La
enfermedad renal crónica aflige silenciosamente a millones de personas en todo
el mundo, y los síntomas a menudo aparecen sólo después de que se ha producido
un daño irreversible. Pero es posible que los científicos hayan encontrado
ahora una manera de identificar las enfermedades renales antes, sin necesidad
de procedimientos invasivos.
Los
científicos de la Universidad de Edimburgo descubrieron una correlación entre
los cambios en la retina y la coroides (una capa circulatoria ubicada debajo de
la retina) y la salud de nuestros riñones. Utilizando un enfoque de imágenes
accesible y no invasivo conocido como tomografía de coherencia óptica (OCT),
que comúnmente está disponible en varios centros de atención oftalmológica,
descubrieron que las personas con enfermedad renal crónica tenían retinas y
coroides más delgadas que las personas sanas.
En
términos de función biológica, el ojo y el riñón son sorprendentemente
similares. Ambos órganos dependen de intrincadas redes de pequeños vasos
sanguíneos para cumplir sus funciones de manera eficaz. En el ojo, estos
delicados vasos desempeñan un papel vital en la nutrición de la retina, que es
esencial para mantener una visión clara. En los riñones, se encargan de
mantener el sistema de filtración encargado de limpiar la sangre. Sin embargo,
en afecciones como la enfermedad renal crónica, en la que estos vasos
sanguíneos sufren daños, pueden producirse problemas de visión y una función
renal reducida.
El
estudio de Edimburgo encontró que a medida que la enfermedad renal empeora,
disminuye el grosor tanto de la retina como de la coroides. Incluso después de
tener en cuenta la edad, un factor conocido que afecta la salud de los riñones
y los ojos, esta asociación se mantuvo constante. En pacientes con enfermedad
renal crónica, el área central de la retina, que depende en gran medida de la
coroides para obtener oxígeno y nutrientes, parecía verse significativamente
afectada.
Curiosamente,
los investigadores descubrieron una reversión en el adelgazamiento de las capas
retiniana y coroidea que es típico de la ERC entre las personas que se habían
sometido a trasplantes de riñón. Sorprendentemente, una semana después de
recibir el trasplante, estas personas comenzaron a observar un engrosamiento
visible en las estructuras de sus ojos, y se observaron más mejoras durante el
año siguiente. Los ojos parecían reflejar el estado restaurado del riñón
trasplantado.
Los
investigadores también estudiaron a personas sanas que se ofrecieron
voluntariamente para donar sus riñones. Curiosamente, a pesar de una función
renal adecuada, estos pacientes presentaron adelgazamiento coroideo al año de
la donación. Esto muestra que los exámenes oculares pueden servir como un
sistema de alarma avanzado, detectando cambios sutiles en la salud de los
riñones mucho antes que las pruebas de diagnóstico estándar.
Para
validar sus hallazgos, los investigadores siguieron a un grupo de pacientes con
enfermedad renal crónica durante dos años. Descubrieron que aquellos con
retinas y coroides más pequeñas al comienzo del ensayo tenían más
probabilidades de experimentar una reducción significativa en la función renal
con el tiempo. Esta capacidad predictiva continuó incluso después de controlar
factores como la edad, la presión arterial y los niveles de proteína en la
orina, todos los cuales son indicadores de daño renal.
“Esperamos
que esta investigación, que muestra que el ojo es una ventana útil al riñón,
ayude a identificar a más personas con enfermedad renal temprana, brindando la
oportunidad de iniciar tratamientos antes de que progrese”, dice el Dr. Neeraj
Dhaun, profesor de Nefrología, en el Centro de Ciencias Cardiovasculares de la
Universidad de Edimburgo, en un comunicado de prensa. “También ofrece potencial
para nuevos ensayos clínicos y el desarrollo de tratamientos farmacológicos
para una enfermedad crónica que, hasta ahora, ha resultado extremadamente
difícil de tratar”.
Por
supuesto, se necesitan más estudios para comprender la complicada relación
entre los ojos y los riñones. El equipo de Edimburgo planea ampliar su
investigación inscribiendo poblaciones de pacientes más grandes y variadas y
aumentando la duración de sus estudios. También esperan determinar si cambios
específicos en los ojos pueden servir como indicios tempranos de enfermedad cardiovascular,
que generalmente se asocia con enfermedad renal crónica.
Mientras
tanto, este estudio muestra la extraordinaria capacidad del cuerpo humano para
proporcionar información sobre nuestro bienestar general. Aunque las
exploraciones OCT no se utilizan actualmente en los controles renales
habituales, este estudio identifica áreas interesantes para investigaciones
futuras. Quizás en el futuro las personas puedan comprobar la salud de sus
riñones mediante un examen ocular sencillo e indoloro. JQR
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