José Botella Llusiá: “Condenar a un ser inocente para salvar la vida de
otro, puede considerarse afortunadamente como un dilema ya obsoleto”.
Frecuentemente hay quienes se expresan de este modo: “Cuando se encuentra
en peligro la vida de la madre, ¿no conviene interrumpir el embarazo?”
El fin no justifica los medios.
Nunca puede justificarse el homicidio voluntario del bebé por nacer
teniendo en vista alcanzar presumiblemente un buen resultado (la salud o vida
de la madre).
Un médico que atiende a una mujer embarazada tiene, en realidad, dos
pacientes. No hay nada de ‘terapéutico’ (del griego therapeia, «tratamiento»,
«cura») en el acto de matar voluntariamente a uno de los dos. El Prof. Charles
E. Rice, de la Facultad de Derecho de Notre Dame, USA, afirmó: “No existe una situación en la que el aborto sea
médicamente necesario para salvar la vida de la madre”).
Del mismo modo, el Dr. Roy S. Hefferman, de la Tufos University, EEUU,
declaró en un congreso del Colegio Norteamericano de Cirujanos: “Quien practica un aborto terapéutico ignora los métodos modernos en los
casos de complicaciones de embarazos o simplemente no tiene voluntad de tomarse
el tiempo necesario para utilizarlos”.
Así se expresa el biólogo José Botella Llusiá, Catedrático de Obstetricia y
Ginecología de la Universidad Complutense de Madrid: “Los progresos de la medicina han sido tales que
hoy día cualquier cardiópata puede sobrellevar un embarazo y las más graves
complicaciones de la preñez pueden ser resueltas sin necesidad de
interrumpirla. El aborto terapéutico, con el problema que planteaba condenar a
un ser inocente para salvar la vida de otro, puede considerarse afortunadamente
como un dilema ya obsoleto”.
La misma OMS reconoció que prácticamente no existen ya enfermedades
afectables por el embarazo.
La práctica del aborto en tales circunstancias, por lo demás, está
expresamente prohibida por la moral católica: “No es lícito provocar el aborto, ni siquiera
para salvar la vida de la madre o el honor de una joven víctima de violación”.
AF
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