debemos propiciar espacios y tiempos de oración familiar y personal.
Pero esta oración se debe ver traducida en obras de misericordia y la cuaresma
es el tiempo perfecto para practicarlas desde lo más profundo de nuestro
corazón.
Podemos
proponernos como familia, hacer un alto en la vida cotidiana y dedicar tiempo a
realizar obras de misericordia, materiales o espirituales, permitiendo que
nuestros hijos las conozcan y las pongan en práctica.
Y
QUINTO. Que se libere el amor que hace nuevas todas las cosas, empezando por
las más pequeñas y cercanas.
Debemos
recordar que no hay amor más grande que el que da la vida por sus hermanos,
sobre todo los que están más necesitados; y no tenemos que irnos muy lejos,
debemos empezar con los que tenemos junto, con nuestra familia y vecinos.
Y
no es necesario hacer cosas exageradas o muy elaboradas, debemos comenzar por
las más pequeñas y sencillas, eso que a diario nos cuesta trabajo superar y que
nos lo dicen a cada rato, eso que nos incomoda porque ‘lo volvimos a hacer’.
Nuestros
hijos también pueden aprender a poner amor a las cosas pequeñas que se les
presenten en el día a día y buscar ayudar al que lo necesita en lo cotidiano,
haciendo extraordinario lo ordinario, desde el Amor que Dios nos regala para
superar nuestras limitaciones y para compartirlos con los que pone en nuestro
camino.
Si
logramos poner esto en práctica tendremos una cuaresma muy especial y dedicada
a preparar nuestro corazón para acompañar a Jesús en su Pasión, Muerte y Resurrección.
Dios
te bendiga y la Santísima Virgen María te cubra con su manto. SdelV
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