Salmo 135 – Himno Pascual
Con expresiones breves y vigorosas, este himno responsorial presenta un resumen de la Historia de la Salvación.
+ La evocación de la obra de Dios en la creación (vs. 4-9) sirve de preludio al relato de su “gesta” histórica en favor de Israel, desde el Éxodo hasta la entrada en la Tierra prometida (vs. 10-22).
+ El estribillo expresa la respuesta admirada y agradecida del pueblo, que señala el fundamento y la razón de ser de todas esas maravillas, o sea, el amor gratuito y la misericordiosa bondad del Dios de la Alianza.
La espiritualidad de Israel manifiesta en este himno litúrgico una de sus expresiones más ricas y profundas. El cántico, entonado por la comunidad reunida en asamblea en la celebración de la Pascua, expresa el alma agradecida de un pueblo liberado.
Es el salmo llamado «El gran Aleluya»: La majestuosa alabanza a Yavé, creador de los cielos y la tierra, que se ha inclinado y ha escogido un pueblo para ser testigo privilegiado de su amor y su bondad. La asamblea inicia su cántico reconociendo y aclamando a Yavé por las maravillas que ha desplegado en la creación: «Dad gracias al Señor, porque es bueno...
La gratitud del pueblo para con Yavé tiene un añadido que rebasa la creación. Israel tiene una historia que está indisolublemente ligada a Yavé-Creador. Él ha hecho de Israel un pueblo diferente a todos los demás. Es una historia de preferencia, de elección. Si grandes son las maravillas de Yavé en su creación, aún mayores son las que hace por el pueblo de su elección.
La gran maravilla que marca la historia de la creación y de toda la humanidad es que Dios resucita a su Hijo del lazo de la muerte. En Él, la muerte no tiene ya poder permanente sobre el hombre. La maravilla se dispara al infinito ante el don de la inmortalidad del ser humano. En Jesucristo todos estamos llamados a ser hijos de Dios, portadores del sello de la vida eterna.
+ La evocación de la obra de Dios en la creación (vs. 4-9) sirve de preludio al relato de su “gesta” histórica en favor de Israel, desde el Éxodo hasta la entrada en la Tierra prometida (vs. 10-22).
+ El estribillo expresa la respuesta admirada y agradecida del pueblo, que señala el fundamento y la razón de ser de todas esas maravillas, o sea, el amor gratuito y la misericordiosa bondad del Dios de la Alianza.
La espiritualidad de Israel manifiesta en este himno litúrgico una de sus expresiones más ricas y profundas. El cántico, entonado por la comunidad reunida en asamblea en la celebración de la Pascua, expresa el alma agradecida de un pueblo liberado.
Es el salmo llamado «El gran Aleluya»: La majestuosa alabanza a Yavé, creador de los cielos y la tierra, que se ha inclinado y ha escogido un pueblo para ser testigo privilegiado de su amor y su bondad. La asamblea inicia su cántico reconociendo y aclamando a Yavé por las maravillas que ha desplegado en la creación: «Dad gracias al Señor, porque es bueno...
La gratitud del pueblo para con Yavé tiene un añadido que rebasa la creación. Israel tiene una historia que está indisolublemente ligada a Yavé-Creador. Él ha hecho de Israel un pueblo diferente a todos los demás. Es una historia de preferencia, de elección. Si grandes son las maravillas de Yavé en su creación, aún mayores son las que hace por el pueblo de su elección.
La gran maravilla que marca la historia de la creación y de toda la humanidad es que Dios resucita a su Hijo del lazo de la muerte. En Él, la muerte no tiene ya poder permanente sobre el hombre. La maravilla se dispara al infinito ante el don de la inmortalidad del ser humano. En Jesucristo todos estamos llamados a ser hijos de Dios, portadores del sello de la vida eterna.
