Uno de cada cuatro mayores de
80 años tiene fibrilación auricular, la forma de arritmia más común. Pero, ¿qué
causa esta condición? El corazón se compone de dos aurículas y dos ventrículos.
En condiciones normales, las aurículas se contraen de manera rítmica y
coordinada con los ventrículos. Sin embargo, en la fibrilación auricular, las
aurículas se activan de forma desorganizada, irregular y poco eficaz, lo que
provoca una contracción irregular de los ventrículos.
La fibrilación auricular puede
clasificarse como paroxística, cuando los episodios son breves y se resuelven
por sí mismos; persistente, cuando los episodios duran más tiempo y requieren
algún procedimiento para restaurar el ritmo; o permanente, cuando no es posible
recuperar el ritmo normal del corazón mediante una intervención. Esta
clasificación permite determinar si el paciente se encuentra en una fase
inicial o evolucionada de la enfermedad, aunque no está directamente
relacionada con la gravedad ni el riesgo de complicaciones.
La fibrilación auricular es
una enfermedad impredecible. En ocasiones, resulta difícil identificar qué la
desencadena, aunque otras veces el factor causante es evidente. Aunque no
siempre es posible evitar los factores que provocan una crisis, es posible
reducir el riesgo adoptando hábitos de vida saludables. Entre los más
importantes se encuentran evitar o reducir el consumo de alcohol y tabaco,
mantener una alimentación equilibrada y hacer ejercicio físico para prevenir el
sobrepeso y controlar la presión arterial. También ayuda contar con buenos
hábitos de sueño.
No hay mucho más que el
paciente pueda hacer, ya que la edad es el principal factor de riesgo. Como
señaló el Dr. Lluís Mont, cardiólogo especialista en arritmias del Hospital
Clínic Barcelona, España, “por el mero hecho de tener una edad avanzada,
tenemos un gran riesgo de tener una arritmia”. Otros factores desencadenantes
son la presión arterial elevada, la obesidad y la diabetes, por lo que mantener
buenos hábitos es fundamental. También aumenta el riesgo haber tenido
enfermedades cardiovasculares previas y hacer ejercicio físico de muy elevada
intensidad, como practicar ciclismo o correr maratones.
“El síntoma más característico
son las palpitaciones, es decir, un latido anómalo del corazón”, explicó el Dr.
Eduard Guash, cardiólogo especialista en arritmias del Hospital Clínic
Barcelona. Si la frecuencia cardíaca -el número de latidos por minuto- es
excesivamente alta o baja, puede provocar mareos e incluso pérdida de
conocimiento. Aun así, en general, los síntomas son poco específicos, como
mareo o fatiga, y en algunos casos, pueden no presentarse. El Dr. Guash aclaró
que “la única forma de diagnosticar de forma definitiva la fibrilación
auricular es registrando la actividad eléctrica del corazón mediante un
electrocardiograma”.
Cuando la fibrilación
auricular se combina con otra enfermedad cardíaca, puede dar lugar a una
insuficiencia cardíaca -un debilitamiento del corazón-, angina de pecho o
arritmias graves. Sin embargo, la complicación crónica más peligrosa son los
trombos. Si la sangre se acumula, se forman coágulos que pueden obstruir
cualquier arteria del cuerpo, impidiendo la circulación sanguínea. Si la
obstrucción afecta una arteria cerebral, se produce un ictus; si ocurre en un
brazo, una pierna o una arteria del corazón, puede desencadenar un infarto.
Cuando el riesgo de estos eventos es alto, el uso de fármacos anticoagulantes,
como el Sintrom o el Adolcumar, se vuelven imprescindibles.
Estos fármacos requieren
precauciones relacionadas con la alimentación y la interacción con otros
medicamentos. Es necesario realizar controles regulares, ya que pueden causar
sangrados que, aunque generalmente leves, pueden derivar en complicaciones. No
obstante, gracias a los avances médicos, existen anticoagulantes directos que
no requieren monitoreo constante. Si los episodios de arritmia son poco
frecuentes, se puede optar por tomar medicación solo en el momento de un
episodio. En cambio, si son repetitivos, el tratamiento arrítmico preventivo se
debe tomar a diario. Si el tratamiento farmacológico no logra controlar los
síntomas, se puede considerar un procedimiento de ablación.
La ablación con catéter
consiste en crear lesiones que rodean y aíslan las venas pulmonares de la
aurícula izquierda, el origen de la fibrilación auricular. También existe la
opción de una ablación mediante cirugía mínimamente invasiva, que generalmente
se utiliza cuando las arritmias persisten tras la ablación con catéter. El Dr.
Manel Castellà, cirujano cardiovascular del Hospital Clínic Barcelona, afirmó
que “la ablación completa es más agresiva, pero es muy eficaz”. Así pues,
aunque la fibrilación auricular puede ser una enfermedad grave, los tratamientos
disponibles, junto con unos hábitos saludables, permiten a los pacientes llevar
una vida prácticamente normal. BP
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