Un estudio reciente comprobó una asociación
entre las horas que un adulto mayor es sedentario o realiza actividades
sedentarias, y el aumento del riesgo de demencia.
La investigación, que se realizó con casi 50.000
adultos mayores en el Reino Unido, Escocia y Gales, observó un mayor riesgo en
aquellos cuyo tiempo sedentario superaba las 10 horas, aunque estas horas
fueran seguidas o la suma de horas sedentarias en distintos momentos del día.
Los adultos mayores fueron observados durante un
período de casi siete años. Y pasar más tiempo en conductas
sedentarias se asoció significativamente con una mayor incidencia de demencia
por todas las causas.
Como horas sedentarias se consideraron las horas del
día en la que estaban básicamente sin moverse, viendo televisión o jugando
a las cartas, o sentados en un balcón, y que se monitorearon a
través de un dispositivo llamado acelerómetro que llevaron como una
pulsera en sus muñecas las 24 horas del día, por una semana. El análisis de los datos no
incluyó las horas en las que estaban durmiendo.
En el período analizado, recibieron un
diagnóstico de demencia 414 participantes. Este estudio fue observacional, se toman datos y se analizan, pero
no busca una causalidad específica. Aunque los autores del estudio
dicen que se necesitan investigaciones futuras para determinar si la asociación
entre el comportamiento sedentario y el riesgo de demencia es causal, aseguran
que esto llevará a estrategias preventivas que involucren distintas formas
de movimiento para prevenir o desacelerar esta afección.
Qué
es la demencia
La demencia no es una enfermedad en sí, sino un
conjunto de síntomas con los que se designa a distintos trastornos que afectan
al cerebro, entre ellos el Alzheimer. De hecho, el diagnóstico de
demencia más común.
En los Estados Unidos, casi 6 millones de personas
viven con Alzheimer, y se pronostica que la cifra se elevará a 15 millones para
2050.
El aumento en la esperanza de vida también acarrea
condiciones que ahora deben cuidarse a largo plazo. Esto genera un astronómico
gasto en salud: $277 millones, solo en 2018. En Latinoamérica y el Caribe se
estima que cerca de 7 millones de personas desarrollarán demencia para
2030.
Diagnósticos tempranos que permitan predecir la
condición y desacelerar el deterioro cognitivo modificarían gran parte de esa
cifra. El deterioro cognitivo ocurre cuando una persona tiene problemas para
recordar, aprender, concentrarse o tomar decisiones que afectan su vida cotidiana.
Los adultos mayores, especialmente las mujeres, los
hispanos y los afroamericanos que experimentan síntomas de pérdida de memoria,
deben someterse a una evaluación por parte de su proveedor de atención
médica. Hacer esto temprano puede ayudar a concentrar los esfuerzos en la
atención oportuna de los pacientes y sus cuidadores. También brinda la
oportunidad de descartar otras posibles razones de la pérdida de memoria, como
los efectos secundarios de los medicamentos, el estrés o las deficiencias de vitaminas.
Los científicos ya tienen una lista de biomarcadores
que señalan hacia la puerta de la demencia. Por ejemplo, cambios en el
tamaño y la función del cerebro y sus partes, así como los niveles de ciertas
proteínas que se pueden ver en las exploraciones cerebrales, en el líquido
cefalorraquídeo y en la sangre.
Las personas con enfermedad de Alzheimer, por ejemplo,
tienen niveles anormalmente altos de placas compuestas de
beta-amiloides, y nudos de proteína tau. Todas estas son sustancias que,
en cantidades normales, ayudan a que el cerebro funcione bien. HD
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