Salmo 96 – El Altísimo está sobre toda la tierra
► La frase inicial de este “Himno a la realeza del Señor” (Sal 47; 93; 96; 98 - 99) es una solemne proclamación, que anuncia el advenimiento del Reino de Dios, inaugurado por una teofanía de la que participan todos los elementos de la naturaleza (vs. 1-5).
► Esta manifestación del Señor como Rey significa el triunfo definitivo de la justicia (v. 6) y es un motivo de júbilo para su Pueblo (vs. 8, 11).
► La exhortación final (v. 12) parece estar dirigida a la comunidad congregada en el Templo, que actualizaba cultualmente la victoria del Señor sobre sus enemigos y el establecimiento de su Reino.
► Esta manifestación del Señor como Rey significa el triunfo definitivo de la justicia (v. 6) y es un motivo de júbilo para su Pueblo (vs. 8, 11).
► La exhortación final (v. 12) parece estar dirigida a la comunidad congregada en el Templo, que actualizaba cultualmente la victoria del Señor sobre sus enemigos y el establecimiento de su Reino.
1. CON ISRAEL
Salmo del Reino de Dios. Una vez más, Israel invita a la "tierra entera", comprendidas también, las "islas lejanas" (para un judío terreno por excelencia, las islas son símbolo de lo que está lejos, perdido en el mar, ¡allá!). Y esta invitación, es una convocación para venir a celebrar una fiesta de la "realeza" de Dios.
2. CON JESÚS
"El Señor es rey". "Venga tu Reino, así en la tierra como en el cielo". Sabemos la pasión de Jesús por su Padre. Entregó su vida al Reino.
Sin embargo, Jesús, siendo el Hijo de Dios, evitó deliberadamente todo destello divino durante el tiempo de su Encarnación.
Sin embargo, Jesús, siendo el Hijo de Dios, evitó deliberadamente todo destello divino durante el tiempo de su Encarnación.
3. CON NUESTRO TIEMPO
Delante de Dios. El Dios ante quien estoy es viviente. Cinco veces, en este salmo, somos invitados a estar "delante" de Dios. Lenguaje muy elocuente. El hombre, en el fondo, no tiene existencia autónoma: su ser no lo tiene por sí mismo... El está solamente "delante" de Dios. ¡Él es! Yo soy, solamente "delante" de Él.
El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodea, justicia y derecho sostienen su trono. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Los que adoran estatuas se sonrojan, los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran todos los dioses. Lo oye Sión, y se alegra, se regocijan las ciudades de Judá por tus sentencias, Señor; porque Tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. El Señor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados. Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.
ALEGRAOS EN EL SEÑOR
El gran mandamiento: ¡Alegraos! Esencia y resumen de todos los demás mandamientos. Ama y adora, sé justo y amable, ayuda a los demás y haz el bien. En una palabra, alégrate, y haz que los demás se alegren. Logra en tu vida y muestra en tu rostro la felicidad que viene de servir al Señor. Alégrate con toda tu alma en su servicio. Sé sincero en tu sonrisa y genuino en tu reír. Trae la alegría a tu vida, y que ello sea señal y prueba de que estás a gusto con Dios y con su creación, con los hombres y la sociedad. Alégrate de corazón. El Señor está contigo. (…)
Gracias por la alegría que me das, Señor; gracias por el valor de sonreír, el derecho a la esperanza, el privilegio de mirar al mundo y sentirme contento. Gracias por tu amor, por tu poder y por tu providencia, que son el fundamento inamovible de mi alegría diaria. Alegraos conmigo todos los que conocéis y amáis al Señor.
«Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre».
El gran mandamiento: ¡Alegraos! Esencia y resumen de todos los demás mandamientos. Ama y adora, sé justo y amable, ayuda a los demás y haz el bien. En una palabra, alégrate, y haz que los demás se alegren. Logra en tu vida y muestra en tu rostro la felicidad que viene de servir al Señor. Alégrate con toda tu alma en su servicio. Sé sincero en tu sonrisa y genuino en tu reír. Trae la alegría a tu vida, y que ello sea señal y prueba de que estás a gusto con Dios y con su creación, con los hombres y la sociedad. Alégrate de corazón. El Señor está contigo. (…)
Gracias por la alegría que me das, Señor; gracias por el valor de sonreír, el derecho a la esperanza, el privilegio de mirar al mundo y sentirme contento. Gracias por tu amor, por tu poder y por tu providencia, que son el fundamento inamovible de mi alegría diaria. Alegraos conmigo todos los que conocéis y amáis al Señor.
«Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre».
Señor, tú has hecho maravillas: que todos los hombres te conozcan a través de tu Iglesia, y que ésta sirva a los hombres con humildad y rectitud. Por Jesucristo, nuestro Señor.
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