El sedentarismo es una
epidemia silenciosa que afecta a millones de personas en todo el mundo y los
pacientes oncológicos no son una excepción. Las estadísticas son realmente
alarmantes: el 25% de las personas adultas no cumple con las recomendaciones de
actividad física de la OMS (150 min a la semana). Sin embargo, las cifras son
aún más desalentadoras en el caso de las personas supervivientes de cáncer, ya
que el 73% no cumple con esas recomendaciones mínimas. Estudios recientes han
demostrado que decenas de miles de nuevos casos de cáncer podrían evitarse cada
año si más personas alcanzaran al menos las recomendaciones mínimas de
actividad física. El ejercicio físico no solo es una herramienta preventiva,
sino un gran aliado para los pacientes que están atravesando o han superado el
tratamiento contra el cáncer. Si es así, ¿por qué sigue siendo la gran
excepción en la lucha contra estas enfermedades? Es hora de cambiar esta
realidad, de darle al ejercicio físico el lugar que merece y de aprovechar todo
su potencial para cambiar vidas.
Las recomendaciones
internacionales de actividad física son claras: los pacientes deben realizar un
mínimo de 150 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada a la
semana, como caminar a paso ligero o nadar, complementadas con dos o más
sesiones de ejercicios de fortalecimiento muscular. El programa de
entrenamiento debe realizarse bajo la supervisión de educadores
físico-deportivos para garantizar la seguridad y su eficacia, especialmente en
pacientes con algunas limitaciones físicas o aquellos que están bajo
tratamiento activo. Además, se recomienda romper el tiempo sedentario
promoviendo pequeños descansos activos durante el día. Sin embargo, siempre es
bueno recordar que cada paciente es único, por lo que se necesita un programa
de ejercicio individualizado, elaborado por profesionales capacitados y con
experiencia, para maximizar los beneficios y reducir el riesgo. Si el
tratamiento oncológico ya es difícil y merma la calidad de vida del paciente,
¿por qué no incluir una herramienta que les haga sentir mejor? ¡El movimiento
es vida!
Aunque hay una creciente
evidencia sobre los beneficios del ejercicio físico en pacientes oncológicos,
solo el 58% de los profesionales de la salud ofrecen orientación sobre actividad
física y apenas el 18% remiten los pacientes a programas de ejercicio
supervisado. En nuestro reciente trabajo publicado en Clinical and
Translational Oncology, abordamos las barreras que enfrenta el personal
sanitario al integrar la actividad física en el tratamiento oncológico y
proponemos soluciones prácticas para superarlas.
Una de las principales
barreras es la falta de formación específica de los profesionales de la salud
en esta área. Muchos admiten que no se sienten completamente preparados para recomendar
o prescribir actividad de manera segura y efectiva. De hecho, los estudios han
mostrado que el 35-50% de los profesionales de la salud no tienen el
conocimiento adecuado para hacerlo. Otro factor clave es el tiempo. La mayoría
de las consultas médicas dejan muy poco espacio para discutir hábitos de vida,
como la actividad física. En muchos casos, parece que el deber de promover el
ejercicio recae en el personal médico, quienes ya están sobrecargados con la
gestión de los aspectos clínicos de la enfermedad.
El trabajo interdisciplinar es
clave para una atención integral centrada en el paciente. Equipos formados por
personal de oncología y enfermería, educadores físico-deportivos, psicólogos,
nutricionistas y fisioterapeutas permiten crear programas personalizados que
mejoran significativamente la calidad de vida. Sin embargo, en países como
España, los educadores físico-deportivos no están plenamente integrados en el
sistema sanitario, y su labor suele recaer en el personal médico. Incorporar a
estos profesionales dentro del equipo multidisciplinar no solo optimizaría los
resultados, sino que reduciría las recaídas. Además, se reduciría la carga del
personal sanitario, favoreciendo un enfoque más eficiente y cooperativo en el
tratamiento oncológico.
