En el momento en el que uno de
los cardenales obtenga los 2/3 de los votos, serán necesarios 77 en esta
ocasión, el último en la lista de los cardenales diáconos llama al aula de la
elección al secretario del colegio de cardenales y al maestro de ceremonias
litúrgicas pontificias. Después el cardenal decano o el primero de los
cardenales en la lista de precedencia, en este caso será el cardenal Re, en
nombre de todo el colegio de los electores pide el consentimiento del elegido
con la siguiente pregunta: ¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?
Una vez recibido el consentimiento, le preguntará ¿Con qué nombre quieres ser
llamado?
Entonces el maestro de las
celebraciones litúrgicas pontificias actuando como notario y teniendo como
testigo a los dos ceremonieros que serán llamados en ese momento levanta acta
de la aceptación del nuevo pontífice y del nombre que ha tomado.
Una vez dicho el nombre con el
que se le conocerá, se queman las papeletas con los votos y saldrá la fumata
blanca. El nuevo papa se dirigirá al cuarto de las lágrimas, se vestirá por
primera vez con las vestiduras papales, y regresará a la Capilla Sixtina. Allí
se realizará un pequeña ceremonia con una lectura del Evangelio que hace
referencia al ministerio petrino (Mateo 16, 13-19) en el que Jesús confirma a
Pedro como primer papa de la Iglesia “Tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”. A continuación se realiza un acto de obediencia por
parte de los cardenales, y para finalizar el rezo litúrgico del himno de acción
de gracias Tedeum.
A continuación el cardenal
protodiácono, Jean-Louis Tauran, se traslada a la Logia o balcón central de la
basílica de San Pedro para anunciar al pueblo la elección del nuevo papa y qué
nombre ha escogido. El papa mientras tanto se dirige, y esto es una novedad, a
la Capilla Paulina para rezar delante del Santísimo.
Tras la oración, el papa saldrá
al balcón para impartir su primer bendición a la ciudad de Roma y al mundo
entero, Urbi et Orbi, y que tendrá indulgencia plenaria.
En la elección de Benedicto XVI
pasaron unos 45 minutos desde la fumata hasta que salió el protodiácono a la
Logia y 10 minutos más hasta que salió el papa. RLG
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