Tanto
en los círculos de bienestar como en las conversaciones informales,
probablemente te hayas encontrado con la afirmación: “Come menos y tu estómago
se hará pequeño”. Suena intuitivo y casi científicamente fundamentado. Después
de todo, si inflas un globo repetidamente, ¿no se estirará eventualmente y
exigirá aún más aire para sentirte lleno? Bueno, nuestros estómagos no
son globos y es posible que esta metáfora no sea adecuada, como explicamos con
más detalle en el artículo.
El
atractivo de un cambio significativo
El
concepto de que puedes hacer pequeño tu estómago al modificar tus hábitos
alimenticios es atractivo por su simplicidad. En concreto, muchas personas creen
que ayunar o reducir significativamente la ingesta total de alimentos hará que
el estómago se contraiga de forma permanente. Esta noción a menudo va de
la mano con tendencias dietéticas populares, como el ayuno intermitente o las
dietas extremadamente bajas en calorías, que prometen no sólo pérdida de peso
sino también un ‘reinicio’ del sistema digestivo. La idea es que menos
comida requeriría menos espacio en el estómago, lo que naturalmente conduciría
a una disminución de su tamaño. En la era de las soluciones rápidas y los
trucos, es fácil ver cómo esta noción gana fuerza. Sin embargo, es una teoría
que no resiste el escrutinio científico.
El
estómago inmutable
Contrario
a la creencia popular, el estómago humano adulto NO disminuye de tamaño ni se
expande permanentemente basándose únicamente en los hábitos alimentarios. Su
elasticidad muscular le permite expandirse cuando se consumen alimentos y
contraerse una vez que pasa a los intestinos para una mayor digestión.
Las dimensiones del estómago varían, en promedio, desde 30 centímetros de
largo hasta 15 centímetros de diámetro cuando está vacío y pueden expandirse
para contener aproximadamente 1 litro de comida. De esta forma, el estómago se
parece más a un acordeón que a un globo. Puede estar lleno de comida y
expandirse hasta un tamaño máximo, y luego reducirse a su tamaño mínimo normal
cuando no hay comida en él. Pero comer menos o ayunar no cambiará el tamaño
mínimo o máximo de su estómago. Eso sigue igual.
Formas
prácticas de controlar el hambre
Muchas
personas combinan el tamaño del estómago con el apetito, creyendo que un
estómago más pequeño naturalmente conducirá a un menor consumo de alimentos. En
realidad, el hambre es más una función del cerebro que del estómago. Los
neurotransmisores como la dopamina y las hormonas como la grelina y la leptina
desempeñan un papel crucial en la percepción del hambre y la saciedad. Si bien
las dimensiones físicas de su estómago siguen siendo en gran medida
consistentes, la forma en que su cuerpo comunica el hambre puede verse
influenciada por sus hábitos. Un actor clave en esta red de comunicación es el
nervio vago, que transmite señales desde el estómago al cerebro. Pero más allá
de eso, tu cuerpo emplea una compleja interacción de hormonas como la grelina y
la leptina, que indican hambre y saciedad, respectivamente.
Mantente
hidratado
Una de
las formas más sencillas de controlar el apetito es beber agua antes de las
comidas. El agua puede llenar el espacio en el estómago y enviar señales al
cerebro para indicar saciedad. Algunas investigaciones incluso sugieren que
beber agua antes de las comidas puede llevar a consumir menos calorías durante
la comida.
Comer
conscientemente
Otra
técnica es la alimentación consciente, que implica prestar mucha atención a qué
y cuándo comes. Reducir la velocidad mientras comes puede darle a tu cerebro
suficiente tiempo para recibir la señal de ‘llenado’ de tu estómago, reduciendo
el riesgo de comer en exceso.
Control
de porciones
Cumplir
con el control de las porciones mediante el uso de platos más pequeños o la
medición de porciones puede condicionar su mente a estar satisfecha con menos.
Es un truco psicológico que ha demostrado ser eficaz para muchos una y otra
vez. Los clásicos nunca mueren.
El
tiempo importa
Por
último, el horario de las comidas puede influir en el apetito. Algunas personas
descubren que comer comidas más pequeñas y más frecuentes a lo largo del día
ayuda a mantener un nivel constante de saciedad, evitando así comer en exceso
durante una sola comida.
Dieta
equilibrada
Incluir
un equilibrio de proteínas, fibra y grasas saludables en sus comidas también
puede afectar su sensación de saciedad. Los alimentos ricos en fibra, como
frutas, verduras y cereales integrales, tardan más en digerirse, lo que ayuda a
que te sientas satisfecho por más tiempo. Por otro lado, las proteínas y las
grasas saludables como las que se encuentran en el pescado, las nueces y los
aguacates pueden ayudar a controlar las hormonas del hambre. Al adoptar un
enfoque multifacético para controlar el apetito, puede lograr un mayor dominio
de sus señales de hambre sin la ilusión de alterar físicamente el tamaño de tu
estómago.
La
comida para llevar
Cómo
desearíamos que hubiera soluciones más simples para problemas complejos como el
control de peso, y la noción de que uno puede simplemente ‘disminuir el tamaño’,
tu estómago tiene una simplicidad seductora. Sin embargo, la realidad es que el
tamaño de nuestro estómago es relativamente fijo e inflexible ante las dietas o
el ayuno. Sin embargo, lo que está bajo nuestro control es la capacidad de
controlar nuestro apetito mediante diversos ajustes en el estilo de vida. En
primer lugar, comprende que el hambre que siente es el resultado de un complejo
proceso de señalización que involucra al cerebro, el estómago e incluso la
microbiota intestinal. Hormonas como la grelina y la leptina, los
neurotransmisores y las señales del nervio vago son partes intrincadas de este
proceso. Por lo tanto, manipular estos factores de forma eficaz a menudo puede
conducir a un mejor control del apetito.
Medidas
prácticas, como beber agua antes de las comidas, comer de forma consciente,
equilibrar la dieta con proteínas, fibra y grasas saludables y controlar las
porciones, pueden marcar una diferencia tangible. Considera programar tus
comidas para evitar ataques de hambre extremos que podrían llevarte a comer en
exceso.
Por supuesto, el hecho de que la ciencia actual aún no haya descubierto
una forma no invasiva de reducir el tamaño del estómago no significa que las
hormonas específicas y otros agentes biológicos de nuestros alimentos no puedan
hacerlo en el futuro. ¿Se refinarán los tratamientos hormonales lo suficiente
como para manipular la forma en que entendemos y manejamos nuestros cuerpos?
¿Podrían los avances en bioingeniería ofrecer métodos no quirúrgicos para
modificar el tamaño del estómago? Sólo el tiempo dirá. JQR
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