Desde nuestro punto de vista,
el enfoque que debería abordarse para mejorar la situación actual incluye la
inclusión del ejercicio como uno de los pilares de la prevención y el
tratamiento oncológico y realizar un abordaje con un enfoque interdisciplinar. Solo
así se podrán aprovechar todos los beneficios de esta potente herramienta.
El interés científico en el
ejercicio físico es innegable, respaldado por una evidencia abrumadora. Este
creciente protagonismo se refleja en su presencia destacada en los principales
congresos nacionales, europeos e internacionales. Por ejemplo, en el último
Congreso SEOM (15-18 octubre 2024) se incluyó una sesión educativa
interdisciplinar titulada “El Ejercicio Físico en el continuo de la oncología”.
En el Congreso Europeo de Oncología (ESMO, 13-17 septiembre 2024) se
presentaron al menos cuatro trabajos orales sobre este tema, y en el reciente
Congreso Americano de Cáncer de Mama (SABCS 2024, Texas) se dedicó una sesión
educativa a los hábitos y calidad de vida, destacando el papel del ejercicio
físico. Estos eventos confirman el creciente interés y movimiento científico en
torno a esta área.
La Sociedad Española de
Oncología Médica (SEOM) ha dado un importante primer paso al reconocer las
limitaciones que enfrenta en su práctica diaria para implementar el ejercicio
físico como herramienta terapéutica. Como respuesta a esta inquietud, ha creado
el primer grupo de trabajo sobre ejercicio físico en oncología, que ya logró
visibilizar estas preocupaciones durante la primera Jornada SEOM y Ejercicio
Físico, celebrada en Madrid el 17 de junio de 2024 en formato presencial y
virtual. Además, la SEOM ha publicado en su página oficial su primer
posicionamiento sobre la práctica de actividad física, acompañado de una
infografía descargable que promueve su incorporación en las consultas de
oncología y centros especializados. También han desarrollado infografías para
pacientes para mantenerse físicamente activos.
Desde el punto de vista de la
implementación de programas de ejercicio físico, la Fundación UAPO (Unidad de
Apoyo al Paciente Oncológico) es un modelo español de atención integral
innovadora para pacientes oncológicos, totalmente gratuito, que incorpora
ejercicio físico, fisioterapia, nutrición y apoyo psicosocial, adaptado a las necesidades
específicas de cada paciente para mejorar la calidad de vida durante y después
del tratamiento oncológico. UAPO llena este vacío con un tratamiento
integrativo del paciente oncológico, y ofrece una intervención interdisciplinar
que aborda el impacto físico y emocional de esta enfermedad.
Hasta la fecha, UAPO tiene
instalaciones en Granada (sede central), Madrid, Málaga y Elche, y está
estudiando la viabilidad de su implantación en Zaragoza. En estas instalaciones
dan atención personalizada e integral a cientos de pacientes cada semana. Este
modelo de atención para pacientes oncológicos se podría extender por todo el
país para que todos los pacientes tuvieran acceso a un tratamiento integral y
gratuito. Este trabajo está en línea con unidades similares implementadas en
otros territorios para ayudar durante el proceso de tratamiento. La Fundación
UAPO ha demostrado que un enfoque holístico, integrativo e individual es
posible y efectivo para reducir el impacto del cáncer en nuestro país.
Como sociedad, se debería
exigir que iniciativas como la de la Fundación UAPO, que combinan ciencia,
compromiso y humanidad, se extiendan y se conviertan en la norma y no en la
excepción. El movimiento es vida, y todos, desde profesionales de la salud
hasta pacientes y familiares, debemos poner nuestro pequeño grano de arena para
combatir esta enfermedad. Si el ejercicio puede ayudarnos a vivir más y mejor,
no podemos seguir esperando, tenemos que actuar. Porque cada paso cuenta y cada
minuto de movimiento es una inversión en salud y esperanza para estos pacientes
y para la población general. BP
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