El capítulo sexto del Evangelio de san Juan forma una gran unidad que
desarrolla el tema del liderazgo de Nuestro Señor Jesucristo, como nuevo
Moisés. Este capítulo consta de un importante discurso en la sinagoga de
Cafarnaúm, que abarca del versículo 22 al 71.
El discurso consta de una introducción narrativa de los versículos 22 al
25. En ella sabemos que es entre Jesús y aquellos que, el día anterior, habían
comido de los cinco panes y los dos pescados.
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La primera parte del discurso
abarca del versículo 26 al 34; en esta primera parte, Jesús trata de que las
personas se enfoquen en interpretar la multiplicación de los panes como una
señal milagrosa, y entonces trabajen por el pan que baja del cielo, que da vida
eterna.
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La segunda parte va del versículo
35 al 56, Jesús declara abiertamente que quien no come su carne y bebe su
sangre, no tendrá vida eterna, esto provoca una reacción adversa, en primer
lugar porque las personas se rehúsan a evolucionar en su relación con Jesús.
Ellos murmuran diciendo que conocen su origen, y por ello no aceptarán su
origen trascendente.
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La tercera parte del discurso que
va del versículo 59 al 66, y nos presenta la primera conclusión que pone puntos
claros: Jesús dice que sus palabras son espíritu y vida, la carne no sirve para
nada. Sus oyentes se escandalizan y lo abandonan.
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La última parte del discurso
abarca los versículos 67 al 71, y es la segunda conclusión donde Jesús
confronta a los doce: “¿Ustedes también se van?”. Entonces Pedro declara su fe
en el maestro, aunque el evangelista nos aclara que habría un traidor entre
ellos.
En la segunda parte del discurso, El texto inicia con la frase “la gente
murmuraba…”, esto nos hace referencia al camino del pueblo por el desierto, en
el Éxodo, puesto que ante la gran cantidad de peligros y dificultades que debió
afrontar, nos dice el autor sagrado que el pueblo “murmuraba contra Dios y
contra Moisés” por haberlos sacado de Egipto.
Entonces, el hecho de que las
personas se resistieran a reconocer a Jesús como el pan vivo bajado del cielo,
es tomado como una forma de murmuración contra el nuevo Moisés. Jesús declara
la meta de este nuevo éxodo: “quien crea en mí tendrá vida eterna” y esto se
alcanzará en la medida que cada persona decida establecer una relación íntima
de participación con Cristo, asumirlo como “el pan de vida”. SMA
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