Eremita,
26 de Febrero
Elogio: En Arcis-sur-Aube, en la Champaña, san
Víctor, eremita, cuyas alabanzas escribió san Bernardo.
País: Francia - †: s. VII
Entre los
sermones de San Bernardo hay dos panegíricos sobre un sacerdote y ermitaño,
llamado Víctor, de Arcis-sur-Aube, en Champaña. Dice San Bernardo: «En el
cielo ve ya a Dios a la plena luz de la revelación; pero su gozo inmenso no le
hace olvidarse de nosotros. Víctor no habita en un mundo de olvido. El cielo no
endurece ni estrecha los corazones, sino que los hace más tiernos y compasivos;
no aparta ni distrae el pensamiento de nosotros; no disminuye, sino que aumenta
el afecto y la caridad y hace que los bienaventurados se apiaden de nosotros.
Aunque los ángeles contemplan el rostro del Padre, no por ello dejan de
visitarnos y asistirnos continuamente. ¿Cómo, pues, podrían olvidarnos aquellos
que convivieron con nosotros y que nos ven sufrir lo que ellos sufrieron antes
que nosotros? ¡No! Yo sé que el justo me espera hasta que Tú me des la corona.
Víctor no es como el copero del faraón, que olvidó a su compañero de prisión
[Gn 40,22]. La estola de gloria que lleva sobre los hombros no extingue su misericordia
ni el recuerdo de nuestras penas».
San
Víctor, que nació en la diócesis de Troyes, fue un santo desde la cuna. En su
juventud, la oración, el ayuno y la limosna constituían sus delicias. Después
de su ordenación sacerdotal, el amor por la contemplación, a la que se había
sentido siempre muy inclinado, le llevó a preferir la soledad a la cura de
almas. El Espíritu Santo le dirigía. Víctor vivía en tan continua unión con
Dios por la oración y contemplación, que parecía estar por encima de las condiciones
ordinarias de la vida mortal. Dios le llenó de gracias y le concedió el don de
obrar milagros; pero la mayor de las maravillas en Víctor fue el ejemplo de su
propia vida, que convirtió a muchos pecadores. Víctor vivió en la soledad, en
Arcis, cerca de Plancy-sur-Aube. Sus reliquias fueron trasladadas a la abadía
benedictina de Montiéramey. Los monjes rogaron a San Bernardo que redactase el
oficio de San Víctor y que compusiera un himno en su honor.
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