Los vascos, desplazados de su tierra natal, se habían asentado en las montañas de Vizcaya y en los desiertos del territorio de Labourd. La luz de la fe había llegado a estas tierras en los primeros siglos del cristianismo, pero los estragos de las invasiones la habían casi totalmente oscurecido. León, luego de una peregrinación a Roma y comisionado por el Papa, llegó con sus hermanos a Bayona hacia el año 900.
No es seguro que haya llegado a ser obispo de esta ciudad, pero al menos sabemos que hizo conocer a Jesucristo, y fundó una iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora. Su empeño apostólico floreció en la tierra de Labourd, en las Landes, y más allá de Burdeos, y en Vizcaya y Navarra. Fue decapitado a causa de su fe a manos de unos piratas, quizás junto con su hermano Gervasio, el 1 de marzo de un año incierto, cercano al 900. Sus reliquias se conservan en la Catedral de Bayona, y se le honra como patrono de la diócesis.
Se han conservado dos relato de su vida, pero los dos muy tardíos (siglos XV y XVI), y llenos de datos contradictorios, por lo que es difícil establecer hechos fidedignos más allá de lo mencionado. En muchos santorales se lo presentaba (y se lo presenta aun) como arzobispo de Rouen antes de ser nombrado para la misión en Bayona, pero esta identificación es ficticia y carente de todo fundamento. En Pamplona, Tudela, San Sebastián y Bilbao se celebra la memoria de este evangelizador.
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