La depresión es un trastorno complejo que puede
dispararse por muchas causas: el abuso infantil, el haber sufrido violencia
doméstica, la muerte de un ser querido, incluso un fracaso de pareja son los escenarios
más habituales que suelen desencadenar el trastorno.
Pero el espectro es mucho más amplio: un accidente,
baja autoestima, heridas que no sanan, medicamentos que la persona esté
consumiendo por otras afecciones (como betabloqueantes, estatinas, corticoesteroides,
medicamentos hormonales), historial familiar de depresión, las posibilidades
son tantas que solo un especialista podrá llegar a la fuente y recomendar
tratamientos apropiados.
Se trata de un trastorno del estado de ánimo que
provoca un sentimiento constante o cíclico de desolación y pérdida de interés,
en casi todos los aspectos de la vida de la persona. No es fácil de detectar
porque se ‘camufla’ en un estado de tristeza temporal, o incluso de estrés.
Seguramente durante tu chequeo médico anual, tu
médico de cabecera te pregunte sobre tu estado de ánimo, pueda detectar señales
de alerta, y dar el primer paso en lo que será una cadena de ayuda.
La depresión es una de las afecciones de salud mental
más comunes a nivel mundial: la padecen unas 350 millones de personas.
En Latinoamérica, el 5% de la población la sufre,
aunque el porcentaje de personas que recibe tratamiento es muy bajo, indica la
Organización Panamericana de la Salud (OMS).
El Instituto Nacional de Salud Mental estima que unas
16 millones de personas viven con depresión en los Estados Unidos. La
Asociación Americana de Psiquiatría sugiere que la combinación de
antidepresivos con tratamiento psicológico, funcionan bien en la mayoría de los
pacientes. Combinar estrategias tiene una explicación: la gente suele abandonar
más fácilmente a las píldoras que a los psicólogos. Si esto ocurre, el
terapeuta será el balance para volver a encarrilar el tratamiento.
No
es una tristeza pasajera
La tristeza es una emoción humana normal, la depresión
es un estado mental que no lo es. Muchas veces, las dos palabras se confunden o
se usan como sinónimos, especialmente en la comunidad hispana, al decir que una
persona ‘está triste’, cuando en realidad puede estar sufriendo de depresión, y
necesitar ayuda.
El Estudio SOL (Study of Latinos), que se
llevó a cabo por una década en distintas comunidades latinas de los Estados
Unidos comprobó que un 27% de los latinos que viven en el país presentan
síntomas de depresión. De todas las comunidades latinas, la que tuvo más
síntomas de depresión fue la puertorriqueña, seguida por la cubana.
Una distinción interesante que explica el doctor Guy
Winch, autor de ‘Emotional First Aid: Healing Rejection, Guilt, Failure and
Other Everyday Hurts’, es que, en general, estamos tristes por algo. Hay
disparadores de la tristeza, como un evento difícil, una pérdida, una ruptura.
Es una sensación temporal, y en un período de tiempo corto, se diluye, se
supera, y de repente ya no estamos tristes.
En cambio la depresión invade todos los aspectos de la
vida, es como si de pronto la vida se pintara de gris. Y la palabra ‘menos’
comienza a regir: todo es menos interesante, menos atractivo, menos importante.
Nada vale la pena. Domina el enojo y la frustración, y cada vez lleva más tiempo
rearmarse. Muchas veces, la misma persona no es capaz de reconocerse en ese
pantano emocional, y es un amigo, una pareja, un ser querido, el que comienza a
ver las señales de alerta. Es el momento de pedir ayuda.
Síntomas
Las entidades científicas identifican los siguientes
síntomas como las señales de alerta más notorias, aunque pueden no ser las
únicas:
·
Un estado de irritabilidad
permanente
·
Cambios en el apetito y el
peso
·
Trastornos del sueño (puede
ser insomnio o dormir mucho)
·
Sentir cansancio o una
sensación de lentitud durante el día
·
Tener la energía muy baja
·
Tener sentimientos de
culpabilidad, o sentir que nada tiene sentido
·
Problemas con la capacidad de
enfocar en una actividad, o perder fácilmente la concentración
·
Perder la habilidad de tomar
decisiones
·
Tener pensamientos de muerte o
suicidio
Hay
‘depresivos sonrientes’
En el imaginario colectivo, la persona depresiva es
aquélla que tiene una cara triste, desesperanzada, que se encierra en su casa y
que apenas puede funcionar. Sin embargo, no todo el que padece de depresión
encaja en ese estereotipo.
Un artículo en Psychology Today explica que hay una
forma de depresión enmascarada tras una fachada de felicidad a la que se define
como ‘depresión sonriente’.
