domingo, 7 de abril de 2013

Salmo 90


Salmo 90 – Bajo la protección del Altísimo

Este es uno de los salmos más típicos de la Cuaresma. El tentador cita a Jesús, en el evangelio de la "tentación en el desierto", del primer domingo de Cuaresma. Es un salmo de peregrinación, que hace entrar en escena un rey, comprometido en una guerra a la vez nacional y religiosa, contra naciones paganas, y por ellas, contra los poderes del mal desencadenados...
Sube en peregrinación al templo para pasar allí la noche, y ser favorecido con una revelación divina, un oráculo en medio de su oración. La naturaleza de la lucha, supuesta en juego, son "escatológicos" Es la lucha del rey-Mesías contra todas las fuerzas que nos oprimen. ¡Es el combate de Jesús!

1. CON ISRAEL
En hebreo, el verbo "reposar" del segundo versículo, significa "pasar la noche a la sombra del Altísimo". Como Salomón cuando venía a pasar la noche en Gabaón (I Reyes 3,4-15), como Saúl que solicitaba un oráculo (1 Samuel 28, 5-6), antes de dar una batalla decisiva, el Rey de Israel viene a pasar una noche en oración en el Templo. Y hacia el final de la noche de oración, Dios toma la palabra para pronunciar un oráculo solemne y anunciar al rey la victoria.

2. CON JESÚS
Después de 40 días de oración y de ayuno pasados en el desierto cerca de Dios, justo antes de emprender su gran combate escatológico, Jesús es tentado por el mal. Satanás le cita este salmo: "Échate de lo alto del Templo, porque Dios prometió que enviaría a sus ángeles para llevarte en sus manos y que tu pie no tropiece contra ninguna piedra". ¡Jesús "oró" realmente este salmo! Y esto es poco decir: El lo "vivió".

3. CON NUESTRO TIEMPO
El mal se despliega, pero Dios está presente en el corazón de la historia, y el mal será un día definitivamente vencido: certeza de la victoria de Dios a la que estamos asociados. La abundancia de "imágenes" sucesivas nos da idea de la amplitud de la contienda: "la red del cazador"... "El mal pernicioso"... "Los terrores de la noche"... "Las flechas que vuelan en pleno día"... "El mal que ronda en la oscuridad"... (Es el más peligroso, que no dice su nombre, el mal solapado; la trampa nocturna) "Las calamidades del medio día"... "La desgracia"... "El peligro"... "La víbora, el escorpión, el león, el dragón"... ¡Esta última palabra denomina eminentemente al mal!

Tú que habitas al Amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente, di al Señor: "Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en Ti". El te librará de la red del cazador, de la peste funesta. Te cubrirá con sus plumas, bajo sus alas te refugiarás: Su brazo es escudo y armadura. No temerás el espanto nocturno, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que se desliza en las tinieblas, ni la epidemia que devasta a mediodía. Caerán a tu izquierda mil, diez mil a tu derecha; a ti no te alcanzará. Nada más mirar con tus ojos, verás la paga de los malvados, porque hiciste del Señor tu refugio, tomaste al Altísimo por defensa. No se acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos; te llevará en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y víboras, pisotearás leones y dragones. "Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé. Con él estaré en la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré, lo saciaré de largos días y le haré ver mi salvación".

DIOS SE CUIDA DE MI
Mi vida entera está bajo tu protección, Señor, y quiero acordarme de ello cada hora y cada minuto, según vivo mi vida en la plenitud de mi actividad y el descanso de tu cuidado.
De día y de noche, en la luz y en la oscuridad, tú estás a mi lado, Señor. Necesito esa confianza para enfrentarme a los peligros que me acechan por todas partes. Este mundo no es sitio seguro ni para el alma ni para el cuerpo, y no puedo aventurarme solo en terreno enemigo. Quiero escuchar una y otra vez las palabras que me aseguran tu protección cuando empiezo un nuevo día al levantarme y cuando entrego mi cuerpo al sueño por la noche, para sentirme así seguro en el trabajo y en el descanso bajo el cariño de tu providencia.
«No se te acercará la desgracia… porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos».
Hermosas palabras llenas de consuelo. Hermoso pensamiento de ángeles que vigilan mis pasos para que no tropiece en ninguna piedra. Hermosa imagen de tu providencia que se hace alas y revolotea sobre mi cabeza con mensaje de protección y amor. Gracias por tus ángeles, Señor. Gracias por el cuidado que tienes de mí. Gracias por tu amor.
Y ahora quiero escuchar de tus propios labios las palabras más bellas que he oído en mi vida, que me traen el mensaje de tu providencia diaria como signo eficaz de la plenitud de la salvación que en ellas se encierra. Dilas despacio, Señor, que las escucho con el corazón abierto.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré, porque conoce mi nombre; me invocará y lo escucharé».

Dios omnipotente, nuestra confianza consiste en poder estar contigo: tú te pones junto a nosotros y nos libras, nos escuchas cuando te invocamos.

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