Obispo y
confesor, 06 de Marzo
Elogio: Conmemoración de san Evagrio, obispo
de Constantinopla, que, desterrado por el emperador Valente, descansó en el
Señor como confesor eximio.
País: Turquía - †: c. 378
No hay
propiamente un culto antiguo y local de este santo obispo, sino apenas un
recuerdo, que el Cardenal Baronio, al elaborar el primer Martirologio Romano,
tomó, según apunta él mismo, de los listados de obispos de Constantinopla en el
«Chronicón» del obispo Nicéforo (siglo IX): «Evagrio recibió la imposición de
manos de Eustaquio de Antioquía, y seguidamente fue exterminado por Valente».
La noticia tal como la contó Nicéforo no resulta del todo exacta, pero
parece referirse a esta circunstancia, cuya única fuente es el historiador
eclesiástico Sócrates, casi contemporáneo de los hechos:
El
emperador Valente dejó Constantinopla para dirigirse a Antioquía; pero al
llegar a Nicomedia, ciudad de Bitinia, su marcha fue detenida por la siguientes
circunstancias: Eudoxio, el obispo arriano que había estado en posesión de la
sede de Constantinopla por diecinueve años, murió a poco de partir Valente de
la ciudad, en el tercer consulado de Valentiniano y Valente. Los arrianos
tenían pensado a Demófilo para sucederle, pero los homoousios [es decir, los
del partido ortodoxo], consideraron que se les ofrecía una oportunidad, y
eligieron a cierto Evagrio, alquien que mantenía sus mismos principios.
Eustaquio, que había sido obispo de Antioquía, lo ordenó en forma. Él [es
decir, Eustaquio] había sido llamado desde el exilio por Joviano, y había
llegado secretamente a Constantinopla con el propósito de confirmar a quienes
adherían a la doctrina del homoousios.
Cuando ocurrió esto, los arrianos renovaron su persecución de los homoousios, y
el emperador fue muy pronto informado de lo que había ocurrido, y temiendo una
revuelta en la ciudad como consecuencia de los tumultos populares,
inmediatamente envió tropas desde Nicomedia a Constantinopla. Ordenó también
que los dos, el que había sido ordenado y el que lo había ordenado, fueran
apresados y enviados al exilio en diferentes regiones. Eustacio fue expulsado a
Bizya, ciudad de Tracia; y Evagrio lo fue a otro sitio. Después de esto los
arrianos, fortalecidos, hostigaron duramente a la parte ortodoxa, los
zarandeaban, insultaban, los hacían llevar prisioneros y multar...
Bravos
tiempos para la fe católica. Hoy casi no podemos imaginar esta lucha entre
arrianos y «homoousios», es decir, quienes sostenían la doctrina nicena de la
consustancialidad del Padre y el Hijo, esto es, la ortodoxia católica. En
muchas sedes episcopales -y de las más importantes, como Constantinopla- había
cierta «alternancia» entre unos y otros, aunque nunca pacífica. Se trataba
verdaderamente de dos iglesias, aunque no estaban formalmente separadas, y cada
una impugnaba a la otra de ser herejes. En un momento los católicos conseguían
el favor imperial, y lograban recuperar sedes e iglesias, en otras lo
conseguían los arrianos, y vuelta a lo mismo, hasta el triunfo definitivo de la
fe católica en el 381. La situación que se nos plantea con san Evagrio es de un
momento especialmente bajo para la ortodoxia en Constantinopla, cuando lo era
además también en Antioquía, de donde san Eustacio había sido expulsado.
De
Evagrio, quien, como hemos visto, no llegó a gobernar, no sabemos nada más, ni
el lugar de su destierro, ni su fecha de muerte, e incluso la escasa cronología
disponible resulta problemática: por un lado la mención de Valente sitúa los
acontecimientos hacia el 375, pero la referencia a san Eustacio de Antioquía
parece que obligaría a llevarla a décadas anteriores. Nuestro santo no debe ser
confundido con un tocayo casi contemporáneo, Evagrio del Ponto (Evagrio
Póntico), mucho más conocido, que fue diácono en Constantinopla por la misma
época, y cuyos escritos místicos han sido fuente de inspiración para el
monacato, especialmente el oriental, y se leen aun hoy con provecho, pero que
lamentablemente, por ciertas doctrinas origenistas que parece que sostuvo, no
alcanzó la gloria de los altares.
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