La disfagia
o dificultad para tragar es un trastorno que generalmente se asocia a los niños
o adultos mayores, pero puede ocurrir a cualquier edad. Las causas y
tratamientos para esta afección varían, aquí te presentamos algunos consejos
para mantenerla bajo control.
Los signos
más comunes de la disfagia son: dolor o imposibilidad para tragar, babeo, voz
ronca, regreso de los alimentos a la boca o regurgitación, sentir que la comida
se atasca o pega a la base de la garganta o pecho, adelgazamiento, tos o
arcadas después de tragar, o acidez frecuente. En casos extremos puede
ocasionar atragantamiento, desnutrición o deshidratación.
La disfagia
puede deberse a muchas causas, entre las principales se encuentran: daño o
trastornos en el sistema nervioso, cáncer, problemas con el alcohol, ACV,
divertículos faringoesofágicos, alergias alimentarias, endurecimiento del
tejido de la garganta, tumores en el esófago, o problemas gastrointestinales, como
reflujo. Prueba estos consejos para evitar problemas:
Cuidado con la consistencia
Los
alimentos sólidos o líquidos son los principales responsables de causar
molestias a las personas que tienen disfagia. Por ello, los especialistas
aconsejan adaptarlos para facilitar la formación del bolo alimenticio. Esto se
logra espesando los líquidos o triturando los sólidos.
Respetar la variedad
Aunque se
cree que las personas que sufren disfagia deben limitar la variedad en sus
dietas para evitar posibles riesgos, los expertos advierten que la variación de
alimentos es fundamental. Lo importante es elegir opciones nutritivas que
puedan triturarse o espesarse fácilmente, como los jugos de frutas, papas,
calabazas, huevos, cremas, yogures, mantequilla, plátanos, gelatinas o salsas.
Hábitos saludables
Una correcta
deglución también se logra realizando las 4 comidas diarias (desayuno,
almuerzo, merienda y cena), evitando picar entre horas, y comiendo lentamente,
tomándose el tiempo necesario para masticar. Además, puedes optar por
utensilios más pequeños que los habituales, como cucharas de postre, para no
exigir a la garganta con el tamaño de las porciones.
Alimentos peligrosos
Se debe
tener cuidado con ciertos alimentos, por ejemplo, aquellos fibrosos, como la
piña, lechuga, crucíferas o apio, los que tienen piel, como las legumbres,
guisantes, frijoles, uvas, manzanas o kiwis, o los que presentan una doble
consistencia, como la sandía, melón, naranja, ciruela, cereales con leche o
panes con semillas.
Otras opciones a evitar
También se
recomienda precaución con los alimentos que se desmenuzan con facilidad, como
los alimentos procesados, hojaldrados, ciertos pescados o pan tostado, los
alimentos duros, como los frutos secos o los dulces, o los pegajosos, como la
fruta deshidratada o el pan lactal o de molde.
Buena postura
Al momento
de comer, la dieta no es lo único que debemos controlar, mantener una buena
postura resulta fundamental para evitar riesgos de atragantamiento. Para ello,
usa sillas con respaldo alto para que la espalda pueda estar bien apoyada,
procura que las articulaciones de las rodillas y cadera formen un ángulo recto,
y no uses ningún accesorio en el cuello, como collares, bufandas o pañuelos.
Ambientes cómodos
Los
especialistas advierten que muchas veces se pasa por alto algo que es
fundamental: el entorno. El ambiente debe permitir que se realice la comida con
tranquilidad y concentración, por eso, debe tener luz suficiente para apreciar
lo que se come, una temperatura intermedia (ni muy fría ni tampoco caliente), y
estar libre de ruidos molestos o distracciones.
Precauciones
Cuando la
disfagia se ve acompañada por vómitos, regurgitación, adelgazamiento o
interfiere en la respiración, deberás buscar ayuda con un profesional de la
salud inmediatamente. Ellos podrán recomendarte ciertos medicamentos,
aconsejarte sobre las mejores posiciones para mantener la cabeza y cuello
mientras comes, o evaluar si es necesaria una cirugía. HD
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