Texto del Evangelio (Mt 9,9-13): En aquel tiempo, cuando Jesús se iba de allí, al
pasar vio a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le
dice: «Sígueme». Él se levantó y le siguió. Y sucedió que estando Él a la mesa
en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y estaban a la mesa
con Jesús y sus discípulos. Al verlo los fariseos decían a los discípulos:
«¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y pecadores?». Mas Él, al
oírlo, dijo: «No necesitan médico los que están fuertes sino los que están mal.
Id, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no
sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores».
«No he venido a llamar a
justos, sino a pecadores»
Comentario: Rev. D. Joan PUJOL i Balcells
(La Seu d'Urgell, Lleida, España)
Hoy celebramos la fiesta del
apóstol y evangelista san Mateo. Él mismo nos cuenta en su Evangelio su
conversión. Estaba sentado en el lugar donde recaudaban los impuestos y Jesús
le invitó a seguirlo. Mateo —dice el Evangelio— «se levantó y le siguió» (Mt 9,9). Con Mateo llega al grupo de
los Doce un hombre totalmente diferente de los otros apóstoles, tanto por su
formación como por su posición social y riqueza. Su padre le había hecho
estudiar economía para poder fijar el precio del trigo y del vino, de los peces
que le traerían Pedro y Andrés y los hijos de Zebedeo y el de las perlas
preciosas de que habla el Evangelio.
Su oficio, el de recaudador de
impuestos, estaba mal visto. Quienes lo ejercían eran considerados publicanos y
pecadores. Estaba al servicio del rey Herodes, señor de Galilea, un rey odiado
por su pueblo y que el Nuevo Testamento nos lo presenta como un adúltero, el
asesino de Juan Bautista y el que escarneció a Jesús el Viernes Santo. ¿Qué
pensaría Mateo cuando iba a rendir cuentas al rey Herodes? La conversión de
Mateo debía suponer una verdadera liberación, como lo demuestra el banquete al
que invitó a los publicanos y pecadores. Fue su manera de demostrar el
agradecimiento al Maestro por haber podido salir de una situación miserable y
encontrar la verdadera felicidad. San Beda el Venerable, comentando la
conversión de Mateo, escribe: «La conversión de un cobrador de impuestos da
ejemplo de penitencia y de indulgencia a otros cobradores de impuestos y
pecadores (...). En el primer instante de su conversión, atrae hacia Él, que es
tanto como decir hacia la salvación, a todo un grupo de pecadores».
En su conversión se hace
presente la misericordia de Dios como lo manifiestan las palabras de Jesús ante
la crítica de los fariseos: «Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no
he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mt 9,13).
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