Texto del Evangelio (Mc 8,11-13): En aquel tiempo, salieron los fariseos y
comenzaron a discutir con Jesús, pidiéndole una señal del cielo, con el fin de
ponerle a prueba. Dando un profundo gemido desde lo íntimo de su ser, dice:
«¿Por qué esta generación pide una señal? Yo os aseguro: no se dará a esta
generación ninguna señal». Y, dejándolos, se embarcó de nuevo, y se fue a la
orilla opuesta.
«Yo os aseguro: no se
dará a esta generación ninguna señal»
Comentario: Rev. D. Jordi POU i Sabater
(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
Hoy, el Evangelio parece que no
nos diga mucho ni de Jesús ni de nosotros mismos. «¿Por qué esta generación
pide una señal?» (Mc 8,12). San Juan
Pablo II, comentando este episodio de la vida de Jesucristo, dice: «Jesús
invita al discernimiento respecto a las palabras y las obras que testifican
(son ‘señal de’) la llegada del reino del Padre». Parece que a los judíos que
interrogan a Jesús les falta la capacidad o la voluntad de discernir aquella
señal que —de hecho— es toda la actuación, obras y palabras del Señor.
También hoy día se piden
señales a Jesús: que haga notar su presencia en el mundo o que nos diga de una
manera evidente cómo hemos de actuar nosotros. El Papa nos hace ver que la
negativa de Jesucristo a dar una señal a los judíos —y, por tanto, también a
nosotros— se debe a que quiere «cambiar la lógica del mundo, orientada a buscar
signos que confirmen el deseo de autoafirmación y de poder del hombre». Los
judíos no querían un signo cualquiera, sino aquel que indicara que Jesús era el
tipo de mesías que ellos esperaban. No aguardaban al que venía para salvarlos,
sino el que venía a dar seguridad a su visión de cómo se tenían que hacer las
cosas.
En definitiva, cuando los
judíos del tiempo de Jesús como también los cristianos de ahora pedimos —de una
manera u otra— una señal, lo que hacemos es pedir a Dios que actúe según
nuestra manera, la que nosotros creemos más acertada y que de hecho apoye a
nuestro modo de pensar. Y Dios, que sabe y puede más (y por eso pedimos en el
Padrenuestro que se haga ‘su’ voluntad), tiene sus caminos, aunque a nosotros
no nos sea fácil comprenderlos. Pero Él, que se deja encontrar por todos los que
le buscan, también, si le pedimos discernimiento, nos hará comprender cuál es
su manera de obrar y cómo podemos distinguir hoy sus signos.
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