Salmo 138 – Señor, tú sabes
En un lenguaje de profundo lirismo, el salmista expresa su admiración ante la insondable sabiduría de Dios, que penetra todas las cosas y sondea hasta lo más íntimo del corazón humano.
+ El tono sereno y meditativo del Salmo se interrumpe bruscamente en el v. 19, para introducir una severa imprecación contra los impíos.
+ Esta imprecación -que a primera vista parece fuera de lugar - da mucha luz sobre la situación en que el Salmo fue pronunciado originariamente: el salmista, hostigado por “hombres sanguinarios” (v. 19), se somete al juicio de Dios, pidiéndole que “examine” su conducta y sus intenciones (v. 23).
+ Su hondo sentido de la trascendencia divina le impide declarar abiertamente su inocencia, y sólo la insinúa con una gran humildad (v. 24).
+ El tono sereno y meditativo del Salmo se interrumpe bruscamente en el v. 19, para introducir una severa imprecación contra los impíos.
+ Esta imprecación -que a primera vista parece fuera de lugar - da mucha luz sobre la situación en que el Salmo fue pronunciado originariamente: el salmista, hostigado por “hombres sanguinarios” (v. 19), se somete al juicio de Dios, pidiéndole que “examine” su conducta y sus intenciones (v. 23).
+ Su hondo sentido de la trascendencia divina le impide declarar abiertamente su inocencia, y sólo la insinúa con una gran humildad (v. 24).
1. CON ISRAEL
Israel es un pueblo concreto, realista. No se trata de una meditación filosófica y abstracta, es un diálogo íntimo con Dios. El tema tratado por el salmista se relaciona con los puntos más álgidos de la investigación teológica de todos los hombres: ¡Dios lo sabe todo! ¡Dios está presente en todo lugar! ¡Dios ha hecho todo! Sin embargo, estos atributos divinos no son meditados aquí, en sí mismos sino en una perspectiva "personalizada": "Tú me conoces... sabes cuando me siento y cuando me levanto...". Lenguaje maravillosamente poético, íntimo. No se encuentra a Dios cuando se lo considera como "problema"... El es "Alguien". No sirve mayor cosa "discutir" sobre Dios... Se trata de experimentarlo.
2. CON JESÚS
¿Quién mejor que Jesús vivió este sentimiento de "total pertenencia", de presencia constante "con el Padre"...?
Esto es aún más cierto de la gran "noche" de tinieblas que anonadaron a Jesús aparentemente y que sin embargo fueron la gran "luz" de la presencia divina. Aun en medio de su Pasión y muerte, Jesús estuvo "con" Dios.
¿Quién mejor que Jesús vivió este sentimiento de "total pertenencia", de presencia constante "con el Padre"...?
Esto es aún más cierto de la gran "noche" de tinieblas que anonadaron a Jesús aparentemente y que sin embargo fueron la gran "luz" de la presencia divina. Aun en medio de su Pasión y muerte, Jesús estuvo "con" Dios.
3. CON NUESTRO TIEMPO
Transparencia, secreto de amor. "Ninguna creatura escapa a la mirada (de amor) de Dios, todo está al descubierto y al desnudo ante sus ojos" (Hebreos 4,13). En lugar de ver en ello una insoportable tiranía, el autor del salmo la considera como una fuente de serenidad total, "Tú me conoces, mi amor. Sabes todo sobre mí.
Transparencia, secreto de amor. "Ninguna creatura escapa a la mirada (de amor) de Dios, todo está al descubierto y al desnudo ante sus ojos" (Hebreos 4,13). En lugar de ver en ello una insoportable tiranía, el autor del salmo la considera como una fuente de serenidad total, "Tú me conoces, mi amor. Sabes todo sobre mí.
Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares. No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco. ¿Adónde iré lejos de tu aliento, adónde escaparé de tu mirada? Si escalo el cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha. Si digo: "que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí", ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día. Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente, porque son admirables tus obras; conocías hasta el fondo de mi alma, no desconocías mis huesos. Cuando, en lo oculto, me iba formando, y entretejiendo en lo profundo de la tierra, tus ojos veían mis acciones, se escribían todas en tu libro; calculados estaban mis días antes que llegase el primero. ¡Qué incomparables encuentro tus designios, Dios mío, qué inmenso es su conjunto! Si me pongo a contarlos, son más que arena; si los doy por terminados, aún me quedas tú. Señor, sondéame y conoce mi corazón, ponme a prueba y conoce mis sentimientos, mira si mi camino se desvía, guíame por el camino eterno.
ME CONOCES A FONDO
Conoces mis pensamientos, mis palabras, mis idas y venidas, mis motivos y pasiones, mi lealtad y mis fallos, mi carácter, mi personalidad. Me conoces mejor que yo mismo. Me entiendes aun en lo que yo no me entiendo a mí mismo. Me descansa saber que al menos hay alguien que me entiende.
Sé que el conocimiento propio es el camino de la salud mental y de la perfección espiritual. He trabajado por conseguirlo sin éxito, y ahora caigo en la cuenta de que en ti es donde me encuentro a mí mismo, en tu rostro veo el reflejo del mío, en el conocimiento que tú tienes de mí es donde he de encontrar el propio conocimiento que afanosamente busco. Tratar contigo en la oración es la mejor manera de llegar a conocerme a mí mismo. Esta iluminación marca una nueva etapa en mi carrera espiritual.
Tú conoces hasta mi cuerpo, que, según empiezo a ver ahora, juega un papel mucho más importante en mi vida de lo que yo había creído hasta ahora, unido como está a mi alma en vínculo íntimo de influencia mutua en existencia fundida.
«Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Conoces hasta el fondo de mi alma, no desconoces mis huesos»
Llévame a que me entienda a mí mismo como un todo, alma y cuerpo, sentidos y mente, sabiduría y locura, tal como soy en la unicidad de mi carácter y en la santidad de mi naturaleza, que lleva tu sello. Dame, Señor, la gracia suprema del conocimiento propio frente a ti en el contexto de tu creación entera. En esa gracia están todas las gracias.
Conoces mis pensamientos, mis palabras, mis idas y venidas, mis motivos y pasiones, mi lealtad y mis fallos, mi carácter, mi personalidad. Me conoces mejor que yo mismo. Me entiendes aun en lo que yo no me entiendo a mí mismo. Me descansa saber que al menos hay alguien que me entiende.
Sé que el conocimiento propio es el camino de la salud mental y de la perfección espiritual. He trabajado por conseguirlo sin éxito, y ahora caigo en la cuenta de que en ti es donde me encuentro a mí mismo, en tu rostro veo el reflejo del mío, en el conocimiento que tú tienes de mí es donde he de encontrar el propio conocimiento que afanosamente busco. Tratar contigo en la oración es la mejor manera de llegar a conocerme a mí mismo. Esta iluminación marca una nueva etapa en mi carrera espiritual.
Tú conoces hasta mi cuerpo, que, según empiezo a ver ahora, juega un papel mucho más importante en mi vida de lo que yo había creído hasta ahora, unido como está a mi alma en vínculo íntimo de influencia mutua en existencia fundida.
«Tú has creado mis entrañas, me has tejido en el seno materno. Conoces hasta el fondo de mi alma, no desconoces mis huesos»
Llévame a que me entienda a mí mismo como un todo, alma y cuerpo, sentidos y mente, sabiduría y locura, tal como soy en la unicidad de mi carácter y en la santidad de mi naturaleza, que lleva tu sello. Dame, Señor, la gracia suprema del conocimiento propio frente a ti en el contexto de tu creación entera. En esa gracia están todas las gracias.
Tú, Señor, que nos conoces y, con tu mirada, penetras nuestros pensamientos, cúbrenos siempre con tu palma, vela sobre nosotros, para que nuestro camino no se desvíe, y, con tu saber portentoso, guíanos por el camino eterno. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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