Editorial
reflexión teológica + aplicación práctica.
En
la Audiencia General del 20 de agosto, el Papa León XIV ofreció
una catequesis profundamente humana y evangélica sobre el arte del perdón. Para explicarlo, llevó a
los fieles a uno de los momentos más intensos del Evangelio: la Última
Cena. Allí, mientras la traición ya estaba en marcha, Jesús tomó un trozo de
pan y lo ofreció a Judas, el mismo que estaba a punto de entregarlo.
A
primera vista, podría parecer un gesto insignificante, casi rutinario en el
marco de una cena. Pero en realidad, como subrayó el Papa, es un acto cargado
de sentido: “Amar significa
dejar libre al otro, incluso para traicionar”. El perdón de Cristo
no niega la verdad del mal, pero le impide generar más mal.
El
perdón que libera
Jesús
no se engaña, no desconoce lo que está sucediendo. Con claridad sabe lo que hay
en el corazón de Judas. Y, aun así, en lugar de retirarse, acusar o
defenderse, elige amar hasta el final.
Lava los pies de sus discípulos, comparte la mesa y, en el momento más
doloroso, ofrece pan a quien lo traiciona.
El
Papa explicó que este gesto es más que un signo de hospitalidad: es el último intento del amor de no rendirse. Así
nos muestra que el verdadero perdón no espera el
arrepentimiento, sino que se ofrece primero, como un don
gratuito. No se trata de justificar el mal, sino de impedir que el mal tenga la
última palabra.
“Ese bocado es
nuestra salvación”, señaló León XIV. Porque nos dice que Dios lo hace todo, absolutamente
todo, para alcanzarnos, incluso cuando lo rechazamos.
El
perdón como fuerza y no como debilidad
En
una cultura donde con frecuencia se piensa que perdonar es ser débil o ingenuo,
el Papa recordó que el perdón es una fuerza activa,
capaz de cortar de raíz la cadena del resentimiento y abrir un futuro nuevo.
Perdonar
no significa olvidar lo sucedido ni decir que nada pasó. Significa renunciar
a que el rencor dicte el rumbo de nuestra vida. Significa
transformar la herida en un espacio donde la luz puede entrar. Y es allí donde
el perdón se convierte en esperanza.
Del
Evangelio a la vida cotidiana
El
mensaje no se queda en lo teórico ni en lo litúrgico. Es una invitación
práctica para nuestras relaciones cotidianas. “Hoy en día —recordó León
XIV— tantas relaciones se rompen, tantas historias se
complican, cuántas palabras no dichas quedan en el aire”.
¿Cuántas veces,
frente a una traición, una ofensa o un abandono, la reacción inmediata es
cerrarnos, protegernos o devolver el golpe? Jesús
nos enseña un camino distinto: ofrecer el pan incluso a quien
nos da la espalda.
Esto
no anula la herida ni el dolor, pero nos permite impedir que el odio y el
rencor decidan nuestro futuro. El perdón libera, en primer lugar, al que
lo concede: disuelve la amargura, devuelve la paz y abre espacio para que el
bien vuelva a florecer.
Cómo
vivir el perdón en la vida diaria
El Papa
León XIV invitó a todos los fieles a poner en práctica
este perdón activo y liberador. Estas son algunas formas concretas:
·
Ofrecer
el perdón de manera gratuita: No
esperar a que los demás cambien, sino dar el primer paso, siguiendo el ejemplo
de Jesús.
·
Romper
la cadena del resentimiento: Renunciar
a la venganza y al rencor que esclavizan el corazón.
·
Ver
el perdón como fuerza y no debilidad: Reconocer
que libera tanto al que lo concede como al que lo recibe.
·
Practicar
gestos de reconciliación: Buscar
el diálogo, tender la mano, cultivar empatía en la familia, el trabajo y la
comunidad.
·
Orar
por quienes nos han ofendido: Pedir
la gracia de perdonar desde el corazón y responder con amor incluso en lo
difícil.
·
Ser
constructores de paz: Promover
la armonía y el entendimiento en todos los espacios donde vivimos.
Conclusión
El Papa
León XIV nos invita a pedir “la gracia de saber perdonar, incluso cuando nos sentimos
incomprendidos o abandonados”. Amar hasta el final, como Cristo en
la Última Cena, significa creer que incluso la libertad herida del
otro puede ser rescatada por la luz del bien.
El
perdón cristiano no es ingenuidad, sino un acto de fe valiente y una decisión
de esperanza. Nos devuelve a nosotros mismos, rompe la lógica del resentimiento
y abre el corazón a la paz.
En
palabras del Papa: “Jesús, con el
sencillo gesto de ofrecer el pan, muestra que toda traición puede convertirse
en una oportunidad de salvación, si se elige espacio para un amor más grande”. RM
No hay comentarios.:
Publicar un comentario