domingo, 13 de abril de 2025

Historia de unos aspectos de la Cuaresma…

La Cuaresma es ese tiempo anual de oración y penitencia durante el cual la Iglesia prepara las almas a celebrar el misterio de la Redención. De un modo simbólico la comunidad cristiana, por medio del ayuno, la abstinencia y otros actos, algunos ya en desuso, reconoce los dones divinos profusamente dispensados durante los eventos de la historia de la salvación que duraron cuarenta días o cuarenta años.
Entre estos eventos se encuentran el diluvio universal, la estancia de Moisés con Dios en la montaña, la peregrinación de Israel por el desierto, el camino de Elías hasta el Horeb, la predicación de Jonás a los ninivitas y las tentaciones de Jesús.
Sobre el ayuno podemos decir que desde los siglos II y III en muchas iglesias ayunaban Viernes y Sábado Santos, y San Ireneo afirma que varias iglesias orientales ayunaban durante toda la Semana Santa. En el siglo IV la Iglesia amplió este ayuno y preparación para la fiesta de Pascua durante un período de cuarenta días, que ahora conocemos como la Cuaresma.
Ayunar viene de la costumbre judía en el Antiguo Testamento de diferir hasta la puesta del sol la única comida permitida. Ésta costumbre pasó a la Iglesia cristiana donde se observó muchísimo tiempo inviolablemente. Pero con el paso de los siglos, la hora del alimento paso de la puesta del sol, al atardecer, hasta realizarla al medio día, lo que hizo que algunos celosos de las tradiciones se molestasen por este ‘relajamiento de las costumbres’. También podemos mencionar que durante muchos siglos, el consumo de huevos, lácteos y otros alimentos como el vino fueron prohibidos. En el siglo XX, el Papa San Pablo VI el 17 de febrero de 1966, levantó la obligación del ayuno diario, quedando sólo a los días Miércoles de Ceniza y Viernes Santo.
En la antigüedad no sólo las diversiones y espectáculos eran prohibidos por la autoridad pública, sino que hasta los tribunales estaban cerrados para no alterar la paz, y así darle las condiciones propicias al pecador, para que reparase en las heridas de su alma y dispusiera su reconciliación con Dios. Ya en el año 380 Graciano y Teodosio publicaron una ley que ordenaba a los jueces suspendieran todo procedimiento y demanda durante la Cuaresma.
La cacería fue considerada por largos años incompatible con la Cuaresma, por la relajación de la moral y escándalo que le acompaña. En el siglo IX la prohibió el Papa San Nicolás I, y en el siglo XIII San Raymundo de Peñafort, enseñó que no se podía entregar la gente a este deporte durante la Cuaresma sin pecar inevitablemente.
Las guerras debían suspender las hostilidades durante la santa Cuaresma. En el siglo IV Constantino había ordenado que cesaran los ejercicios militares los domingos y viernes, para honrar a Cristo que sufrió y resucitó en esos días. En el siglo IX la Iglesia exigió para todo el mundo la suspensión de hostilidades durante toda la Cuaresma.
Esto derivó después en una época donde se aplicó la conocida ‘Tregua de Dios’, que era una orden donde no se podían portar armas desde la tarde de los miércoles hasta los días lunes de cada semana del año, con ello la Iglesia logró en toda Europa poner fin al derramamiento de sangre. Esta ordenanza, sancionada por la autoridad de los Papas y concilios, con el apoyo de todos los príncipes cristianos, era una mera extensión, cada semana del año, de la disciplina, de que toda actividad militar estaba prohibida en Cuaresma. JdeJBG

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