Con la llegada de los días más fríos, en muchos hogares se enciende la
calefacción para mantener el ambiente templado, pero antes de hacerlo es
fundamental tener en cuenta algunos aspectos.
En primer lugar, el gas natural, el monóxido de carbono, es una mezcla
combustible de gases de hidrocarburos y en su forma pura es incolora, sin forma
ni olor. A este compuesto se le agrega una sustancia química, el mercaptano,
que tiene un olor característico y desagradable que muchas veces se compara con
el olor a huevo podrido y sabe específicamente a azufre.
Para asegurarse que los dispositivos de calefacción funcionen de manera
correcta y comprobar que no haya pérdidas de gas, es indispensable el control
por parte de personal especializado (con matrícula habilitante) que revisen las
salidas al exterior de gases quemados y las ventilaciones.
Un signo de alarma para tener en cuenta es la presencia de una mancha de
humo en el techo, sobre la estufa o sobre el recorrido del tubo de salida de
gases.
Además, se debe recordar que, entre las secuelas del COVID-19, muchas
personas aún no recuperaron su olfato al 100%. Esto es particularmente
importante porque, en caso de tener artefactos de gas, pueden no sentir el olor
si hay pérdidas, o pueden sentir un olor distorsionado sin saber que se trata
de gas.
La
calefacción y la contaminación ambiental
En época de frío, los ambientes están cerrados, y
al encendido de la calefacción se le suma la presencia de polvo doméstico y de
ácaros (estos últimos proliferan enormemente).
Por este motivo, y para mantener una casa sana, el ambiente debe estar
templado y ventilado (en lo posible, se debe lograr que la circulación del aire
sea en contracorriente).
La luz natural disminuye la cantidad de ácaros, por lo que es
conveniente favorecer la entrada del sol. Se recomienda también que el ambiente
este humidificado, pues tanto la calefacción como los aires acondicionados
brindan un aire seco con poca humedad.
Como los artefactos llevan apagados varios meses, es importante seguir
todas estas recomendaciones para evitar accidentes domésticos.
Dada la enorme variedad de aparatos y dispositivos de calefacción, es
importante conocer las ventajas y desventajas de cada uno de ellos (calderas,
estufas, salamandra, braseros, chimeneas, etc.).
Por ejemplo, las losas radiantes, las estufas eléctricas, los radiadores
y los calefactores tienen un sistema de cámara de combustión cerrada y
evacuación externa de los gases generados de la combustión.
Otros artefactos, en cambio, contaminan el aire interno de la casa, como
ocurre con las chimeneas a leña y las estufas catalíticas (las más dañinas son
la de combustión gas o parafina).
Todos los artefactos, sin excepción, consumen oxígeno y liberan
sustancias tóxicas para generar calor. Es por esto que la circulación del aire
es sumamente necesaria y debe ser proporcional a la fuente de oxígeno de cada
uno de los distintos ambientes.
No queda duda que la calefacción central es la alternativa sana, pero
debemos saber además que, si bien es la más eficiente, también es la más cara. SMC
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