Salmo 144 – Bendeciré tu nombre por siempre
Para cantar las perfecciones de Yahvé, que señalan sus intervenciones en la historia, este himno copia y reproduce un cierto número de sentencias muy repetidas, que organiza en un poema alfabético.
Alaba y exalta la grandeza y el poder de Yahvé, su bondad y su amor, la gloria y el poder de su reino, su justicia y verdad.
¡Que todo hombre le bendiga para siempre!
Alaba y exalta la grandeza y el poder de Yahvé, su bondad y su amor, la gloria y el poder de su reino, su justicia y verdad.
¡Que todo hombre le bendiga para siempre!
1. CON ISRAEL
El salmista no puede contenerse de "dar gloria" a su rey que es Dios. Alaba su "gloria", su "magnificencia", su "grandeza" su "poder", su "esplendor"... ¡Cualidades eminentemente reales! Pero canta también su "bondad", su "justicia", su "ternura", su "piedad", su "amor", su "fidelidad", su "proximidad"... Cualidades más que todo paternales. ¡Dios es Rey! Pero un rey que pone todo su poder al servicio de su amor y derrama sus bendiciones sobre la humanidad.
2. CON JESÚS
Jesús es la expresión viviente y la encarnación de esta ternura de Dios de que habla el salmo 144, El es aquel "que sostiene a los que caen y levanta a los agobiados".
3. CON NUESTRO TIEMPO
Dime cómo es tu oración, y te diré quién eres. Hay personas que dicen "amar" a otra persona, y de hecho sólo se aman a sí mismas: todo su lenguaje, todas sus actitudes, son únicamente para "aprovecharse" del otro y no para "servirlo"... "A menudo somos también con Dios interesados egoístas". Aunque decimos a Dios "hágase tu voluntad", de hecho estamos diciendo "que mi voluntad sea hecha".
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey; bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.
«Una generación pondera tus obras a la otra y le cuenta tus hazañas».
► El tema de la oración de Israel es su propia historia, y así, al rezar, preserva su herencia y la vuelve a aprender; forma la mente de los jóvenes mientras recita la salmodia de siempre con los ancianos. Coro de unidad en medio de un mundo de discordia.
► Por eso amo tus salmos, Señor, más que ninguna otra oración. Porque nos unen, nos enseñan, nos hacen vivir la herencia de siglos en la exactitud del presente. Te doy gracias por tus salmos, Señor, los aprecio, los venero, y con su uso diario quiero entrar más y más en mi propia historia como miembro de tu Pueblo, para transmitirla después en rito y experiencia a mis hermanos menores.
«Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas».
Que el rezo de tus salmos sea lazo de unión en tu Pueblo, Señor.
► Por eso amo tus salmos, Señor, más que ninguna otra oración. Porque nos unen, nos enseñan, nos hacen vivir la herencia de siglos en la exactitud del presente. Te doy gracias por tus salmos, Señor, los aprecio, los venero, y con su uso diario quiero entrar más y más en mi propia historia como miembro de tu Pueblo, para transmitirla después en rito y experiencia a mis hermanos menores.
«Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas».
Que el rezo de tus salmos sea lazo de unión en tu Pueblo, Señor.
Te damos gracias, Señor, porque eres cariñoso con todas tus criaturas, porque has querido que no nos falte ninguna clase de bienes celestiales; ayúdanos a ponderar siempre tus obras y a contar tus hazañas, explicando a los hombres la gloria de tu reinado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.