Todos la buscan, todos la desean. Como una paradoja, se vende todo por
conseguirla y se adquiere de todo por conservarla. La felicidad es ese
escurridizo anhelo que pide ser permanente y que se confunde con lo efímero.
¿Es lo mismo alegría y felicidad?, ¿depende de las circunstancias el ser
feliz?, ¿de mí?, ¿es objetiva o subjetiva?, ¿en dónde la podremos encontrar?
Sin duda, para nosotros cristianos, la felicidad constituye una serie de
realizaciones, proyectos y especialmente una gran armonía entre la paz, la
verdad y el bien; es ahí en donde podremos llegar a una verdadera felicidad.
Les dejo esta historia, como reflexión, a raíz de la experiencia que tuvo San
Agustín, en la cual decía, “tarde te amé dulzura tan nueva y tan antigua; tarde
te amé, mientras yo te buscaba fuera, Tú estabas dentro ¿dónde encontrar la
felicidad?”.
En el principio de los tiempos, se reunieron varios demonios para hacer
una travesura. Uno de ellos dijo: “Debemos quitarles algo a los humanos, pero,
¿qué les quitamos?”. Después de mucho pensar uno dijo: “¡Ya sé! vamos a
quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no
la puedan encontrar”. Propuso el primero: “Vamos a esconderla en la cima del
monte más alto del mundo”, a lo que inmediatamente repuso otro: “No, recuerda
que tienen fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la
encuentra uno, ya todos sabrán donde está”.
Luego propuso otro: “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar”, y
otro contestó: “No, recuerda que tienen curiosidad, alguna vez alguien
construirá algún aparato para poder bajar y entonces la encontrará”. Uno más
dijo: “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron: “No,
recuerda que tienen inteligencia, y un día alguien va a construir una nave en
la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos
tendrán felicidad”.
El último de ellos, era un demonio que había permanecido en silencio
escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás. Analizó cada una
de ellas, y entonces dijo: “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca
la encuentren”. Todos voltearon asombrados y preguntaron al mismo tiempo
¿dónde? El demonio respondió: “La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán
tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”. Todos estuvieron de
acuerdo, y desde entonces ha sido así “El humano se pasa la vida buscando la
felicidad sin saber que la trae consigo”.
Estar contento es estar lleno de contenido. Si la vida está llena de
contenido, se experimenta esa sensación de plenitud; y así, se puede ser feliz
en momentos de dolor o de sufrimiento, porque se está hablando de un ser feliz
y no ya de un estar feliz, dependiente del tiempo que dure, o de las
circunstancias que lo rodeen. Aquí te va el decálogo del hombre feliz:
1. Conocerse bien a uno mismo, y tener interioridad.
2. Ser realista y exigente.
3. Puesta en práctica de un proyecto de vida.
4. Gran dosis de coherencia.
5. Método a seguir: orden, constancia y disciplina.
6. Seguir un comportamiento natural, no artificial ni forzado.
7. Equilibrio entre el corazón y la cabeza.
8. Apoyarse en una jerarquía de valores y tener sentido del humor para las
situaciones críticas.
9. Personalidad equilibrada en sus actividades y en sus responsabilidades.
10. Tener una vida social estable en comunicación y compañía. DD
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