jueves, 23 de octubre de 2025

Arritmia – Tratamientos para controlar la enfermedad y llevar una vida normal…

Uno de cada cuatro mayores de 80 años tiene fibrilación auricular, la forma de arritmia más común. Pero, ¿qué causa esta condición? El corazón se compone de dos aurículas y dos ventrículos. En condiciones normales, las aurículas se contraen de manera rítmica y coordinada con los ventrículos. Sin embargo, en la fibrilación auricular, las aurículas se activan de forma desorganizada, irregular y poco eficaz, lo que provoca una contracción irregular de los ventrículos.
La fibrilación auricular puede clasificarse como paroxística, cuando los episodios son breves y se resuelven por sí mismos; persistente, cuando los episodios duran más tiempo y requieren algún procedimiento para restaurar el ritmo; o permanente, cuando no es posible recuperar el ritmo normal del corazón mediante una intervención. Esta clasificación permite determinar si el paciente se encuentra en una fase inicial o evolucionada de la enfermedad, aunque no está directamente relacionada con la gravedad ni el riesgo de complicaciones.
La fibrilación auricular es una enfermedad impredecible. En ocasiones, resulta difícil identificar qué la desencadena, aunque otras veces el factor causante es evidente. Aunque no siempre es posible evitar los factores que provocan una crisis, es posible reducir el riesgo adoptando hábitos de vida saludables. Entre los más importantes se encuentran evitar o reducir el consumo de alcohol y tabaco, mantener una alimentación equilibrada y hacer ejercicio físico para prevenir el sobrepeso y controlar la presión arterial. También ayuda contar con buenos hábitos de sueño.
No hay mucho más que el paciente pueda hacer, ya que la edad es el principal factor de riesgo. Como señaló el Dr. Lluís Mont, cardiólogo especialista en arritmias del Hospital Clínic Barcelona, España, “por el mero hecho de tener una edad avanzada, tenemos un gran riesgo de tener una arritmia”. Otros factores desencadenantes son la presión arterial elevada, la obesidad y la diabetes, por lo que mantener buenos hábitos es fundamental. También aumenta el riesgo haber tenido enfermedades cardiovasculares previas y hacer ejercicio físico de muy elevada intensidad, como practicar ciclismo o correr maratones.
“El síntoma más característico son las palpitaciones, es decir, un latido anómalo del corazón”, explicó el Dr. Eduard Guash, cardiólogo especialista en arritmias del Hospital Clínic Barcelona. Si la frecuencia cardíaca -el número de latidos por minuto- es excesivamente alta o baja, puede provocar mareos e incluso pérdida de conocimiento. Aun así, en general, los síntomas son poco específicos, como mareo o fatiga, y en algunos casos, pueden no presentarse. El Dr. Guash aclaró que “la única forma de diagnosticar de forma definitiva la fibrilación auricular es registrando la actividad eléctrica del corazón mediante un electrocardiograma”.
Cuando la fibrilación auricular se combina con otra enfermedad cardíaca, puede dar lugar a una insuficiencia cardíaca -un debilitamiento del corazón-, angina de pecho o arritmias graves. Sin embargo, la complicación crónica más peligrosa son los trombos. Si la sangre se acumula, se forman coágulos que pueden obstruir cualquier arteria del cuerpo, impidiendo la circulación sanguínea. Si la obstrucción afecta una arteria cerebral, se produce un ictus; si ocurre en un brazo, una pierna o una arteria del corazón, puede desencadenar un infarto. Cuando el riesgo de estos eventos es alto, el uso de fármacos anticoagulantes, como el Sintrom o el Adolcumar, se vuelven imprescindibles.
Estos fármacos requieren precauciones relacionadas con la alimentación y la interacción con otros medicamentos. Es necesario realizar controles regulares, ya que pueden causar sangrados que, aunque generalmente leves, pueden derivar en complicaciones. No obstante, gracias a los avances médicos, existen anticoagulantes directos que no requieren monitoreo constante. Si los episodios de arritmia son poco frecuentes, se puede optar por tomar medicación solo en el momento de un episodio. En cambio, si son repetitivos, el tratamiento arrítmico preventivo se debe tomar a diario. Si el tratamiento farmacológico no logra controlar los síntomas, se puede considerar un procedimiento de ablación.
La ablación con catéter consiste en crear lesiones que rodean y aíslan las venas pulmonares de la aurícula izquierda, el origen de la fibrilación auricular. También existe la opción de una ablación mediante cirugía mínimamente invasiva, que generalmente se utiliza cuando las arritmias persisten tras la ablación con catéter. El Dr. Manel Castellà, cirujano cardiovascular del Hospital Clínic Barcelona, afirmó que “la ablación completa es más agresiva, pero es muy eficaz”. Así pues, aunque la fibrilación auricular puede ser una enfermedad grave, los tratamientos disponibles, junto con unos hábitos saludables, permiten a los pacientes llevar una vida prácticamente normal. BP

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