Ofrecemos estos
breves puntos con la intención de que puedan servir para la meditación
individual o comunitaria. Son tomados de las lecturas y de las oraciones de la
misa del domingo 4 de mayo de 2025.
Se dividen en tres
partes: lo que Dios nos dice (con un comentario que nos puede ayudar a
comprender el Evangelio); lo que nosotros podemos decirle a Él como respuesta;
y de qué modo podemos llevarlo a la vida cotidiana. Dios quiera que ayuden a
muchos a dedicarle, cada domingo, un tiempo especial a Dios, nuestro Señor.
Dios nos habla
•
“Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a
orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás,
llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y
otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Ellos le
respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero
esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los
discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para
comer?» Ellos respondieron: «No». Él les dijo: «Tiren la red a la derecha de la
barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían
arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»
Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único
que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca,
arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la
orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre
las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban
de sacar». Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces
grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se
rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer». Ninguno de los discípulos se atrevía
a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó,
tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera
vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos. Después de comer, Jesús
dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?» Él le
respondió: «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis
corderos». Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»
Él le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta
mis ovejas». Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»
Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le
dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta
mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde
querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te
llevará a donde no quieras». De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro
debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme»” (Jn 21,2-19).
Reflexión
“"El discípulo
que Jesús amaba le dijo a Pedro: ¡Es el Señor!" Aquel que es amado será el
primero en ver; el amor provee una visión más aguda de todas las cosas; aquel
que ama siempre sentirá de modo más vivaz... ¿Qué dificultad convierte el espíritu
de Pedro en un espíritu tardo, y le impide ser el primero en reconocer a Jesús,
como antes lo había hecho? ¿Dónde está ese singular testimonio que le hacía
gritar: “Tú eres Cristo, el hijo de Dios vivo”? (Mt 16,16) ¿Dónde está? Pedro estaba en casa de Caifás, el gran
sacerdote, donde había escuchado sin pena el cuchicheo de una sirvienta, pero
tardó en reconocer a su Señor” (San Pedro
Crisólogo).
Nosotros le hablamos
•
“«Escucha, Señor, ten piedad de mí; ven a ayudarme, Señor».
Tú convertiste mi lamento en júbilo. ¡Señor, Dios mío, te daré gracias
eternamente!” (Salmo 29).
•
“Dios nuestro, que tu pueblo se alegre siempre por la nueva
vida recibida, para que, con el gozo de los hijos, aguarde con firme esperanza
el día de la resurrección final. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos” (Oración Colecta).
Nuestra vida cambia
•
¿Tratamos de reconocer la presencia de Dios en nuestra vida
mediante la fe?
•
¿Amamos a Jesús de tal modo que somos capaces de servir a los
demás por Él y para Él?
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