Texto
del Evangelio (Mt 8,28-34): En
aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos,
vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan
furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar:
«¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para
atormentarnos antes de tiempo?». Había allí a cierta distancia una gran piara
de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a
esa piara de puercos». Él les dijo: «Id». Saliendo ellos, se fueron a los
puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y
perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron, y al llegar a la ciudad lo
contaron todo y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió
al encuentro de Jesús y, viéndole, le rogaron que se retirase de su término.
Comentario del Evangelio
Hoy la escena da pánico. Jesús expulsa a unos demonios
del interior de dos hombres poseídos. Los demonios reconocen al Señor: «¿Qué
tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios?»… «Si nos echas, mándanos a esa piara
de puercos». Y se precipitaron al mar ahogándose. ¡Tremendo! El diablo, si no
puede destruir al hombre, al menos, trata de destruir a la creación.
—Los demonios confiesan a Dios. ¿Y los hombres? «Toda
la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en viéndole, le rogaron que se
retirase de su término». ¡Preocupan más los puercos que la acción destructora
del Diablo!
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