W.T. Purkiser.
Nada es más importante
que nuestras relaciones con otras personas. Digamos: sembrar semillas es importante; viajar y conocer otras
geografías es relevante; conocernos a nosotros mismos es básico; ahondar en el
mundo del conocimiento es apasionante; explorar la creación es deleitable;
trazar proyectos es estimulante; pero establecer o construir relaciones con
otras personas es lo mejor de esta vida. Hacer crecer nuestros apegos y
desarrollar hermandad, cariño, amistad, confianza, compañerismo, amor, lealtad,
aprecio, gratitud con o hacia otras personas es lo más trascendente que podemos
hacer.
Solos podemos lograr muchas hazañas, pero cuando lo
hacemos junto a otros seres humanos la victoria es más dulce y, por supuesto,
gratificante para más personas. Cuando invertimos en nosotros mismos (lo que
sea), la satisfacción es grande; pero cuando invertimos en otros la recompensa
es mayor y más profunda. Amar a otros significa nutrir nuestra vida y darle
significado. Cualquier bendición que recibamos es más significativa si podemos
compartirla con los demás.
Por supuesto, nuestra
relación más alta es la que establecemos con Dios. Y uno de los valores que Él aprecia con pasión es
el agradecimiento. Pero el agradecimiento activo. Por supuesto, es bueno estar
agradecidos por todo lo que tenemos, pero ser agradecidos es mucho más
productivo. El agradecimiento pasivo dice “Estoy
agradecido por un día más de vida. Punto”. El agradecimiento activo dice “Estoy
agradecido por un día más de vida, y, por lo tanto, voy a usar cada hora
haciendo algo de provecho”.
No es lo mismo pensar “Estoy agradecida de tener un
esposo tan trabajador, responsable y amoroso”, que ir y decirle a mi esposo “Mi
amor, estoy muy agradecida contigo y con Dios por lo amoroso, responsable y
trabajador que eres”. Una cosa es sentir agradecimiento por algo, y otra cosa
es hacer algo de ello, es decir, expresarlo, usar ese agradecimiento para
honrar a alguien.
“El ser agradecido te
puede cambiar desde un día hasta una vida completa. Sólo necesitas decir las
palabras” Margaret Cousins.
Dice el diccionario etimológico: “La palabra
‘gracias’ proviene del latín gratia, la cual deriva de gratus (agradable,
agradecido), y en latín gratia significa la honra o alabanza que sin más se
tributa a otro, para luego significar el reconocimiento de un favor”.
En el evangelio de Lucas (17:11-19) encontramos la historia de los diez leprosos que
fueron sanados por Cristo, de los cuales sólo uno regresó para expresarle su
agradecimiento. Seguramente los demás estaban profundamente agradecidos por
haber sido sanados de tan terrible enfermedad, y salvados de la muerte, pero
sólo uno de ellos decidió regresar a donde Jesús estaba y darle las
gracias. El Señor preguntó con admiración dónde estaban los
demás a quienes había sanado. ¿Cómo es que un agradecimiento tan grande puede
no ser expresado?
Si estoy agradecido por la provisión que tengo, es
decir, porque tengo un buen empleo y recibo buenos beneficios para mí y para mi
familia, una manera de ser agradecido es expresárselo a menudo a mi Dios y
Proveedor, además de ir y dar a otros un poco de lo que yo tengo. Esto es
porque la gracia se expande. Si bien es cierto que la gracia debe ser recibida
por cada uno de nosotros, también es cierto que potencialmente podemos ser
conductos transmisores de esa gracia, cuando estamos dispuestos a trabajar en
ella.
Al ser agradecidos activamos nuestra habilidad de
salir de nosotros mismos para ir al encuentro de otros. El
agradecimiento es siempre un motivador de buenas acciones. Hay gran
reciprocidad en el acto de agradecer. La acción de gracias
hacia Dios nos conecta inmediatamente a su amor y provisión. La comunicación se
abre en gran manera cuando abrimos nuestros labios y nuestro corazón para
expresar lo agradecidos que estamos.
El agradecimiento tiende puentes, afianza
amistades, alienta corazones, hace que todo esfuerzo valga la pena, eleva todo
sacrificio, fortalece todo amor, ennoblece nuestro carácter, fructifica toda
buena acción, extiende la gracia, evita malos entendidos, en pocas palabras, el
agradecimiento engrandece toda relación. Pero en especial, estrecha nuestra
relación con el Padre dador de vida, quien es rico en gracia y misericordia, y
quien derrama su gloria sobre todo ser viviente y sobre la extensión de la
tierra.
MG
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