Dad gracias al Señor porque es bueno: porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Dios de los dioses: porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Señor de los señores: porque es eterna su misericordia. Sólo hizo grandes maravillas: porque es eterna su misericordia. El hizo sabiamente los cielos: porque es eterna su misericordia. El afianzó sobre las aguas la tierra: porque es eterna su misericordia. El hizo lumbreras gigantes: porque es eterna su misericordia. El sol que gobierna el día: porque es eterna su misericordia. La luna que gobierna la noche: porque es eterna su misericordia. El hirió a Egipto en sus primogénitos: porque es eterna su misericordia. Y sacó a Israel de aquel país: porque es eterna su misericordia. Con mano poderosa, con brazo extendido: porque es eterna su misericordia. El dividió en dos partes el mar Rojo: porque es eterna su misericordia. Y condujo por en medio a Israel: porque es eterna su misericordia. Arrojó en el mar Rojo al faraón: porque es eterna su misericordia. Guió por el desierto a su pueblo: porque es eterna su misericordia. El hirió a reyes famosos: porque es eterna su misericordia. Dio muerte a reyes poderosos: porque es eterna su misericordia. A Sijón, rey de los amorreos: porque es eterna su misericordia. Y a Hog, rey de Basán: porque es eterna su misericordia. Les dio su tierra en heredad: porque es eterna su misericordia. En heredad a Israel su siervo: porque es eterna su misericordia. En nuestra humillación, se acordó de nosotros: porque es eterna su misericordia. Y nos libró de nuestros opresores: porque es eterna su misericordia. El da alimento a todo viviente: porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Dios del cielo: porque es eterna su misericordia.
EL GRAN HAL-LEL
«Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor».
Israel canta su acción de gracias en la fiesta de la Pascua, enumerando con memoria cariñosa todas las maravillas que ha hecho el Señor, desde la creación y el rescate hasta la conquista y el cuidado diario, bajo la sagrada monotonía del mismo estribillo: «Porque es eterno su amor».
Añado a la letanía oficial mis propios versos privados. El me trajo a la vida, porque es eterno su amor. Me puso en una familia buena, porque es eterno su amor. Me enseñó a pronunciar su nombre, porque es eterno su amor. Me reveló sus escrituras, porque es eterno su amor. Me llamó a su servicio, porque es eterno su amor. Me envió a ayudar a su pueblo, porque es eterno su amor. Me visita cada día, porque es eterno su amor. Me ha llamado amigo suyo, porque es eterno su amor.
Ahora continúo, en el silencio de la conciencia, rememorando aquellos momentos que sólo él y yo conocemos, momentos de intimidad y gozo, momentos de dolor y arrepentimiento, momentos de gracia y misericordia. Porque es eterno su amor.
Mi vida se hace oración, mis recuerdos son letanía sagrada, y mi historia es un salmo. Y tras de cada suceso, grande o pequeño, alegre o penoso, oculto o manifiesto, viene el verso que los une a todos y da sentido y alegría a mi vida en la dirección eterna y única de la íntima providencia de Dios. Porque es eterno su amor.
«Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterno su amor».
Israel canta su acción de gracias en la fiesta de la Pascua, enumerando con memoria cariñosa todas las maravillas que ha hecho el Señor, desde la creación y el rescate hasta la conquista y el cuidado diario, bajo la sagrada monotonía del mismo estribillo: «Porque es eterno su amor».
Añado a la letanía oficial mis propios versos privados. El me trajo a la vida, porque es eterno su amor. Me puso en una familia buena, porque es eterno su amor. Me enseñó a pronunciar su nombre, porque es eterno su amor. Me reveló sus escrituras, porque es eterno su amor. Me llamó a su servicio, porque es eterno su amor. Me envió a ayudar a su pueblo, porque es eterno su amor. Me visita cada día, porque es eterno su amor. Me ha llamado amigo suyo, porque es eterno su amor.
Ahora continúo, en el silencio de la conciencia, rememorando aquellos momentos que sólo él y yo conocemos, momentos de intimidad y gozo, momentos de dolor y arrepentimiento, momentos de gracia y misericordia. Porque es eterno su amor.
Mi vida se hace oración, mis recuerdos son letanía sagrada, y mi historia es un salmo. Y tras de cada suceso, grande o pequeño, alegre o penoso, oculto o manifiesto, viene el verso que los une a todos y da sentido y alegría a mi vida en la dirección eterna y única de la íntima providencia de Dios. Porque es eterno su amor.
Te damos gracias, Señor, porque toda la historia del mundo es manifestación de una misericordia que tiene su amor en Cristo, nuestro Señor; nosotros, que lo esperamos todo de ti, te pedimos que sigas colmando a todos los hombres de los dones de tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
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