miércoles, 27 de febrero de 2013

Salmo 51


Salmo 51 – Contra la violencia de los calumniadores

▬ El salmista, ministro de la casa de Dios, asiste a las maquinaciones de un rival, que, sin escrúpulos, quiere suplantarle en sus funciones dentro del templo.
El salmista sabe que seguirá establemente en el servicio divino, porque Dios es justo.
▬  Como contra Cristo, también contra la Iglesia se yerguen los jactanciosos, amantes del mal, de las calumnias y de la destrucción, pretendiendo también dar gloria a Dios dando muerte a los fieles.
▬  Cristo juzgará a los perseguidores y concederá la corona de la vida a sus siervos fieles.

¿Por qué te glorías de la maldad y te envalentonas contra el piadoso? Estás todo el día maquinando injusticias, tu lengua es navaja afilada, autor de fraudes; prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez; prefieres las palabras corrosivas, lengua embustera. Pues Dios te destruirá para siempre, te abatirá y te barrerá de tu tienda; arrancará tus raíces del suelo vital. Lo verán los justos, y temerán, y se reirán de él: "mirad al valiente que no puso en Dios su apoyo, confió en sus muchas riquezas, se insolentó en sus crímenes". Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios por siempre jamás. Te daré siempre gracias porque has actuado; proclamaré delante de tus fieles: "Tu nombre es bueno".

«Palabras corrosivas»
● Eso me hace despertar alarmado ante la conciencia de mi falta de responsabilidad. La crítica o el chisme que tan fácilmente dejan mis labios, que yo dejo escapar en broma y sin darle importancia, que defiendo como práctica universal y ligereza perdonable, son, en realidad, golpe duro, inhumano y cruel.
● Soy cruel cuando hablo mal de otros. Soy brutal cuando murmuro, y sin corazón cuando critico. Echo por tierra reputaciones, pongo en peligro relaciones de otros entre sí, mancho el buen nombre de los demás.
● Y la mancha queda, porque los hombres tienden a creer el mal e ignorar el bien. Mi lengua es instrumento de destrucción, y yo no lo sabía.
«Tu lengua es navaja afilada, autor de fraudes; prefieres el mal al bien, la mentira a la honradez; prefieres las palabras corrosivas, lengua embustera».

Oh Padre, cuyo nombre es bueno, haz que pongamos nuestro apoyo en ti, que no confiemos en las riquezas y que, abandonados a tu misericordia, moremos por siempre en tu santa casa, que es la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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