Éste es uno de los momentos más importantes en la vida de los niños.
Dialogar con ellos es esencial para que esta transición concluya en su
adaptación al nuevo entorno y rutina.
El paso del jardín de
infantes a la escuela primaria representa un hito importante en la vida de un
niño, ya que es uno de los momentos más trascendentes no sólo para ellos sino
también para sus padres, ya que implica nuevos desafíos para su crecimiento en
lo personal, en el cual tienen que prepararse para asumir nuevas
responsabilidades.
Asimismo, significa muchos
cambios, como por ejemplo: ir a un nuevo edificio, en casos donde se cambia de
institución, otros compañeros, horarios, consignas más estrictas, reglas a cumplir
y mucho por aprender. Conlleva pasar de pautas o reglas más flexibles a otras
más estructuradas. Implica cambios de rutinas dentro de la escuela, mayor
distancia de los adultos durante la jornada escolar, el trabajo en mesa ocupa
mayor tiempo que antes, disminuye el tiempo de juegos físicos, aumentan los
juegos reglados. Es una instancia donde el niño se da cuenta de cómo las
personas somos diferentes hacia el reconocimiento, con capacidades y
limitaciones, propias y de los otros. Se afianza su autoestima y valoración
personal otorgando peso a la mirada de los pares a veces más que a su familia
de origen.
El cambio, de a poco. Al ser una etapa de cambio y
transición, lo importante es que el mismo sea un proceso que se dé en forma
gradual, para lo cual sería conveniente que en el último tramo del jardín los
docentes trabajen este período planificando visitas a la nueva institución, a
sus aulas, anticipando cómo se distribuirán los mesas, qué tipo de actividades
realizarán y con qué materiales. Una vez comenzado el año en escuela primaria,
la idea es que los maestros puedan acompañar también a este proceso, yendo por
ejemplo de visita a la sala del año pasado, saludando a los docentes o
manteniendo algunas de sus rutinas, al menos por un período determinado, como
por ejemplo el tiempo de salida al recreo. Actualmente se realizan actos de
finalización de etapa de nivel inicial, con distintas modalidades, marcando el
fin de un ciclo. Esto suele ayudar a los niños a registrar el cambio que se
viene.
Es bueno ir incorporando
de a poco los nuevos elementos que se utilizarán en el primario, como
guardapolvo o uniforme, útiles escolares, etc. Se los puede ir “mentalizando”
con elementos concretos más que con grandes discursos. En síntesis, se trata de
anticipar cómo sigue el siguiente año, acorde con el estilo del niño y su
familia. En algunos casos, se los puede ir acompañando en esta transición
incorporando nuevos juegos más afines a esta nueva etapa.
Miedos. Los miedos más frecuentes que los
chicos pueden manifestar son a quedarse solos, a separarse de la familia, a
conocer un nuevo lugar, una nueva maestra. Dichos miedos se expresan en la
dificultad para afrontar este nuevo desafío, experimentando en algunos casos
cierta vergüenza, inferioridad, sentimientos de soledad, mezclados con
agresividad y frustración. Pueden estar muy pendientes de que piensan los otros
(compañeros, maestras, padres, hermanos) de su comportamiento. Según el grado
de apertura a la experiencia que posea, la incertidumbre puede acentuar el
malestar frente a la nueva etapa.
Una nueva escuela. Muchos niños siguen en la misma
institución, pero otros son cambiados a una nueva escuela. En estos casos, ¿la
situación es más traumática para el niño?
En aquellos casos donde el
niño tiene que cambiar de institución, la experiencia suele tornarse más
compleja en comparación con aquellos que continúan en su “ambiente conocido”.
Conlleva tener que abandonar por completo un espacio con personas y elementos
ya familiares a otro que va a percibir como totalmente ajeno, extraño y en
algunos casos, hostil. Lo nuevo siempre implica una adaptación, aunque no
necesariamente traumática, ya sea porque el contexto acompaña adecuadamente o
porque el temperamento del niño facilita el vivir lo nuevo como desafío más que
como amenaza.
Para quienes se sienten
amenazados o con mucho malestar es fundamental el rol de los adultos, tanto de
los padres como de los docentes trabajando de una manera articulada facilitando
y acompañando al niño en esta nueva etapa de su vida.
