La presbicia, la miopía, la
hipermetropía o el astigmatismo pueden provocar una visión borrosa o nublada
que desaparece con el tratamiento óptico correcto. Sin embargo, existen
ocasiones en las que, de repente y sin razón aparenta, se nos nubla la vista por
unos segundos.
Los profesionales de la
Clínica Oftalmológica Martínez de Carneros (Madrid, España), relatan que este
fenómeno puede explicarse por diversos factores, desde cambios repentinos en la
circulación sanguínea hasta la compresión temporal de nervios. Por lo general
no suele implicar un problema grave, pero en algunos casos puede delatar una
condición subyacente que requiere de atención médica.
Tensión baja
Una de las causas más
habituales de la visión nublada ocurre al levantarse rápidamente tras estar
sentado o acostado. Este fenómeno, conocido como hipotensión ortostática, se
produce cuando la presión arterial desciende bruscamente. Al cambiar de
posición, el cuerpo necesita ajustar el flujo de sangre hacia el cerebro para
compensar la gravedad. Si este ajuste es lento o insuficiente, puede haber una
disminución temporal en el suministro de oxígeno y nutrientes al cerebro, lo
que genera síntomas como mareo, debilidad y visión borrosa.
Compresión del nervio óptico
por una mala postura al dormir
Dormir en una posición
inadecuada que ejerza presión sobre el rostro o la cabeza puede comprimir
temporalmente el nervio óptico o los vasos sanguíneos que lo rodean. Esto puede
ocasionar una reducción momentánea en la función visual al despertar, provocando
una visión borrosa o nublada.
El nervio óptico es crucial
para transmitir la información visual desde el ojo hasta el cerebro. Cuando se
ve afectado por una compresión, aunque sea leve y temporal, la transmisión de
señales puede ralentizarse o interrumpirse parcialmente. En la mayoría de los
casos, la visión se normaliza rápidamente una vez que se elimina la presión y
se restablece el flujo sanguíneo adecuado.
Mareos
Sentirnos mareados, ya sea por
movimientos bruscos o unos niveles bajos de azúcar en sangre, también puede
provocarnos que se nos nuble la vista. Esto sucede porque el mareo afecta el
equilibrio y la percepción sensorial, lo que puede incluir la forma en que el
cerebro procesa las señales visuales.
Cuando el sistema vestibular,
que controla el equilibrio, no funciona de manera óptima, puede haber una
descoordinación temporal entre lo que los ojos perciben y lo que el cerebro
interpreta, causando confusión visual o visión borrosa.
Niveles bajos de azúcar en
sangre
La hipoglucemia, una condición
en la que el nivel de glucosa en sangre cae por debajo de lo normal, puede
afectar la visión. El cerebro y los ojos dependen de un suministro constante de
glucosa para funcionar correctamente. Cuando este suministro disminuye, pueden
aparecer síntomas como visión nublada, confusión y temblores.
Esta condición es común en
personas con diabetes que no han regulado adecuadamente su insulina, pero
también puede afectar a personas sin esta enfermedad en situaciones de ayuno
prolongado, actividad física intensa o consumo insuficiente de carbohidratos.
Estrés y fatiga ocular
El estrés crónico y la falta
de descanso adecuado pueden tener un impacto significativo en la visión. El
estrés puede causar una tensión muscular en la cara y alrededor de los ojos, lo
que puede dificultar la capacidad de enfoque. Por otro lado, la fatiga ocular,
que es el resultado de pasar largas horas frente a pantallas o leer en
condiciones de luz inadecuada, puede generar visión nublada temporal.
En estos casos, la solución
suele ser tan simple como descansar la vista, practicar ejercicios de
relajación ocular o mejorar las condiciones de iluminación. BP
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