A veces, la ciudad también se siente así: Una cuerda tensa, desgastada, al borde del colapso. Relaciones, trabajos, cuerpos, esperanzas... Todo parece a punto de romperse.
Pero Cristo camina justo ahí: En el hilo que aguanta. En la fibra que no se rinde. En el suspiro que dice: “uno más, solo un día más”. Él no llega cuando todo está fuerte. Llega cuando
apenas se sostiene.
Y ahí, entre el desgaste y la fe, —sin ruido, sin milagros de feria— Cristo anuda con ternura lo que parecía perdido. RM
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