El Papa Benedicto dio un discurso que me llamó la atención,
especialmente por una frase que dijo muy acertada; en ella animaba a padres de
familia, maestros y profesores a no tirar la toalla en la formación y educación
de sus hijos; les invitaba a no perder la esperanza analizando las causas de la
desesperanza actual, que lleva a muchos padres de familia, maestros y
profesores, a rendirse en su tarea educativa, el Pontífice citó una como
central: «poner a Dios entre paréntesis, organizar sin Él la vida personal y
social, afirmar que no se puede conocer nada de Dios o incluso a negar su
existencia» (Benedicto XVI, encuentro
eclesial, 10-VI-2008). Este es el gran drama de nuestra sociedad y de
tantos hombres de nuestro tiempo que hoy no tienen esperanza, la razón es muy
sencilla, han excluido a Dios de sus vidas.
En la pasada Solemnidad del Corpus Christi el Santo Padre nos
decía: “La Eucaristía es el sacramento
del Dios que no nos deja solos en el camino, sino que se pone a nuestro lado y nos indica la dirección. De hecho, ¡no es
suficiente avanzar, es necesario ver hacia dónde se va! No basta el ‘progreso’,
sino no hay criterios de referencia. Es más, se sale del camino, se corre el
riesgo de caer en un precipicio, o de alejarse de la meta. Dios nos ha creado libres,
pero no nos ha dejado solos: se ha hecho Él mismo ‘camino’ y ha venido a
caminar junto a nosotros para que nuestra libertad tenga el criterio para
discernir el camino justo y recorrerlo” (Benedicto XVI, homilía
Solemnidad de Corpus Christi, 22-V-2008).
Por eso hoy mi invitación es que dejemos a Dios que camine
con nosotros, que le compartamos nuestra vida y nuestros proyectos, y sobre
todo, dejemos que se suba a nuestro gran recorrido en bicicleta.
Al principio veía a Dios como el que me observaba, como un
juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal, como para ver si merecía el cielo
o el infierno cuando muriera. Era como un presidente, reconocía su foto cuando
la veía, pero realmente no lo conocía; pero luego reconocí a Dios, parecía como
si la vida fuera un viaje en bicicleta, pero era una bici...de dos, y noté que
Dios viajaba atrás y me ayudaba a pedalear.
No sé cuándo sucedió, no me di cuenta cuándo fue que Él
sugirió que cambiáramos lugares y pasó al asiento de adelante, lo que sí sé es
que mi vida no ha sido la misma desde entonces. Mi vida con Dios es muy
emocionante. Cuando yo tenía el control, yo sabía a dónde iba.
Era un tanto aburrido, pero predecible. Era la distancia más
corta entre dos puntos. Pero cuando Él tomó el liderazgo, Él conocía otros
caminos, caminos diferentes, hermosos, por las montañas, a través de lugares
con paisajes, velocidades increíbles. Lo único que podía hacer era sostenerme;
aunque pareciera una locura, Él solo me decía: “¡Pedalea!” Me preocupaba y
ansiosamente le preguntaba, “¿A dónde me llevas?” Él sólo sonreía y no me
contestaba, así que comencé a confiar en Él. Me olvidé de mi aburrida vida y
comencé una aventura, y cuando yo decía “estoy asustado”, Él se inclinaba un
poco para atrás y tocaba mi mano.
Él me llevó a conocer gente con dones, dones de honestidad y
aceptación, de generosidad y benedicencia. Ellos me dieron esos dones para
llevarlos en mi viaje; nuestro viaje, de Dios y mío.
Y allá íbamos otra vez. Él me dijo: “Comparte estos dones,
dalos a la gente, son sobrepeso, mucho peso extra”. Y así lo hice... a la gente
que conocí se los di, y ahí descubrí que en el dar yo recibía y mi carga se
aligeraba.
No confié mucho en Él al principio, en darle el control de mi
vida. Pensé que la echaría a perder, pero Él conocía cosas que yo no sabía
acerca de andar en bici... secretos.
Él sabía cómo doblar para dar vueltas cerradas, brincar para
librar obstáculos llenos de piedras, inclusive, volar para evitar horribles
caminos. Y ahora estoy aprendiendo a callar y a pedalear por los más extraños
lugares. Estoy aprendiendo a disfrutar de la vista y de la suave brisa en mi
cara y sobre todo de la increíble y deliciosa compañía de mi Dios. Y cuando
estoy seguro que ya no puedo más, Él sólo sonríe y me dice: “¡Pedalea!”¡Qué oportunidad
tan hermosa tienes hoy de acercarte a Dios!, de acercarte a Él con confianza y
cariño, sabiendo que nunca te dejará solo. Hoy cuando vayas a Misa, y te
encuentres con Él en la Eucaristía, renueva su presencia en tu vida, y dile al
oído en plan de confidencia: NO DEJARÉ DE PEDALEAR, SI TU NO TE BAJAS DE MI
BICI... DD
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