Sara McGinnis tenía nueve meses de embarazo de su
segundo hijo y algo no iba bien. Su cuerpo estaba hinchado. Estaba cansada y
mareada.
Su esposo, Bradley McGinnis, dijo que ella le había informado
a su doctor y enfermeras sobre sus síntomas e incluso había ido a la sala de
emergencias cuando empeoraron. Pero, según Bradley, lo que le dijeron a su
esposa fue: “Es verano y estás embarazada. Eso me atormenta”.
Dos días después, Sara sufrió un derrame cerebral
masivo seguido de una convulsión. Sucedió de camino al hospital, a donde iba
nuevamente por un dolor de cabeza insoportable.
Sara, de Kalispell, Montana, nunca conoció a su hijo,
Owen, quien sobrevivió gracias a una cesárea de emergencia y tiene sus mismos
ojos ovalados y su espeso cabello oscuro. La mujer murió al día siguiente del
nacimiento.
Sara tuvo eclampsia, una complicación del embarazo a
veces mortal causada por presión arterial alta persistente, también conocida
como hipertensión.
Sara murió en 2018. Hoy en día, más embarazadas
reciben diagnósticos de presión arterial peligrosamente alta, un hallazgo que
podría salvar vidas. Estudios recientes muestran que las tasas de nuevos casos
y de hipertensión materna crónica casi se han duplicado desde 2007.
Investigadores dicen que el aumento en los casos se debe en parte a más pruebas
que detectan la afección.
Pero esa no es toda la historia. Los datos muestran
que la tasa general de mortalidad materna en el país también está aumentando, siendo
la hipertensión una de las principales causas.
Expertos médicos están tratando de frenar esta
tendencia. En 2022, el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos bajó el
umbral sobre cuándo los médicos deben comenzar a tratar a pacientes embarazadas
y en posparto por hipertensión.
Y las agencias federales ofrecen capacitación en
mejores prácticas para la detección y atención. Los datos federales muestran
que las muertes maternas por hipertensión disminuyeron en Alaska y West
Virginia después de la implementación de esas pautas.
Pero aplicar esos estándares en la atención diaria
lleva tiempo, y los hospitales aún están trabajando para incorporar prácticas
que podrían haber salvado la vida de Sara.
En Montana, que el año pasado se convirtió en uno de
los 35 estados en implementar las pautas federales de seguridad para pacientes,
más de dos tercios de los hospitales brindaron atención oportuna a los
pacientes, dijo Annie Glover, científica investigadora senior del Montana
Perinatal Quality Collaborative. Desde 2022, poco más de la mitad de los
hospitales alcanzaron ese umbral.
“Toma un tiempo implementar un cambio en un hospital”,
dijo Glover.
La hipertensión puede dañar los ojos, pulmones,
riñones o corazón de una persona, con consecuencias que duran mucho más allá
del embarazo. La preeclampsia —hipertensión persistente en el embarazo— también
puede causar un ataque cardíaco.
El problema puede desarrollarse por factores
hereditarios o de estilo de vida: por ejemplo, tener sobrepeso predispone a las
personas a la hipertensión. Lo mismo ocurre con la edad avanzada, y cada vez
más personas tienen hijos en una etapa posterior de la vida.
Las personas negras e indígenas son mucho más
propensas a desarrollar y morir por hipertensión en el embarazo que la
población en general.
“El embarazo es una prueba de estrés natural”, dijo
Natalie Cameron, médica y epidemióloga de la Escuela de Medicina Feinberg de la
Universidad Northwestern, quien ha estudiado el aumento en los diagnósticos de
hipertensión. “Está desenmascarando este riesgo que siempre estuvo presente”.
Pero las mujeres embarazadas que no encajan en el
perfil de riesgo típico también se están enfermando, y Cameron dijo que se
necesita más investigación para entender por qué.
Mary Collins, de 31 años, de Helena, Montana,
desarrolló hipertensión durante su embarazo este año. A mitad de la gestación,
Collins aún hacía senderismo y asistía a clases de entrenamiento de fuerza. Sin
embargo, se sentía lenta y estaba ganando peso demasiado rápido mientras el
crecimiento de su bebé disminuía drásticamente.
Collins dijo que le diagnosticaron preeclampsia
después de preguntarle a un obstetra sobre sus síntomas. Justo antes de eso,
dijo, el doctor había dicho que todo iba bien mientras revisaba el desarrollo
de su bebé.
“Revisó mis lecturas de presión arterial, hizo una
evaluación física y simplemente me miró”, dijo Collins. “Él dijo: ‘En realidad,
me retracto de lo que dije. Puedo garantizar fácilmente que serás diagnosticada
con preeclampsia durante este embarazo, y deberías comprar un seguro para bajar
los costos de transporte de emergencia (life flight insurance)”.
