Ofrecemos estos
breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación
individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la
misa del domingo 24 de agosto de 2025.
Se dividen en tres
partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a
comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta;
y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a
muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
•
“Jesús iba enseñando por las ciudades y pueblos, mientras se
dirigía a Jerusalén. Una persona le preguntó: «Señor, ¿es verdad que son pocos
los que se salvan?» Él respondió: «Traten de entrar por la puerta estrecha,
porque les aseguro que muchos querrán entrar y no lo conseguirán. En cuanto el
dueño de casa se levante y cierre la puerta, ustedes, desde afuera, se pondrán a
golpear la puerta, diciendo: “Señor, ábrenos”. Y él les responderá: “No sé de
dónde son ustedes”. Entonces comenzarán a decir: “Hemos comido y bebido
contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas”. Pero él les dirá: “No sé de dónde
son ustedes; ¡apártense de mí todos los que hacen el mal!” Allí habrá llantos y
rechinar de dientes, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los
profetas en el Reino de Dios, y ustedes sean arrojados afuera. Y vendrán muchos
de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el
banquete del Reino de Dios. Hay algunos que son los últimos y serán los
primeros, y hay otros que son los primeros y serán los últimos»” (Lc 13,22-30).
•
“Así habla el Señor: Yo mismo vendré a reunir a todas las
naciones y a todas las lenguas, y ellas vendrán y verán mi gloria. Yo les daré
una señal, y a algunos de sus sobrevivientes los enviaré a las naciones
extranjeras, a las costas lejanas que no han oído hablar de mí ni han visto mi
gloria. Y ellos anunciarán mi gloria a las naciones. Ellos traerán a todos los
hermanos de ustedes, como una ofrenda al Señor, hasta mi Montaña santa de
Jerusalén. Los traerán en caballos, carros y literas, a lomo de mulas y en
dromedarios -dice el Señor- como los israelitas llevan la ofrenda a la Casa del
Señor en un recipiente puro. Y también de entre ellos tomaré sacerdotes y
levitas, dice el Señor” (Is 66,18-21).
Reflexión
“Carísimos hermanos,
Dios va pregonando que ha puesto en venta el reino del cielo… Si alguien
pregunta por el precio, se le responderá: No necesita precio terreno el que
quiere dar el reino del cielo, ni nadie puede dar a Dios algo que no tenga,
pues suyo es cuanto existe. Y sin embargo, Dios no da gratuitamente una cosa de
tanto valor, pues no la da a quien no ama. En efecto, nadie da lo que le es
caro a aquel para quien no es caro. Pues bien, como Dios no necesita de tus
bienes, y como por otra parte no debe dar un bien tan valioso a quien no se
preocupa de amarlo, sólo exige amor, sin el cual no debe dar nada. Por tanto,
da amor y recibe el reino” (San Anselmo
de Cantorbery, Carta 112).
Nosotros le hablamos
•
“Señor Dios, que unes a tus fieles en una sola voluntad;
concédenos amar lo que mandas y esperar lo que prometes, para que, en la
inestabilidad del mundo presente, nuestros corazones estén firmes donde se
encuentra la alegría verdadera. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive
y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los
siglos” (Oración Colecta).
Nuestra vida cambia
•
¿Pienso en la salvación?
•
¿Deseo que los demás se acerquen a Dios y se salven?
•
¿Qué hago por esta intención?
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