Como padres debemos tener
presente que lo más importante es que el niño sepa de este cambio, diciéndole
que lo nuevo puede ser una oportunidad de crecimiento. Puede ser beneficioso
que les transmitamos que podrá seguir en contacto con los amigos más cercanos
de la anterior institución, siempre y cuando contemos con esta posibilidad. Es
importante mantener una comunicación fluida desde la escuela con los padres,
orientándolos para establecer un lazo que facilite el tránsito de los niños en
estas etapas vitales de aprendizaje y crecimiento. Algunos aspectos a tener en
cuenta:
-Puede ayudar hacer un
reconocimiento previo del lugar para facilitar el fortalecimiento de la
seguridad en el niño.
-Si bien es una decisión
de los padres cuál es la escuela elegida, la participación activa y guiada
también ayuda
-Siempre será beneficioso
escuchar sus inquietudes en lugar de intentar convencerlo rápidamente de que
será mejor lo elegido. Es muy importante tomar como punto de partida para el
diálogo la perspectiva del niño aunque no coincida en el inicio con la decisión
tomada.
Cambios en el comportamiento. Muchos cambios en el comportamiento pueden
ser esperables, como las perturbaciones en el sueño, en la alimentación,
alteraciones en los juegos, estado de ánimo más irritable, mayor cansancio por
el ritmo más intenso, tristeza, malhumor, retraimiento, exacerbación de
“oposicionismo” o decaimiento. Lo más importante es evaluar la intensidad y
duración de estos cambios. Si vemos que no disminuyen entre 3 a 6 meses es
conveniente hacer una consulta.
Cómo acompañarlos. Los padres deben acompañar a sus
hijos en esta nueva etapa brindándoles un espacio seguro en el cual puedan
dialogar sobre todas aquellas dudas, inquietudes, temores, inseguridades y
hechos cotidianos que vayan experimentando en el día a día de este nuevo paso,
para poder trabajar en conjunto con el personal de la institución y en casos
que sea necesario, con profesionales especializados en el tema para que la
adaptación sea lo más rápida y mejor posible.
Es importante tener en
cuenta que tienen tiempos diferentes a los adultos y diferentes modos de
comunicación, así como diferencias interindividuales. Algunos saldrán del
colegio con ganas de contar como les fue la jornada, otros saldrán con deseos
de conectarse con otros aspectos de su vida. Debemos respetar los tiempos y
deseos de comunicación de cada uno.
Es bueno estar atentos a las
individualidades sin esperar que los niños reaccionen por igual. Tenemos que
valorar las habilidades de cada uno, y a la vez reconocer sus aspectos más
vulnerables. Los niños en esta etapa comienzan a desarrollar un conocimiento de
sí mismos en relación con los pares que puede ser muy preciso de sus fortalezas
y debilidades. Necesitan que se les dé crédito a lo que perciben de sí mismos,
sin que por ello salgan dañados en su autoestima. Hay que aprecias las
diferencias y reconocer tanto los puntos fuertes como aquellos en los que
necesitan mejorar, brindándoles las herramientas para ello.
En síntesis, los padres
deben confirmar las capacidades y limitaciones del niño/a y no optar por el
desconocimiento de las nuevas dificultades con las que se encuentran. Deben
apoyar el desarrollo de competencias acorde con sus posibilidades, favorecer el
desarrollo de redes escolares como la vinculación activa con otros padres y
madres. La experiencia se fortalece y consolida con la inserción de la familia
en el contexto escolar.
Conclusión. Hablar sobre dicha transición es
tener en cuenta factores sociales, culturales, económicos, políticos e
históricos que influyen en la preparación para la escuela primaria.
Los niños experimentan
grandes diferencias cuando atraviesan este cambio, especialmente en relación
con la estructura del entorno y el plan de estudio. Es decir que, cuando las
aulas de la enseñanza preescolar y primaria son totalmente diferentes es
probable que existan mayores dificultades para adaptarse. Por lo tanto, es
importante que los padres evalúen y analicen en profundidad todos estos
factores. Lo ideal es que se pueda establecer desde el comienzo una buena
comunicación, articulación y continuidad entre las familias y las escuelas,
para que este proceso se realice de la forma menos abrupta posible, pudiendo
trabajar en equipo incluyendo las diferencias que pueda haber.
Desde la perspectiva del
niño/a es muy positivo no confrontar con el equipo docente “a espaldas” del
mismo. Si hubiera diferencias, afrontarlas más que evitarlas. Es más positivo
favorecer dialogo sincero en lugar de simular bienestar.
Dra. Edith Vega - Lic. Paula Preve - Lic. Estela Figueroa
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