Así fue. Collins fue trasladada por aire a Missoula,
Montana, para el parto, y su hija, Rory, nació dos meses antes. El bebé tuvo
que pasar 45 días en la unidad de cuidados intensivos neonatales. Tanto Rory,
que ahora tiene unos 3 meses, como Collins, aún se están recuperando.
El tratamiento típico para la preeclampsia es el
parto. Los medicamentos pueden ayudar a prevenir convulsiones y acelerar el
crecimiento del bebé para acortar el tiempo del embarazo si la salud de la
madre o el feto lo necesitan. En raros casos, la preeclampsia puede
desarrollarse poco después del parto, una condición que los investigadores aún
no comprenden completamente.
Wanda Nicholson, presidenta del Grupo de Trabajo de
Servicios Preventivos de EEUU, un panel independiente de expertos en prevención
de enfermedades, dijo que se necesita un monitoreo constante durante y después
del embarazo para proteger verdaderamente a los pacientes. La presión arterial
“puede cambiar en cuestión de días, o en un período de 24 horas”, dijo
Nicholson.
Y los síntomas no siempre son claros.
Ese fue el caso de Emma Trotter. Días después de tener
a su primer hijo en 2020 en San Francisco, sintió que su ritmo cardíaco
disminuía. Trotter dijo que llamó a su médico y a una línea de ayuda para
enfermeras, y ambos le dijeron que podría ir a la sala de emergencias si estaba
preocupada, pero le aconsejaron que no. Así que se quedó en casa.
En 2022, unos cuatro días después de dar a luz a su
segundo hijo, su corazón volvió a latir despacio. Esta vez, el equipo médico en
su nuevo hogar en Missoula revisó sus signos vitales. Su presión arterial era
tan alta que la enfermera pensó que el monitor estaba roto.
“Podrías tener un derrame cerebral en un segundo”,
recordó Trotter que le dijo su partera antes de enviarla al hospital.
Trotter estaba por tener a su tercer hijo en
septiembre, y sus médicos planearon enviarla a casa con el nuevo bebé con un
monitor de presión arterial.
Stephanie Leonard, epidemióloga de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Stanford que estudia la hipertensión en el
embarazo, dijo que más monitoreo podría ayudar con problemas complejos de salud
materna.
“La presión arterial es un componente en el que
realmente podríamos tener un impacto”, dijo. “Es medible. Es tratable”.
El monitoreo ha sido durante mucho tiempo el objetivo.
En 2015, la Administración de Recursos y Servicios de Salud Federal trabajó con
el Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos para implementar las mejores
prácticas para hacer que el parto sea más seguro, incluyendo una guía
específica para detectar y tratar la hipertensión.
El año pasado, el gobierno federal aumentó el
financiamiento para estos esfuerzos para expandir la implementación de las
guías.
“Gran parte de la disparidad en este ámbito se debe a
que no se escucha las voces de las mujeres”, dijo Carole Johnson, jefa de la
agencia de recursos de salud.
El Montana Perinatal Quality Collaborative pasó un año
proporcionando esa capacitación sobre hipertensión a los hospitales de todo el
estado. Al hacerlo, Melissa Wolf, jefa de servicios para mujeres en Bozeman
Health, dijo que su sistema hospitalario aprendió que el uso por parte de los
médicos de su plan de tratamiento para la hipertensión en el embarazo era
‘inconsistente’.
Incluso la forma en que las enfermeras medían la
presión arterial de las pacientes embarazadas variaba. “Simplemente asumimos
que todos sabían cómo tomar la presión arterial”, dijo Wolf.
Ahora, Bozeman Health está monitoreando el tratamiento
con el objetivo de que cualquier embarazada con hipertensión reciba atención
adecuada en el plazo de una hora. Carteles decoran las paredes de las clínicas
y las puertas de los baños de los hospitales, enumerando los signos de
advertencia de la preeclampsia. Se da de alta a los pacientes con una lista de
señales de alerta para que estén atentas.
Katlin Tonkin es una de las enfermeras que capacita a
los proveedores médicos de Montana sobre cómo hacer que el parto sea más
seguro. Sabe lo importante que es por experiencia: en 2018, cuando estaba de 36
semanas, a Tonkin la diagnosticaron con preeclampsia severa, semanas después de
haber desarrollado síntomas. Su parto de emergencia llegó demasiado tarde y su
hijo Dawson, quien no había estado recibiendo suficiente oxígeno, murió poco
después del nacimiento.
Desde entonces, Tonkin ha tenido dos hijos más, ambos
nacieron sanos, y mantiene fotos de Dawson, tomadas durante su corta vida.
“Ojalá hubiera sabido entonces lo que sé ahora”, dijo
Tonkin. “Tenemos las prácticas actuales basadas en evidencia. Solo necesitamos
asegurarnos de que estén en funcionamiento”. KH
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