El
óptimo Francesco Agnoli ha
entrevistado recientemente al prestigioso matemático, que ha reflexionado
ampliamente sobre la relación entre ciencia y metafísica, explicando: «Para mí
la matemática es un modelo de la verdad, -si bien es un modelo bastante
restringido por normas claras de consistencia-, que nos dice que una Verdad
absoluta (con V mayúscula) debe existir aunque no podamos comprenderla».
Y
añade:«Intentar justificar la existencia de Dios con la matemática me recuerda
la historia que se cuenta de San Agustín cuando, paseando por la orilla del mar
meditando sobre el misterio de la Trinidad, se encontró con un muchacho que
recogía el agua del mar con una cucharita y la echaba con cuidado en un cubo.
San Agustín le preguntó: ‘Muchacho, ¿qué haces?’ y el joven respondió: ‘Estoy
contando cuánta agua hay en el mar’. ‘Pero, ¡esto es imposible!’, replicó San
Agustín. Y el muchacho le respondió: ‘Entender el misterio de la Trinidad es
más difícil’. La matemática, que es la ciencia de la verdad lógica, ciertamente
nos ayuda a entender las cosas y es por lo tanto natural para un matemático que
cree en Dios, cualquiera que sea su denominación, reconciliar el concepto de la
existencia de Dios con la verdad que proviene de la matemática, aunque sea
limitada».
«Para
mí», sigue el profesor Bombieri, «es suficiente lo que dice Metastasio
[escritor y poeta italiano y uno de los más importantes libretistas de ópera
del siglo XVIII]: ‘Por donde gire la mirada, allí inmenso Dios te veo’. Mirar
el universo, en nuestra pequeñez, en lo grande al límite de lo incomprensible,
y también en lo abstracto de la matemática, me basta para justificar a Dios».
El
Big Bang y San Agustín
Por
otra parte, añade, «el Big Bang de la astrofísica moderna no nos hace pensar
sólo en la creación bíblica, sino que nos dice también que el tiempo ha sido
creado junto al universo, un concepto que se remonta a la metafísica de San
Agustín. La matemática es esencial para dar consistencia a todo esto, pero sola
no es suficiente para decir que esta visión del origen del universo estrellado
de Kant sea exacta al cien por cien».
El
célebre matemático ha querido también recordar a su maestro, el gran matemático
Ennio De Giorgi: «Algunos pobres que De Giorgi intentaba ayudar con asiduidad
habían aprendido sus horarios y cuando él llegaba a piazza dei Cavalieri, a los
pies de la escalinata que lleva a la entrada de la Escuela Normal de Pisa,
ellos ya estaban allí. Él siempre llevaba algo para darles, sin hacer que se
sintieran incómodos, sin tener jamás un gesto de impaciencia y menos aún de
fastidio. A mí me asombraba ver estos impulsos de generosidad y me parecía de
verdad que la bondad de Dios se manifestaba en él de manera sublime».
Un
Dios concreto, con amor
«Pascal
y De Giorgi», sigue diciendo Bombieri, «habían entendido que Dios no es sólo un
Dios platónico, abstracto, geométrico, aritmético o sencillamente creador de un
universo abandonado a sí mismo. Ellos tenían la visión de un Dios que es más
difícil de entender, un Dios que está hecho no sólo de potencia, sino también
de amor infinito. Sólo así es posible, con humildad, aceptar el concepto
cristiano de la Redención».
La
entrevista es en su conjunto de una gran belleza y vale la pena leerla. Es
interesante, por ejemplo, el comentario del profesor Bombieri a los versos de
Dante, poeta que él ama mucho («Dante es un conocedor profundo del alma humana
y nos presenta cómo el mundo de la naturaleza, el mundo de las fuerzas que
guían la vida humana y el mundo transcendente que pertenece a Dios están entrelazados
entre ellos», ha dicho), así como la reflexión que hace sobre el bien y el mal
y su existencia en el mundo matemático.
Hay
también espacio para un comentario al discurso de Benedicto XVI de abril de 2006 sobre la
matemática. Bombieri dice: «La consistencia matemática de nuestro universo es
ciertamente una razón para ver al Dios creador del universo, como bien lo
expresó el Papa Benedicto XVI en su discurso. Sin embargo, hay algo más. La
matemática abstracta, en cuanto coherente ciencia de la verdad lógica, nos
refuerza en la certeza de la verdad absoluta que es Dios. Dios es Creador, Amor
infinito y Verdad infinita».
El
pequeño divulgador científico creado por el mundo mediático, Piergiorgio
Odifreddi, [Benedicto XVI se molestó en escribirle 11 páginas de explicaciones] se lamentaba
en su libro “Perché Dio non esiste” (Aliberti 2010) escribiendo: «Carlo Rubbia
me parece que es católico. Enrico Bombieri, medalla Fields, es católico y va a
misa» (p. 122).
La
profundidad de las reflexiones del ganador italiano de la medalla Fields, que
se puede apreciar en esta entrevista, es ciertamente el motivo por el cual el
frívolo mundo mediático prefiere desgraciadamente dar espacio sólo a
pseudo-intelectuales, armados con textos superficiales y provocaciones banales.
Esta entrevista ha sido una muy apreciada excepción. RenL
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