El consumo, legal e ilegal, de opioides ha aumentado
notablemente en los últimos años, impulsado por una mayor dependencia de
analgésicos potentes para el tratamiento del dolor crónico, especialmente el
dolor lumbar (en la parte baja de la espalda).
Cuando se toman como indica la receta, y bajo un
estricto control de un médico especialista, ya que son altamente adictivos, los
opioides ayudan a muchas personas a controlar su dolor. Sin embargo, su uso
indiscriminado puede generar graves consecuencias: estos analgésicos modifican
funciones cerebrales, y pueden ser letales.
Ambos tipos de consumo pueden generar adicción.
Los opioides desencadenan
la liberación de endorfinas. Le dicen a tu cerebro que te
sientes bien. Las endorfinas son los analgésicos naturales del
cuerpo. Las libera el hipotálamo y la glándula
pituitaria en respuesta al dolor o al estrés; este grupo de hormonas
alivia el dolor: hacen que se sienta menos dolor, y aumentan la sensación
de placer.
Este cambio en el cerebro crea una sensación de
bienestar que es muy poderosa pero que dura poco tiempo. Por eso, cuando el
efecto de una dosis de opioides desaparece, la persona puede querer sentir esa
sensación de bienestar de nuevo lo antes posible. Así es como puede
desencadenarse el trastorno por consumo de
opioides.
Muchas personas piensan que nunca desarrollarán una adicción porque no beben, no fuman. Si bien tener
trastornos de abuso de sustancias previos es un factor de riesgo, cualquier
persona puede necesitar consumir opioides en exceso, una vez que los probó.
Estas drogas potentes interactúan directamente con la
química del cerebro. Entre las posibles alteraciones que causan los opioides en
el cerebro:
Ralentizan la
función cerebral. Estos medicamentos deprimen el sistema nervioso
central, hacen que la respiración sea más lenta y potencialmente provocan
hipoxia, una afección en la que llega insuficiente oxígeno al cerebro.
Cambian la
estructura y función del cerebro. Su uso prolongado puede provocar cambios en los
circuitos neuronales, lo que provoca una disminución de la materia blanca del
cerebro. Esto afecta la capacidad de tomar decisiones, la regulación del
comportamiento y las respuestas a situaciones estresantes.
Disparan
afecciones de salud mental. Los síntomas de abstinencia de los opioides pueden
incluir ansiedad, depresión, insomnio y cambios en la cognición debido a
desequilibrios de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina.
Estimulan la
dependencia física. Esto ocurre cuando el cuerpo se adapta a la
presencia de la droga y experimenta síntomas de abstinencia cuando no se toma
la droga.
Generan tolerancia. A
medida que pasa el tiempo, se necesitan dosis más altas del medicamento para
lograr el mismo efecto, lo que aumenta el riesgo de sobredosis.
Provocan mayor
sensibilidad al dolor. Al modificar la función cerebral vinculada al
dolor, el uso crónico de opioides puede hacer que las personas sean más
sensibles al dolor, una condición conocida como hiperalgesia.
Pueden llevar a
una sobredosis. Esto puede ocurrir cuando se toma demasiado
medicamento, lo que deprime la función respiratoria a niveles potencialmente
fatales.
En los Estados Unidos, el trastorno por consumo de
opioides es una crisis de salud pública. Entre 1999 y
2020, más de 800.000 personas murieron por sobredosis de
estas drogas.
Aunque la percepción de las autoridades de salud y el
público en América Latina es que el
abuso de drogas es un problema creciente, la información sobre el
problema es escasa. Hay datos aislados sobre el número de recetas de opioides,
pero la heterogeneidad de los datos epidemiológicos y de diagnóstico,
resultantes de un número limitado de estudios hace que sea difícil determinar
su fiabilidad.
Estudios indican que Bolivia y República Dominicana tienen
las tasas más altas de muerte por abuso de opioides. En
Brasil, la crisis se centra en el fentanilo.
En 2019, en el continente, los trastornos por consumo
de drogas representaron 85.984 muertes en ambos sexos combinados (55.616 en
hombres y 30.367 en mujeres); representando el 47% de las muertes mundiales
causadas por trastornos por consumo de drogas. HD
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