La pandemia por el coronavirus todavía continúa y estar vacunado con las
dosis de refuerzo al día sirve para estar protegido contra el riesgo de sufrir
complicaciones y muerte.
Nuevos estudios científicos que fueron realizados por investigadores de
Francia, Estados Unidos y Alemania revelaron 2 estrategias para hacer que la
aplicación de la vacuna brinde incluso más beneficios para las personas: dormir
más de 6 horas y aplicarse las dosis en el mismo brazo.
Uno de los trabajos es un metaanálisis de estudios que fue publicado en
la revista Current Biology. Se descubrió que dormir bien también ayuda a que el
sistema inmune responda a la vacunación.
Los investigadores descubrieron que las personas que dormían menos de
seis horas por cada noche producían muchos menos anticuerpos que las que
dormían 7 horas o más, y el déficit equivalía a 2 meses de disminución de
anticuerpos.
«Dormir bien no sólo amplifica, sino que también puede prolongar la
duración de la protección de la vacuna», afirmó la autora principal, Eve Van
Cauter, profesora emérita de la Universidad de Chicago que, junto con la autora
principal, Karine Spiegel, del Instituto Nacional de Salud y Medicina de
Francia.
Cuando se produjo la pandemia y la vacunación masiva se convirtió en una
prioridad internacional, Spiegel y Van Cauter se propusieron resumir los
conocimientos actuales sobre el efecto de la duración del sueño en la respuesta
a la vacuna.
Revisaron la bibliografía y luego combinaron y volvieron a analizar los
resultados de siete estudios en los que se vacunaba contra infecciones de la
gripe y las hepatitis A y B. En su análisis, el equipo comparó la respuesta de
anticuerpos de individuos que dormían una cantidad ‘normal’ (de 7 a 9 horas,
según la recomendación de la Fundación Nacional del Sueño para adultos sanos)
con los que dormían menos de 6 horas por noche.
Compararon el efecto en hombres frente a mujeres y en adultos mayores de
65 años frente a adultos más jóvenes. En general, encontraron pruebas sólidas
de que dormir menos de 6 horas por noche reduce la respuesta inmune a la
vacunación.
Sin embargo, cuando analizaron por separado a hombres y mujeres, el
resultado sólo fue significativo en los hombres, y el efecto de la duración del
sueño sobre la producción de anticuerpos fue mucho más variable en las mujeres.
Según los autores, esta diferencia se debe probablemente a la fluctuación de
los niveles de hormonas sexuales en las mujeres.
«Sabemos por estudios de inmunología que las hormonas sexuales influyen
en el sistema inmunitario», dijo Spiegel. «En las mujeres, la inmunidad se ve
influida por el estado del ciclo menstrual, el uso de anticonceptivos y por la
menopausia y el estado posmenopáusico, pero lamentablemente ninguno de los
estudios que resumimos tenía datos sobre los niveles de hormonas sexuales»,
reconoció.
El efecto negativo del sueño insuficiente sobre los niveles de
anticuerpos también fue mayor en los adultos de entre 18 y 60 años que en las
personas mayores de 65 años. Esto no fue sorprendente porque los adultos
mayores tienden a dormir menos en general; pasar de 7 horas de sueño por noche
a menos de 6 horas no es un cambio tan grande como pasar de 8 horas a menos de
6 por noche.
Aún queda mucho por saber sobre el sueño y la vacunación, admitieron los
autores. «Tenemos que entender las diferencias de sexo, qué días alrededor del
momento de la vacunación son los más importantes, y exactamente cuánto sueño se
necesita para que podamos orientar a la gente», expresó Spiegel.
«Vamos a vacunar a millones y millones de personas en los próximos años,
y éste es un aspecto que puede ayudar a maximizar la protección», resaltó.
En tanto, la otra estrategia para aumentar los niveles de protección que
da una vacuna es darse las dosis siempre en el mismo brazo fue demostrada por
investigadores de la Universidad del Sarre, ubicada en Saarbrücken, Alemania.
El estudio aún está en espera de revisión en la revista The Lancet.
Las dosis de los esquemas se administran secuencialmente en el músculo
deltoides. Pero se ha prestado poca atención a los efectos inmunológicos de
elegir el mismo lado o cambiarlo para la segunda dosis.
Los investigadores hicieron un estudio observacional y reclutaron 303
individuos, que recibieron la segunda dosis de la vacuna contra el COVID-19:
147 la recibieron en el mismo brazo que a la primera dosis. El resto la recibió
en el brazo opuesto.
Se cuantificaron los anticuerpos IgG y neutralizantes específicos de la
proteína de la Espiga del coronavirus mediante la técnica ELISA y se hizo un
ensayo sustitutivo 2 semanas después de la segunda dosis.
Tras analizar los resultados, los investigadores encontraron que la
actividad neutralizante fue significativamente menor en los que recibieron la
segunda dosis en el brazo diferente al de la primera dosis. Del mismo modo, la
mediana de los niveles de células T CD8 también fue significativamente
inferior.
«El refuerzo secundario es más pronunciado cuando se eligen vías de
administración de la vacuna que permiten el drenaje por los mismos ganglios
linfáticos», afirmaron los investigadores en el trabajo.
«La mayor actividad de los anticuerpos neutralizantes y los niveles más
elevados de células T CD8 específicas de la Espiga pueden tener implicancias
para la protección frente a la infección y la enfermedad grave y respaldan la
preferencia general por la vacunación del mismo lado», destacaron como
conclusión. BP
No hay comentarios.:
Publicar un comentario