La nueva normalidad, derivada de la pandemia, ha
impulsado y consolidado cambios en nuestra dinámica diaria. En este sentido, el
aumento de las múltiples actividades realizadas de forma remota potenció el uso
de auriculares lo que ha implicado, en los últimos años, un aumento
significativo de los problemas de audición.
Según datos de la OMS, en la actualidad, más de 1.500 millones de
personas -en todo el mundo- viven con pérdida de audición y, según estimaciones
recientes, esta cifra podría aumentar a más de 2.500 millones en 2030.
La agencia de la salud estima que el 50% de las pérdidas auditivas
pueden prevenirse con medidas de salud pública. De no prestar particular atención,
en un futuro cercano, podríamos estar hablando de un tema de salud pública.
El
teletrabajo y la pérdida auditiva
Antes de la pandemia, resultaba cada vez más común
ver a personas con auriculares puestos. Sin embargo, con el aumento del home
office y de las variadas tareas que se hacen desde el hogar o de manera remota,
el uso de estos dispositivos periféricos es mucho más habitual y esto conlleva
a un aumento significativo de problemas auditivos.
Las proyecciones son contundentes, la OMS estima que, para 2050, 1 de
cada 4 personas padecerá algún grado de discapacidad auditiva (más de 700
millones de personas a nivel mundial). En este sentido, se estima que el uso
excesivo de auriculares tendrá una incidencia determinante de esta situación,
no sólo por la música que podemos escuchar a través de los dispositivos, sino
por las clases, conferencias virtuales y por la mayor exposición a pantallas. Pero el uso de
auriculares no el único responsable de la pérdida auditiva tras la pandemia.
La
Covid-19 genera pérdidas de audición, temporales y/o permanentes
En un estudio de autopsia publicado en JAMA Otolaryngology - Head & Neck
Surgery, se explica que las células ciliadas cocleares que procesan las
vibraciones sonoras, se ven particularmente vulnerables a los daños causados
por la restricción del oxígeno y el suministro de sangre, dos complicaciones
que se han reportado en pacientes hospitalizados con C-19. Además, se conoce que el virus puede dañar los nervios que transmiten y
reciben información del cerebro, por lo podría provocar neuropatía auditiva: un
problema del oído en que la cóclea funciona, pero se presenta una alteración en
la transmisión a través del nervio auditivo al cerebro, lo que dificulta que el
paciente escuche adecuadamente con ruido de fondo.
Hay que tener en cuenta que, además de las secuelas de la COVID-19,
otros factores relacionados a la pandemia pueden afectar a la audición como el
estrés, ansiedad, insomnio y el uso de algunos antivirales.
Si bien todavía faltan estudios por realizar que determinen de qué otras
maneras el virus SARS-CoV-2, causante del COVID-19 afecta al oído, mientras
tanto, la recomendación para los pacientes recuperados es que se realicen
estudios de seguimiento. Una audiometría puede ayudar a diagnosticar si existe
una disminución de la capacidad auditiva y si se requiere el uso de audífonos
antes de que el daño progrese y afecte la calidad de vida. MAL
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