La persona con ‘depresión sonriente’ parece estar feliz, pero internamente
presenta síntomas depresivos. Esta forma de depresión a menudo pasa
desapercibida. Los mismos que la padecen la descartan, y dejan de lado sus
propios sentimientos. Pueden no estar conscientes de su depresión, o querer
ocultarla por temor a que se los considere débiles.
Diagnóstico
Una evaluación de depresión permite averiguar si una
persona está deprimida, entre otras cosas, estos tests permiten observar qué
tipo de depresión padece la persona. Hay diferentes
tipos de depresión. Los más comunes son:
Depresión
mayor. Causa sentimientos persistentes de tristeza,
enojo o frustración. Puede durar varias semanas o más.
Trastorno
depresivo persistente. Causa síntomas depresivos que duran dos años o
más.
Depresión posparto. Después
de dar a luz, muchas mujeres se sienten tristes, pero la depresión posparto
causa una tristeza y una ansiedad extremas después del parto. Puede impedir que
una mujer se cuide a sí misma o a su bebé.
Trastorno afectivo
estacional. Este tipo de depresión suele ocurrir en el invierno,
cuando hay menos sol durante el día. La mayoría de las personas con trastorno
afectivo estacional se sienten mejor en la primavera y el verano.
Depresión
psicótica. Ocurre con una psicosis, un problema psiquiátrico más
grave. La psicosis puede hacer que una persona pierda contacto con la realidad.
Trastorno bipolar. Antes
conocido como depresión maníaca. Las personas con trastorno bipolar tienen
episodios alternantes de manía (euforia extrema) y depresión.
¿Por
qué es muy peligrosa?
Expertos coinciden en que es muy difícil detectar
la ‘depresión sonriente’ (su término técnico es depresión atípica) y por ende,
tratarla. El sello distintivo de la
‘depresión sonriente’, algunos también la llaman la tristeza del payaso, es
justamente la tristeza. La sonrisa y la fachada externa son un mecanismo de
defensa, un intento de ocultar los verdaderos sentimientos que están minando el
alma de la persona.
La ‘depresión sonriente’ comparte síntomas con la
forma tradicional: sentimientos de ansiedad, miedo, ira, fatiga, irritabilidad,
desesperanza y desesperación. Aquéllos que sufren de ésta y otras formas de
depresión también pueden experimentar problemas para dormir, incapacidad para
disfrutar de actividades que antes eran placenteras y una pérdida de la
libido. Por supuesto, la experiencia de cada uno es diferente. Es posible
sentir solo uno o varios de estos síntomas.
Las personas que sufren de esta forma de depresión
suelen no ofrecer ningún indicio de su problema al mundo exterior. Puede hasta
ser el amigo gracioso, el alma de la fiesta. A menudo mantienen un trabajo de
tiempo completo, tienen un hogar, participan en deportes y tienen una vida
social bastante activa. Con su máscara puesta, todo se ve genial, incluso hasta
perfecto. Sin embargo, debajo de la máscara sufren tristeza, ataques de
pánico, baja autoestima, insomnio y, en algunos casos, pueden tener
pensamientos suicidas. Y esto puede ser particularmente peligroso. En la
depresión clásica, la persona simplemente no tiene fuerzas para actuar. Pero el
paciente con ‘depresión sonriente’ tiene más energía para hacer realidad sus
pensamientos.
Tratamiento
La mayoría de las personas con depresión se sienten
mejor después de recibir tratamiento con medicamentos llamados antidepresivos,
o terapia de conversación (psicoterapia). Muchas veces se combinan ambas
estrategias. La duración típica de un tratamiento con medicamentos
antidepresivos dura de 2 a 12 meses, pero en general este tiempo se discute con
el proveedor de salud, y depende de la mejoría que experimente el paciente.
Recursos
En Latinoamérica y el Caribe, las personas pueden
consultar con su médico, asistir a las clínicas comunitarias locales o revisar
estos recursos que pueden ofrecer las oficinas regionales en cada
país de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Los siguientes son recursos que la persona con
depresión, o un ser querido, puede utilizar para pedir ayuda e iniciar el
camino de regreso a la vida normal:
·
Línea de Prevención del
Suicidio: 1-800-273-8255
·
Línea de texto para hablar
sobre una crisis: Textear HOME al 741741.
·
Grupo de apoyo para la
depresión: 1-800-826-3632
·
Violencia adolescente-línea de
apoyo: 1-800-992-2600
·
Línea para personas que
escaparon de sus casas (los llamados son confidenciales): 1-800-231-6946
·
Línea para asalto sexual:
1-800-223-5001
·
Línea nacional para violencia
doméstica: 1-800-799-SAFE. HD
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