El miedo es una emoción básica
que todos los seres humanos experimentamos. Surge como una respuesta natural
ante situaciones de peligro o incertidumbre. Esta emoción tiene una función protectora,
ya que activa mecanismos de defensa que nos ayudan a reaccionar rápidamente
ante posibles amenazas.
En los años setenta, el
psicólogo estadounidense Paul Eckman identificó ciertas emociones que son
experimentadas de manera universal en todas las culturas, independientemente
del lugar, idioma y diferencias particulares. Según el especialista, las
emociones son: alegría, tristeza, asco, sorpresa, ira y miedo.
¿Qué es el miedo?
El miedo es una emoción que
aparece cuando hay una amenaza, ya sea física o emocional, real o imaginaria.
Suele percibirse como una emoción ‘negativa’, sin embargo, tiene un rol de
protección muy importante. Es una emoción que todos los animales compartimos,
ya que evolutivamente nos ha permitido sobrevivir. Según la Real Academia
Española el miedo se puede definir como la “perturbación angustiosa del ánimo
por un riesgo o daño real o imaginario o la aprensión que alguien tiene de que
le suceda algo contrario a lo que desea”. Un ejemplo podría ser algo que aún no
sucede como: Tengo miedo a que me echen del trabajo. Los miedos y temores de
las personas han servido, en diferentes etapas de la historia, para generar
soluciones e innovar en diferentes industrias.
¿Qué es el miedo en
psicología?
El miedo en psicología es una
emoción primaria y universal que surge como una respuesta natural del organismo
ante situaciones percibidas como amenazantes o peligrosas. Se caracteriza por
reacciones fisiológicas como el aumento del ritmo cardíaco, la sudoración y la
tensión muscular, que preparan al cuerpo para enfrentar o huir del peligro.
Este mecanismo tiene una función adaptativa, ya que ayuda a la supervivencia al
alertar sobre posibles riesgos en el entorno.
Sin embargo, el miedo puede
volverse problemático cuando es desproporcionado o irracional, como ocurre en
los trastornos de ansiedad o las fobias. En estos casos, la persona experimenta
niveles de miedo intensos incluso en ausencia de una amenaza real, lo que puede
interferir con su vida diaria y bienestar emocional. En psicología, el
tratamiento del miedo suele incluir terapias como la exposición gradual y la
reestructuración cognitiva, que ayudan a las personas a manejar y superar sus
temores.
¿Para qué sirve el miedo?
El miedo en ocasiones puede
ser inconveniente, tanto así que nos podemos preguntar, ¿por qué tengo miedo?
Sin embargo, es una emoción muy útil. El miedo nos permite actuar de manera
efectiva frente a situaciones de peligro. También nos da la oportunidad de
reconocer cuando estamos frente a una situación de riesgo y ver qué es lo que
tenemos que hacer, ya sea huir, luchar o protegernos.
Asimismo, activa el cuerpo a
tal nivel que nos permite movilizarnos para mantenernos vivos. Incluso, nos
puede dar más energía o fuerza de la que tendríamos normalmente. De esta forma,
nos permite hacer cosas que quizás no podríamos o quisiéramos hacer en otras
circunstancias, pero que son necesarias para detener la amenaza, por ejemplo:
pelear, correr rápido, saltar para salir de un carro, etc.
¿El miedo es una emoción o un
sentimiento?
El miedo es considerado una
emoción, no un sentimiento. La diferencia entre una y otra es que las emociones
son una reacción natural de nuestro cuerpo al sentirnos amenazados por algo,
como es lo que provoca la emoción del miedo. Mientras que un sentimiento es la
interpretación de una persona hacia las emociones. El miedo es una emoción que
nos ayuda a sobrevivir en situaciones peligrosas o donde nos sentimos
amenazados, mientras que un sentimiento es una respuesta que tenemos ante esa
emoción.
¿Qué hacer cuando tienes
miedo?
Como podemos ver, el miedo no
es malo. En realidad, nuestros cerebros han evolucionado para sentir miedo, hay
áreas específicas que tienen esta función. Entonces, podríamos decir que el
miedo es parte de la función cerebral normal y el no tener miedo sería señal de
que algo no anda del todo bien. Por lo tanto, está bien que haya situaciones
que nos generen miedo, porque eso nos está protegiendo del peligro. Es
importante escuchar lo que te dice tu mente y tu cuerpo en estas situaciones, identificar
qué está generando esta emoción y de dónde proviene la amenaza, pues también es
importante entender cómo regular la emoción del miedo.
¿Qué provoca los miedos?
En general podemos reconocer 2
tipos de miedos de acuerdo al motivo por el que surgen:
• Naturales: Son los miedos
que naturalmente vamos a tener por evolución. Por ejemplo, a las arañas o
serpientes, ya que siempre ha existido un peligro real con estos animales que
otros tiempos podían causar hasta la muerte.
