jueves, 1 de febrero de 2024

La violencia es un problema de todos…

En la última década se ha incrementado el índice de violencia social. La división ocasionada por ideologías extremas de derechas e izquierdas y que ha permeado a la sociedad, y por ende a la familia, ha producido un ambiente demasiado tóxico en algunos sectores: familias peleando por un candidato político, amigos insultándose y dejándose de hablar por disparidades de opinión, y ni qué decir de cómo se ha propagado la tendencia de aceptar como normal el andar promoviendo y creyendo en teorías de la conspiración.
No deberíamos acostumbrarnos a vivir en un ambiente de violencia, pero la raíz de todo esto está, lamentablemente, en el ámbito familiar, en la educación que se ha perdido, en los valores que se han esfumado. Es verdad que ha habido un proceso de cambio cultural en las familias, donde ha habido mejoras en el campo profesional, de estilos y calidad de vida; pero también es cierto que el respeto, la exigencia, los límites, por decir solo algunos de los valores, cedieron mucho terreno al capricho, la falta de respeto, la pérdida de una sana exigencia y limitación por los bienes materiales. Desde muy temprana edad, el uso de celulares, tabletas electrónicas, series de televisión con extrema violencia y actividad sexual de todo tipo, la proliferación de vídeos en tik-tok con ‘retos’ que solo han destruido a los adolescentes. ¿Dónde están los papás?
Esto que estamos viviendo hoy no es fruto del azar ni tampoco es algo que se cocinó en el microondas en 30 segundos; es el resultado de un proceso lento de una pérdida de conciencia de lo que es el sentido de lo humano. Ya no hablemos ni siquiera del sentido espiritual, quedémonos solo en la cuestión humana. ¿Cuándo vamos a despertar de este letargo?
Los padres de familia, ¿son realmente conscientes de lo que ven sus hijos por internet, de lo que ven en las plataformas de televisión, de lo que traen en el historial de su celular? ¿Son conscientes de cómo tratan a sus amistades, o de cómo sus amistades tratan a sus hijos? ¡Qué tan fáciles son, a veces, los papás en justificar las conductas de los hijos! Pero cuántas veces una sana corrección puede ser el punto de equilibrio para que ese niño o esa niña no crezcan con distorsiones en sus valores.
Pero primero, analicemos si los padres de familia tienen claros cuáles son los valores que se han difuminado, qué entienden por respeto, qué entienden por límites, si ellos mismos son conscientes de la necesidad de rectificar el rumbo.
La violencia extrema que se vive puede revertirse, siempre y cuando empecemos desde la casa. R

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