Salmo 92 – Desde siempre, Tú eres
El tema central de este himno se vuelve a encontrar en un grupo de salmos cultuales, denominados habitualmente “Himnos a la realeza del Señor” (Salmo 47; 96 - 99).
+ Todos estos poemas proclaman al Señor como Rey universal, destacando los diversos motivos en que se funda su realeza.
+ En este caso, la soberanía del Señor aparece fundada en el acto de la creación y afianzamiento del mundo, que los vs. 3-4 describen -con evidentes reminiscencias mitológicas- como una victoria divina sobre las fuerzas del caos.
+ El versículo final alude a la Revelación concedida a Israel, porque la obra creadora de Dios es inseparable de sus manifestaciones salvíficas en la historia.
+ Todos estos poemas proclaman al Señor como Rey universal, destacando los diversos motivos en que se funda su realeza.
+ En este caso, la soberanía del Señor aparece fundada en el acto de la creación y afianzamiento del mundo, que los vs. 3-4 describen -con evidentes reminiscencias mitológicas- como una victoria divina sobre las fuerzas del caos.
+ El versículo final alude a la Revelación concedida a Israel, porque la obra creadora de Dios es inseparable de sus manifestaciones salvíficas en la historia.
1. CON ISRAEL
"Salmo del Reino de Dios": El cosmos, del que es rey, lo aclama a su manera: la tierra, el mar... El es el Rey de la historia, porque hizo triunfar a su pueblo (paso del Mar Rojo, Dios domina las olas). Será el Rey escatológico, mediante su victoria definitiva sobre todas las fuerzas del mal "por el transcurso de los tiempos"... Todas las imágenes están tomadas del ritual de entronización de los reyes.)... Pero, a diferencia de los reyes. Dios no recibe la realeza, El lo es eternamente, "desde siempre", "desde el principio".
"Salmo del Reino de Dios": El cosmos, del que es rey, lo aclama a su manera: la tierra, el mar... El es el Rey de la historia, porque hizo triunfar a su pueblo (paso del Mar Rojo, Dios domina las olas). Será el Rey escatológico, mediante su victoria definitiva sobre todas las fuerzas del mal "por el transcurso de los tiempos"... Todas las imágenes están tomadas del ritual de entronización de los reyes.)... Pero, a diferencia de los reyes. Dios no recibe la realeza, El lo es eternamente, "desde siempre", "desde el principio".
2. CON JESÚS
La Iglesia nos propone este salmo en la Fiesta de “Cristo Rey”. El Evangelio relata cómo Jesús fue interrogado por Pilatos: “¿eres tú Rey? El respondió: mi Reino no es de este mundo. Pilatos insiste: Entonces ¿Tú eres Rey? Jesús respondió: tú lo has dicho. Yo soy Rey: para esto nací y vine a este mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Juan 18,33-37). Muchos textos del Antiguo Testamento anunciaron al Mesías como un "Rey", especialmente el Libro de Daniel (7,13-14), que se lee igualmente en la Misa de Cristo Rey.
La Iglesia nos propone este salmo en la Fiesta de “Cristo Rey”. El Evangelio relata cómo Jesús fue interrogado por Pilatos: “¿eres tú Rey? El respondió: mi Reino no es de este mundo. Pilatos insiste: Entonces ¿Tú eres Rey? Jesús respondió: tú lo has dicho. Yo soy Rey: para esto nací y vine a este mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz" (Juan 18,33-37). Muchos textos del Antiguo Testamento anunciaron al Mesías como un "Rey", especialmente el Libro de Daniel (7,13-14), que se lee igualmente en la Misa de Cristo Rey.
3. CON NUESTRO TIEMPO
El autor del salmo 92 se maravilla con las bellezas de la creación qué consideraba como una especie de "manto con el cual Dios se revestía". La imagen es admirable. Nos sugiere por una parte que Dios creador debe ser aún más bello que las maravillas que ha hecho... Y por otra que la creación, paradójicamente nos muestra y nos oculta a la vez al Creador. Ejercitemos la "oración" ante el hermoso espectáculo de la naturaleza, pesando en Aquél que es su autor.