• Condicionados: Son los
miedos que aprendemos a partir de nuestras experiencias. Por ejemplo, si de
pequeño me muerde un perro, existe la posibilidad que en el futuro les tenga
miedo a todos los perros sin saber si son peligrosos o no.
En ninguno de estos casos el
miedo está ‘mal’, ya que nos está protegiendo de algo que ha sido peligroso
alguna vez y el cerebro está reaccionando a eso como un aprendizaje. Sin
embargo, en el caso del miedo condicionado, podemos ver que es más
inconveniente, ya que es una situación que se puede presentar en la vida
cotidiana y que por lo general no presenta un peligro real.
¿Cuándo es demasiado miedo?
Existen distintos niveles de
miedo. Puede haber miedos muy leves, que se presentan como una ligera angustia
como puede ser cuando se va a tener un examen o cierto miedo y ansiedad cuando
hay un problema. En otro extremo, el miedo puede llegar hasta un nivel de
pánico cuando nos encontramos en una situación en la percibimos que nuestra
vida corre peligro.
Podemos pensar que el miedo es
excesivo si no corresponde a una situación que realmente es peligrosa. También,
podemos evaluar qué tanto este miedo nos está afectando en el día a día, si nos
impide hacer ciertas cosas, si no sabemos cómo perder el miedo o si no tenemos
herramientas para manejarlo. Esto podría hacer que nos preguntemos si en
realidad estamos hablando de una fobia.
Miedos y fobias… ¿Cuál es la
diferencia?
Como ya hemos visto, el miedo
es una emoción natural que protege a las personas del daño cuando se enfrentan
al peligro. Por otro lado, las fobias tienen ciertas características que las
diferencian:
• Una fobia es un miedo
excesivo. Puede generar reacciones sumamente intensas en la persona al
enfrentarse al objeto o situación temida, o incluso al imaginarla. Por ejemplo,
puede llevar a una persona a tener un ataque de pánico.
• Una fobia es un miedo
desproporcionado con el peligro que presenta el objeto o situación. Es decir,
quizás es una situación que no está poniendo la vida en riesgo, entonces no
amerita ese nivel de miedo.
• Una fobia puede ser
incapacitante, ya que puede hacer que la persona evite distintas situaciones
por el temor, incluso llegando a no querer salir de casa.
• Las personas son conscientes
de la irracionalidad de sus fobias. Saben que no presentan un peligro real o
amenaza a su vida, pero cómo perder el miedo para superar la fobia escapa de su
control.
Ø Ejemplo de
fobia
La mayoría de personas sienten
cierta incomodidad cuando ven una araña. Por otro lado, las personas con fobia
a las arañas (aracnofobia) pueden llegar a tener un ataque de pánico al ver una
(incluso en televisión), se les puede bajar la presión o se pueden desmayar.
Asimismo, esta fobia puede limitarlos en el día a día, ya que los lleva a
evitar situaciones donde podrían encontrar arañas.
Las fobias se dan de manera
más frecuente de lo que pensamos. En un estudio de Estados Unidos se vio que
entre el 8 y 18% de la población presenta al menos una fobia. Algunas de las
más comunes son la agorafobia (fobia a los espacios abiertos), claustrofobia
(fobia a los espacios cerrados) y fobia social (fobia a las situaciones de
interacción con otros). Si bien son frecuentes, es importante saber que hay
algunas herramientas y terapias efectivas para vencerlas.
¿Cómo vencer el miedo?
Si sientes que estás teniendo
un miedo muy fuerte a situaciones que no necesariamente lo ameritan, hay
algunas herramientas y actividades para trabajar el miedo que puedes probar:
• Hábitos saludables: Hay
algunos factores en el día a día que pueden ayudar a que seas menos vulnerable
a la activación del miedo. Por ejemplo, dormir bien y hacer actividad física.
• Técnicas de relajación: Hay
ciertos ejercicios que puedes probar para perder el miedo o para prepararte
para las situaciones en las que te encuentres con los objetos temidos. Puedes
probar ejercicios de distracción, meditación y respiración profunda.
• Atención a los pensamientos:
Reconoce los pensamientos que estás teniendo cuando piensas en estas
situaciones temidas. Trata de retarlos y ver qué es realmente lo que podría
pasar y qué tan probable es el peor resultado que te puedas imaginar. Habla con
alguien más para que te ayude a no catastrofizar.
• Terapia: Si quieres apoyo
para trabajar este miedo, un psicólogo especializado en el tema te podría
ayudar a identificar de dónde viene tu miedo. Además, te puede enseñar técnicas
útiles que te permitan poco a poco enfrentar tus miedos. BP
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