Siete de las 24 jurisdicciones de la Argentina reportaron focos de
incendios de bosques o de pastizales esta semana. Cuatro de ellas, Corrientes,
Tierra del Fuego, Río Negro y Buenos Aires informaron que estaban logrando
contenerlo, según el Ministerio de Ambiente de la Nación, pero hoy Chubut,
Entre Ríos, y La Pampa permanecían todavía con focos activos. Esto significa
que el fuego seguía propagándose libremente y no había sido contenido.
Esos incendios han generado preocupación por los potenciales efectos en
la salud humana. No solo pueden impactar en las personas que están cerca sino
también en poblaciones distantes, que son afectadas por el humo de los
incendios que traslada el viento.
Ese humo está compuesto por una mezcla de gases y partículas pequeñas
que son emanados por la vegetación, los materiales de construcción y otros
materiales al quemarse. Al respirar ese humo, cualquier persona puede padecer
alguna alteración. Incluso las personas sanas.
Al respirar el humo, se pueden tener efectos inmediatos en la salud,
como tos, dificultad para respirar normalmente, ardor en los ojos, irritación
en la garganta, más mucosidad, irritación en la nariz, sibilancias y dificultad
para respirar, dolor de pecho, dolores de cabeza, ataques de asma, cansancio, o
latidos cardíacos acelerados.
Desde la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, informaron que
«el material particulado de los incendios forestales puede viajar hasta 1.000
kilómetros y, por lo tanto, representar una amenaza para la salud respiratoria
en un área amplia».
Las emisiones incluyen además monóxido de carbono; óxidos de nitrógeno,
incluidos NO2 y óxido nítrico; y compuestos orgánicos volátiles. Producen inflamación
que empeora las enfermedades respiratorias crónicas como el asma bronquial y la
enfermedad pulmonar obstructiva crónica, cambios genéticos que pueden
desencadenar cáncer, aumentan el riesgo de infecciones respiratorias, y tienen
efectos directos sobre los ojos, nariz, la piel y otros órganos.
Muchas enfermedades respiratorias, incluidas el asma y la enfermedad
pulmonar obstructiva crónica, se desencadenan por factores ambientales, como el
humo de los incendios.
Las personas más vulnerables a los efectos adversos del humo de los
incendios forestales incluyen a los mayores de 65 años, las personas con
afecciones cardíacas o respiratorias preexistentes, las personas de áreas
socioeconómicas más bajas y los niños debido a su sistema respiratorio menos
maduro, y mayor frecuencia respiratoria en relación con el tamaño corporal.
«El impacto del humo es claramente hoy visible a través del aumento de
hospitalizaciones, visitas al departamento de emergencias y uso de medicamentos
para el asma», advirtieron los expertos de la Asociación Argentina de Medicina
Respiratoria.
Para tomar precauciones y reducir el riesgo de ser afectado por el humo
de los incendios, recomendaron mantener las puertas y las ventanas cerradas de
las viviendas. Si se cuenta con aire acondicionado, se debe encender cerrando
la entrada de aire exterior. Se debe mantener el filtro limpio para evitar que
entre el humo.
Se debería evitar o minimizar las actividades recreativas y/o deportivas
al aire libre si el humo está en la zona. También hay que cuidar la buena
calidad del aire interior.
Es decir, no se deben realizar actividades que aumenten la contaminación
del aire de adentro, como poner velas o pasar la aspiradora porque esto mueve
las partículas que ya hay en el ambiente interior. Tampoco se debería fumar
tabaco ni ningún otro producto, ya que ese tipo de prácticas aumentan la
contaminación del aire.
En caso de que la persona ya tenga diagnóstico de asma u otra enfermedad
pulmonar o cardiovascular, la Asociación aconsejó que debiera tomar sus
medicamentos y llamar a su médico si sus síntomas se agravan.
«Si sale, use mascarilla. Las mascarillas contra el polvo no son
suficientes, no protegen los pulmones contra el humo. Las mascarillas ‘N95’
brindarán algo de protección cuando se usan adecuadamente», expresó la entidad
médica como recomendación para las personas con asma o con otros trastornos
pulmonares o cardíacos.
Desde la Asociación que agrupa a los especialistas en enfermedades
respiratorias también fueron más allá de los cuidados personales. Advirtieron
sobre la problemática ambiental que implican los incendios y el futuro.
«Aproximadamente un 21% del territorio argentino está compuesto por
humedales y los incendios presentan un riesgo enorme a estos ecosistemas, que
ayudan a mitigar los efectos que provocan las sequías, previniendo los focos de
fuego», explicaron.
Esos ecosistemas son «barreras naturales que ayudan a prevenir el avance
de las llamas. Son clave para reducir los efectos de la crisis climática porque
aportan diversidad biológica y cultural, son fuentes para el almacenamiento de
carbono, ya que retienen más gases de efecto invernadero; almacenan agua y así
amortiguan los impactos de las lluvias, fundamental para el control de las
inundaciones», señalaron.
Como los incendios de vegetación son recurrentes en la Argentina, los
expertos reclamaron: «Un enfoque federal de esta situación es mandatorio por
ello convocamos a generar una agenda que contemple estrategias a corto y largo
plazo focalizada en este importante problema sanitario que representa una
amenaza para la salud respiratoria. Proponemos el relevamiento del conocimiento
social del tema, actividades de educación, concientización y trabajos de
investigación que pongan de manifiesto su impacto sobre la salud». BP
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