El autor del salmo 92 se maravilla con las bellezas de la creación qué consideraba como una especie de "manto con el cual Dios se revestía". La imagen es admirable. Nos sugiere por una parte que Dios creador debe ser aún más bello que las maravillas que ha hecho... Y por otra que la creación, paradójicamente nos muestra y nos oculta a la vez al Creador. Ejercitemos la "oración" ante el hermoso espectáculo de la naturaleza, pesando en Aquél que es su autor.
El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder: así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno. Levantan los ríos, Señor, levantan los ríos su voz, levantan los ríos su fragor; pero más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor. Tus mandatos son fieles y seguros; la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.
EL SEÑOR DE LAS AGUAS
Contemplo con temor reverente el espectáculo eterno de las olas enfurecidas de un mar en rebeldía que se abaten sin tregua sobre las rocas altaneras del acantilado inmóvil. El fragor creciente, la marea en pulso, el choque frontal, la furia blanca, la firmeza estatuaria, la espuma rabiosa, el arco iris súbito, la omnipotencia frustrada, y las aguas que retroceden para volver a la carga una y otra vez. Nunca me canso de contemplar el poder del mar, el abismo original donde se formó la vida, la profundidad secreta, el palpitar incansable, la oscura transparencia, la extensión sin fin. Imagen y espejo del Señor que lo hizo.
«Más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente que el cielo es el Señor».
Adoro tu poder, Señor, y me inclino en humildad ante tu majestad. Me regocijo al ver destellos de tu omnipotencia, al verte como Dueño absoluto de la tierra y del mar, porque yo lucho en tu bando, y tus victorias son mías. Aumenta mi confianza, mi valor y mi alegría. Mi Rey es Rey de reyes y Señor de señores. Mi vida es más fácil, porque tú eres Rey. Mi futuro está asegurado, porque tú reinas sobre todos los tiempos. Mi salvación está conseguida, porque tú, Dios omnipotente, eres mi Redentor. Tu poder es la garantía de mi fe.
Me gusta contemplar el mar, porque me habla de tu majestad, Señor.
«El Señor reina, vestido de majestad».
Contemplo con temor reverente el espectáculo eterno de las olas enfurecidas de un mar en rebeldía que se abaten sin tregua sobre las rocas altaneras del acantilado inmóvil. El fragor creciente, la marea en pulso, el choque frontal, la furia blanca, la firmeza estatuaria, la espuma rabiosa, el arco iris súbito, la omnipotencia frustrada, y las aguas que retroceden para volver a la carga una y otra vez. Nunca me canso de contemplar el poder del mar, el abismo original donde se formó la vida, la profundidad secreta, el palpitar incansable, la oscura transparencia, la extensión sin fin. Imagen y espejo del Señor que lo hizo.
«Más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente que el cielo es el Señor».
Adoro tu poder, Señor, y me inclino en humildad ante tu majestad. Me regocijo al ver destellos de tu omnipotencia, al verte como Dueño absoluto de la tierra y del mar, porque yo lucho en tu bando, y tus victorias son mías. Aumenta mi confianza, mi valor y mi alegría. Mi Rey es Rey de reyes y Señor de señores. Mi vida es más fácil, porque tú eres Rey. Mi futuro está asegurado, porque tú reinas sobre todos los tiempos. Mi salvación está conseguida, porque tú, Dios omnipotente, eres mi Redentor. Tu poder es la garantía de mi fe.
Me gusta contemplar el mar, porque me habla de tu majestad, Señor.
«El Señor reina, vestido de majestad».
Dios eterno, más potente que el oleaje del mar eres tú, y la santidad es el adorno de tu casa: que nuestras alabanzas lleguen hasta ti; acógelas, pues interpretan el canto de todas las criaturas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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