Me pregunto
todo el tiempo, ¿cuál es el mejor legado que puedo dar o la mejor lección que
puedo enseñar mientras está creciendo mi hija a mi lado?
Primero debe
entender que mi amor de madre o padre es real e incondicional, esto significa
que no debe hacer nada para ganar o merecer nuestro amor y que nuestro amor
jamás cambiará aún cuando ella decida vivir una vida alejada de valores
familiares, esto es algo que no es fácil de balancear, ya que nuestro rol demanda
justicia y disciplina como un aspecto clave de nuestro deber como padres
responsables, y como una muestra del amor que sentimos por ella.
Es importante
que en la familia haya normas y valores que deben respetarse, y que el no
cumplir con estas normas, traerá consecuencias. Amar incondicionalmente, no
solo es demostrar afecto en palabra y acción, es también solicitar que rindan
cuentas y cumplan con sus responsabilidades.
El amor
incondicional se manifiesta por medio de una relación honesta, en la que nuestros
seres amados tienen claro cuáles son nuestros valores y qué está permitido en
el hogar. Al mismo tiempo, hay aceptación y respeto mutuo por las decisiones
que nuestros hijos toman conforme ganan independencia, y demostración de afecto
y apoyo con límites bien establecidos en el hogar.
Debemos heredar
a nuestros hijos la capacidad de desarrollar responsabilidad e independencia,
para que puedan vivir de forma exitosa y útil, a amar y servir a otros, a tomar
decisiones, a asumir las consecuencias, a saber que pueden contar con sus
padres y que, al mismo tiempo, no nos necesitan, y guiarlos para que sean
hombres y mujeres que aman a Dios y a su familia.
Ver a nuestros
hijos crecer es una gran aventura. Ayudarles a ser independientes y a asumir la
responsabilidad de sus acciones, así como asumir compromisos y encontrar su
llamado en la vida, es muy conmovedor y gratificante. SBLS
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