Ofrecemos estos
breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación
individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la
misa del domingo 30 de marzo de 2025.
Se dividen en tres
partes: lo que Dios nos dice; lo que nosotros podemos decirle a Él como
respuesta; y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que
ayuden a muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro
Señor.
Dios nos habla
“Todos los publicanos
y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los escribas
murmuraban, diciendo: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».
Jesús les dijo entonces esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos. El menor de
ellos dijo a su padre: “Padre, dame la parte de herencia que me corresponde”. Y
el padre les repartió sus bienes. Pocos días después, el hijo menor recogió
todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una
vida inmoral. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel
país, y comenzó a sufrir privaciones. Entonces se puso al servicio de uno de
los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. El
hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero
nadie se las daba. Entonces recapacitó y dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre
tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!” Ahora mismo
iré a la casa de mi padre y le diré: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros”.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo
besó. El joven le dijo: “Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco
ser llamado hijo tuyo”. Pero el padre dijo a sus servidores: “Traigan enseguida
la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los
pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi
hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado”. Y
comenzó la fiesta. El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la
casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. Y llamando a uno de
los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: “Tu hermano
ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha
recobrado sano y salvo”. Él se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para
rogarle que entrara, pero él le respondió: “Hace tantos años que te sirvo sin
haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un
cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha
vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el
ternero engordado!” Pero el padre le dijo: “Hijo mío, tú estás siempre conmigo,
y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano
estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado»” (Lc 15,1-3.13-32).
•
“Es Dios el que estaba en Cristo, reconciliando al mundo
consigo, no teniendo en cuenta los pecados de los hombres, y confiándonos la
palabra de la reconciliación. Nosotros somos, entonces, embajadores de Cristo,
y es Dios el que exhorta a los hombres por intermedio nuestro. Por eso, les
suplicamos en nombre de Cristo: déjense reconciliar con Dios. A Aquél que no
conoció el pecado, Dios lo identificó con el pecado en favor nuestro, a fin de
que nosotros seamos justificados por Él” (2
Cor 5,19-21).
Nosotros le hablamos
•
“Dios nuestro, que reconcilias maravillosamente al género
humano por tu Palabra hecha carne; te pedimos que el pueblo cristiano se
disponga a celebrar las próximas fiestas pascuales con una fe viva y una
entrega generosa. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos” (Oración Colecta).
Nuestra vida cambia
•
¿Nos dejamos reconciliar con Dios?
•
Como el hijo pródigo, ¿reflexionamos, volvemos, pedimos perdón
a Dios?
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