Se pueden hacer toda clase de estudios y
diagnósticos. Lo cierto es que el mundo necesita hoy savia nueva para vivir.
Las Iglesias andan buscando aliento y esperanza. Las muchedumbres pobres del
planeta reclaman justicia y pan. Occidente ya no sabe cómo salir de esa
tristeza mal disimulada que ningún bienestar logra ocultar.
El problema no es solo de cambios políticos ni de
renovaciones teológicas, sino de vida. Estamos necesitados de algo parecido al
«fuego» que prendió Jesús en su breve paso por la tierra: su mística, su
lucidez, su pasión por el ser humano. Necesitamos personas como él, palabras
como las suyas, esperanza y amor como los suyos. Necesitamos volver a Jesús.
Desde el inicio, los cristianos vieron que él
podía guiar a los seres humanos. Con su conocido lenguaje, el cuarto evangelio
lo presenta como el «pastor» capaz de liberar a las ovejas del aprisco donde se
encuentran encerradas para «sacarlas afuera», a un país nuevo de vida y
dignidad. Él marcha por delante marcando el camino a quienes lo quieren seguir.
Jesús no impone nada. No fuerza a nadie. Llama a
cada uno «por su nombre». Para él no hay masas. Cada uno tiene nombre y rostro
propios. Cada uno ha de escuchar su voz sin confundirla con la de extraños, que
no son sino «ladrones» que quitan al pueblo luz y esperanza.
Esto es lo decisivo: no escuchar voces extrañas,
huir de mensajes que no vienen de Galilea. Siempre que la Iglesia ha buscado
renovarse se ha desencadenado una vuelta a Jesús para seguir de nuevo sus
pasos. Como se ha recordado tantas veces, «sígueme» es la primera y la última
palabra de Jesús a Pedro.
Pero volver a Jesús no es tarea exclusiva del papa
ni de los obispos. Todos los creyentes somos responsables. Para volver a Jesús
no hay que esperar ninguna orden. Francisco de Asís no esperó a que la Iglesia
de su tiempo tomara no sé qué decisiones. Él mismo se convirtió al evangelio y
comenzó la aventura de seguir a Jesús de verdad. ¿A qué tenemos que esperar
para despertar entre nosotros una pasión nueva por el evangelio y por Jesús? JAP
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